LAS DIFICULTADES DE RECEPCIÓN DE UN AUTOR QUE CONQUISTÓ AL PÚBLICO ESPAÑOL
por FELIX NICOLAU
Ion Minulescu
Este artículo está estimulado por la publicación de la traducción de la colección de cuentos de Ion Minulescu, La casa de las ventanas de color naranja, Editorial Báltica, 2022, por el hábil traductor de la lengua y la cultura romana Joaquín Garrigós. En un principio, la elección de esta colección de cuentos escritos en diferentes etapas de la carrera de Ion Minulescu me sorprendió. Me pregunté por qué el distinguido traductor no había traducido una de las novelas de Minulescu, una de las que habían sorprendido la literatura romana. Pero con el tiempo comprendí que la traducción de este libro era un desafío mayor para el traductor, ya que contiene una multitud de estilos y visiones artísticas. Así que la tarea del traductor no fue fácil, ya que el escritor cambia constantemente su estilo de escritura. El éxito de Joaquín Garrigós es aún más notable. Además, por lo que pude comprobar en el acto en el ICR de Madrid dedicado a la publicación de esta traducción, el público español quedó gratamente impresionado al escuchar fragmentos del libro, por lo que la apuesta está ganada tanto para el traductor como para la literatura rumana.
¿Quién es este novelista de entreguerras?
Ion Minulescu marcha a Francia para estudiar derecho, pero pronto, fascinado por la vida bohemia y artística de París, abandona los estudios para empaparse por completo de la literatura simbolista. En 1904 vuelve a Rumanía y publica algunos versos en la revista Viață nouă. Incluso el título de las revistas es sincrónicamente universal, siendo arcos estilísticos, con que los madrileños mismos tenían la revista Vida nueva editada entre 1898 y 1900, propulsora del denominado espíritu del ´98. Y con esta ocasión me acuerdo de Antonio Machado, quien, junto con su hermano, había sido un apasionado del teatro, y tuvieron una experiencia fantástica, yendo a actuar en una obra de teatro en Getafe, pero encontraron el teatro cerrado, así que caminaron de regreso a Madrid. A mí me costó mucho volver a Madrid de Getafe en bicicleta, así que nos damos cuenta de lo vitales que eran los escritores de hace un siglo.
Minulescu debutó editorialmente en 1908 con un poemario y un libro en prosa. También ejerció el periodismo cultural y político, fue un importante autor dramático y ocupó cargos relevantes en la política cultural de Rumanía, como director general de Artes de Rumanía y director del Teatro Nacional de Bucarest. Entonces, aunque dedicado a la bohemia y con conexiones en el mundo de las vanguardias, se aseguró de estar bien integrado al sistema, en lo que los estadounidenses llaman Establishment.
De su obra poética cabe destacar Romanțe pentru mai târziu (Canciones para más tarde, 1908). ¨Romanţa¨ es una especie de poesía y melodía romántica tardía y estilizada por los simbolistas. Musicalmente hablando, en el espacio cultural rumano es una especie de canción sentimental, melodramática. Pero Minulescu combinará constantemente el melodrama con la ironía y la autoironía, incluso la sátira. Por otro lado, un título como De vorbă cu mine însumi (Hablar conmigo mismo, 1913) denota una autorreferencialidad elitista que será prestada por futuros poetas, como Marin Sorescu en su primer volumen Singur printre poeți (Solo entre los poetas, 1964). Pero en Minulescu el elitismo se traduce en citas y reproducciones de nombres y situaciones mitológicas, con un toque modernizador, casi en toques posmodernos a veces. Strofe pentru toată lumea (Estrofas para todos, 1930) es un título que, por el contrario, denota una inclinación democratizadora, de canto de la periferia, con una antigua tradición en el espacio balcánico y del sur de Rumanía, como herencia del canto neo-anacreóntico del siglo XIX, el canto de duelo y de diversión, de kief.
El perfil de un autor incómodo
Autor de la cadena francesa, rompe con la tradición alemana del siglo XIX en la élite rumana. El sentimentalismo de Minulescu es impactante, contagioso y esto conquistó de inmediato al lector simple, nada confundido por las oscuridades, ya que sus canciones son demasiado a menudo absurdos. Podríamos arriesgarnos a decir que anticipa a Jacques Prévert.
