ESPAÑA A SUS HIJOS CAÍDOS EN EL LAGER DE MAUTHAUSEN
Recordamos este poema de Fulgencio Martínez en estos días en que vuelve a debatirse la demanda no satisfecha de la memoria histórica. El poema pertenece al libro COSAS QUE QUEDARON EN LA SOMBRA (Murcia, Nausícaa ediciones, 2006) y fue publicado anteriormente en la página del foro por la memoria histórica, en 2005, por calendas en que en España se abría el debate, pendiente desde 1978 y la Constitución democrática.
La honra de todos los españoles muertos requiere que prestemos un poco de cariño a sus descendientes actuales, para que en unos casos puedan recuperar sus restos mortales aún pudriéndose en las cunetas del país sometido durante cuarenta años a la dictadura del general Francisco Franco; y en otros, para que se pueda resarcir la dignidad de los españoles que cayeron en los campos de concentración nazi y durante la II Guerra Mundial. Más de 400 españoles de mi tierra, Murcia, por citar solo a esta pequeña parte de víctimas, perecieron en campos nazis y aún en mi país no se les reconoce su dignidad.
http://www.foroporlamemoria.info/documentos/2005/fmartinez_mayo2005.htm
España a sus hijos caídos en el lager de Mauthausen. A Joaquín López Mansilla, "in memoriam"
Fulgencio Martínez - Murcia - Mayo 2005
Fulgencio Martínez - Murcia - Mayo 2005
"La existencia de las canteras Wiener- Graban
en el pueblecito de Mauthausen fue la causa de que
Hitler decidiera construir allí el más importante campo de
concentración de Austria… En él perecieron las dos terceras
partes de los deportados españoles"
en el pueblecito de Mauthausen fue la causa de que
Hitler decidiera construir allí el más importante campo de
concentración de Austria… En él perecieron las dos terceras
partes de los deportados españoles"
Montserrat Roig
Ahora mirad la piedra rodada por brazos filiales
desde la memoria de un país que casi todo lo olvida.
Piedra de sentimiento allí clandestino, piedra
traída en la noche española
sin dormir, sin pretender despertar las pesadillas.
Piedra donde se abre la rosa de la verdad
de aquellos muertos nuestros que por fin ahora
se levantan y hablan.
Extraño que una pequeña lápida
de aquellos muertos nuestros que por fin ahora
se levantan y hablan.
Extraño que una pequeña lápida
con una inscripción escueta, informativa,
"España a sus hijos caídos en el lager de Mauthausen",
no "a los asesinados, torturados, desenterrados vivos"
(ni siquiera "a los supervivientes")
en este campo de exterminio…
"España a sus hijos caídos en el lager de Mauthausen",
no "a los asesinados, torturados, desenterrados vivos"
(ni siquiera "a los supervivientes")
en este campo de exterminio…
Extraño y conmovedor que un fragmento solo de piedra
desvele y cifre la cantidad infinita de dolor
de los que construyeron, forzados, este lugar rocoso,
enclavado frente al optimismo de la especie.
Como si la materia, que es luz,
desvele y cifre la cantidad infinita de dolor
de los que construyeron, forzados, este lugar rocoso,
enclavado frente al optimismo de la especie.
Como si la materia, que es luz,
rechazara de su seno la sombra
por ese emocionante trozo de piedra
inscrita con los signos de las veinticuatro costillas
de una madre que, secuestrada un tiempo,
soltó las manos de sus hijos que cayeron aquí.
Mudos vamos contemplando la piedra inscrita.
por ese emocionante trozo de piedra
inscrita con los signos de las veinticuatro costillas
de una madre que, secuestrada un tiempo,
soltó las manos de sus hijos que cayeron aquí.
Mudos vamos contemplando la piedra inscrita.
Sus transformaciones… sus silencios,
como los ríos caudalosos de Centroeuropa,
parece que no acaban nunca de pasar.
como los ríos caudalosos de Centroeuropa,
parece que no acaban nunca de pasar.
Sus vocales que traen aún arena de desierto,
sus vocales como en sordina ahora,
comienzan a secarnos los labios.
Y ya esa explosión de consonantes extrañas
en el nombre maldito de este lugar sin nombre.
Un no nombre, para siempre: Mauthausen.
Y quién describiría después de eso
sus vocales como en sordina ahora,
comienzan a secarnos los labios.
Y ya esa explosión de consonantes extrañas
en el nombre maldito de este lugar sin nombre.
Un no nombre, para siempre: Mauthausen.
Y quién describiría después de eso
la música como caída de la tierra,
la música que nos reúne al fin
todas las piedras infinitas
que creíamos no podría contener
lápida tan leve como un rasguño.
Unas pocas notas de violín nos unen todo el dolor.
la música que nos reúne al fin
todas las piedras infinitas
que creíamos no podría contener
lápida tan leve como un rasguño.
Unas pocas notas de violín nos unen todo el dolor.
De repente la piedra se ha convertido en casa.
"España a sus hijos caídos en el lager de Mauthausen". A Joaquín López Mansilla, "in memoriam"
Fulgencio Martínez - Murcia - Mayo 2005
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