INVITACIÓN A UN POEMA DE FRANCISCO BRINES
Leo contigo este poema de Francisco Brines, el que abre su libro "póstumo" titulado Donde muere la muerte (Tusquets editores, 2021):
BREVEDAD DE LA VIDA
Un suspiro que alienta y se acongoja. Se oscurece el relámpago, sin apenas lucir. Viento presto engolfado en la calma, sin tiempo a respirar; blanco interpuesto de inmediato a la flecha: violenta violencia. El vivir es un principio del morir, ya el acabando. Prólogo que tan súbito acaba epilogando. Fluyen por las mejillas caudalísimas lágrimas, heraldos de la voz, y ésta, educada en palabras, acaba afónica, su desahogo en lágrimas de sombra. La diferencia de ambas es la que existe entre la respiración y el delgado y apenas ceniciento suspiro, aunque parten los dos de un mismo pecho. Toda la vida cabe en un paréntesis que choca y cierra en signo cóncavo, la vida arremetida. Esta es nuestra experiencia.
La rosa es símbolo de tanta brevedad, mas la rosa es consuelo porque aroma; puede también la vida llegar a ser modestia casta y vestir nuestra carne de confortante olor, olor que se desprende del trabajo que agrada, pues el hombre sólo se cumple en el amor que acompaña al trabajo. La vocación más honda, la amorosa. Lector, tú eliges tus poetas. Espero que tu sombra me aloje. Es sólo mi deseo, porque tan sólo así sabré saberme sido.
"Brevedad de la vida" no solo es el primer poema del libro sino la síntesis del mismo, y quizá también de toda la obra poética de su autor, además de una especie de salutación y despedida, casi como un testamento autógrafo.
Pero textualmente (en el orden del discurso del libro) este poema es y funciona como una apertura. Tiene las características que ha de tener esta: sugerir, más que decir, e incitar en el lector las ganas de descubrir.
Leí Donde muere la muerte intentando abstraerme de lo que esperaba encontrar, y tras su primera lectura, volví a leer el libro deteniéndome en aquellos poemas que habían quedado en mi memoria inmediata: comprobé que ganaban, o mejor dicho, se me imponían, con su extraña claridad, se abrían solos hasta el punto de crear en mí la ilusión de que vestían como un guante mi inteligencia. Esta es la virtud (y el gran deleite) de la poesía: que, por momentos, como en un rapto, te hace un poco sabio y rico. Apenas me daba cuenta que esto ocurría porque manejaba la clave que el poeta tiende al lector desde el poema-apertura.
Compruébalo por ti. Entrégate a este tesoro de idioma, sin miedo; no es un tesoro que tú no puedas usar. Deleita tu sensibilidad entendiendo cada una de las propuestas de expresión de ese sentimiento de la brevedad de la vida que el poeta solo puede cantar juntando opuestos: suspiro que alienta y se acongoja, relámpago que apenas luce, vivir que ya es principio del morir, el acabando, prólogo que es epílogo. Tanta belleza y verdad que podrías estar horas mirando a la Venus o al Apolo desnudo del poema, sin cansarte, y como transportado por una música que nace en tu alma, porque el poema no es nada sin esa música que va naciendo en ti. No es solo sonido sensorial; lo entiendes, vale. Tú eres el medio del poeta, y este a su vez es el medio tuyo. Por él te gozas y te contemplas (en tu ser mejor), y el poeta vive a través de ti, en ti se aloja. Por un momento, recuerdas, parecía que el poema ceñía como un guante tu inteligencia y que respirabas un saber delicioso, hondo.
Por desgracia, todo acaba (o todo pasa, como dijo otro poeta). Pero aún te queda otro confite, otro deleite, al volver a la realidad gruesa, desde la poesía. Elige para llevar en tu memoria una palabra, una frase, algo que recordarás casi siempre. Será como una clave personal (aunque la puedes compartir, si merece la pena aquel con quien la compartas).
Yo elegiría el término "vida arremetida"; me gusta y, si quieres, lo comparto contigo. El adjetivo "arremetida" es sorprendente aquí. Mira que hay ocasiones en que por la prisa o la pereza hemos arremetido la ropa en maletas... Como dice el poema en metáfora, "toda la vida" "cabe en un paréntesis" tan abreviado que se chocan sus extremos. Brevedad de la vida, como señalaron los clásicos, sí, pero una nota más perturbadora o vitalista (o no sé qué) dice este poema: vida arremetida.
Murió el poeta. Larga vida al poeta de Elca (si escribimos en español: Elca; no L´Elca, como se lee en la página web de la Fundación Francisco Brines, donde pronto han arremetido contra su más precioso legado los corruptores del español).
Fulgencio Martínez edita la revista
Ágora-Papeles de Arte Gramático. Es autor de libros de poemas como Línea de cumbres (Adarve, Madrid, 2020) y La segunda persona (Ars poetica, Oviedo, 2021).
ÁGORA DIGITAL / BIBLIOTHECA GRAMMATICA/ EL MONO GRAMÁTICO/ enero 2022
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