Minulescu es un gran modernista, destacado descendiente de Alexandru Macedonski, otro gran francés, pero sin su patético narcisismo. El poeta toma el relevo un poco de los simbolistas (Verlaine, Baudelaire), un poco de los naturalistas, la vida dura y caída, de los dadaístas (Tristan Tzara), anuncia al absurdo (Eugen Ionescu), pero todo en clave personal, simpático en la poesía, por lo que es amado por distintas generaciones. Aquí está la clave de la innovación que trae, porque en el arte si no traes algo nuevo puedes tener éxito con el público, pero no con el futuro. También es un dandy, en la línea de Mateiu Caragiale, sin su patético demonismo.
Además, Minulescu es dueño de un género fantástico especifico a Théophile Gautier y anuncia el de Mircea Eliade. Pero en Minulescu lo fantástico es más relajado y se combina con el humor y la autoironía, con situaciones ridículas por la incompatibilidad con el contexto. Por ejemplo, un dandy no puede asistir a una boda en la provinciana ciudad de Brăila porque no tiene una corbata blanca a combinar con su frac.
Minulescu escribe con talento, expresivo y fluido. En mi opinión, tiene más talento que muchos escritores rumanos contemporáneos intensamente promocionados, pero con menos talento que Gib I Mihăiescu (Zilele și nopțile unui student întârziat - Los días y las noches de un estudiante tardío), o Ion Vinea (Lunatecii – Los lunáticos).
Tradición y anti-tradición
Minulescu no es un gran admirador de la cultura rumana tradicional, aunque interferirá con esa toda su vida. Por ejemplo, al principio del relato La casa de las ventanas de color naranja distorsiona y ridiculiza un poco el estilo arquitectónico tradicional: „Construida en ese estilo que los arquitectos nos han acostumbrado a tomar por rumano —aleros salientes, solana en derredor, ventanas pocas y pequeñas y con puerta de poca altura apoyada en tres peldaños de piedra desgastada en los márgenes”.
Siendo un elitista con un deseo urgente de sincronizarse con el estilo de vida aristocrático de Occidente, describe las clases bajas de Rumania como sin educación y violentas, totalmente refractarias a la novedad y la civilización sofisticada. Los lugareños estan listo para vencer a los que se ven emocionados con la casa de las ventanas naranjas, una casa cuyo estilo desafía la homogeneidad arquitectónica y decorativa del lugar.
Minulescu es un creador excepcional de escenas ridículas, de broma cómica. Por ejemplo, cuando los mismos lugareños se enteran de que un pariente de la Reina de Inglaterra vive en la casa, envían una pomposa delegación de los descendientes de los funcionarios con su mensaje de bienvenida.
Las comparaciones sofisticadas generan la misma ridiculez que proviene de la incompatibilidad: "No obstante, aunque deprimido, mi amigo conservaba toda la actitud de una satisfacción plena, como adoptada del cuadro de la señora Filina que representaba a Napoleón Bonaparte después de la victoria de Austerlitz”.
Estilo y temperamento. La falange crítica
Pero Minulescu también se muestra como un observador de eventos sensacionales, que interpreta de una manera fantástica y fáustica, sin perder los detalles sórdidos del parvenitismo de tiempos de guerra. Así se contextualizará la tragedia ferroviaria de Ciucea.
El hombre moderno se hace presente en toda su obra y se manifiesta en su fascinación por los viajes, incluso en el fino ambiente de siglos, con las máximas precauciones de etiqueta: "Para mí, una maleta preparada para viajar es una auténtica águila domesticada…”
Muchos críticos han minimizado a Minulescu por su falta de profundidad y por su espíritu de imitación despreocupado. Como suele ser el caso, hay un conflicto entre la recepción del público en general y la recepción crítica.
Por ejemplo. G. Călinescu -el crítico literario rumano más conocido y el propio novelista -en su Historia de la literatura rumana desde sus orígenes hasta el presente, cree que Ion Minulescu es un tipo caragialiano (Caragiale, el dramaturgo rumano más importante, conocido por sus comedias), el joven munteniano (Muntenia significa la Tierra de las Montañas y se encuentra en sur balcanizado del país) (volátil, fácilmente emotivo, incapaz de tomarse algo en serio, un incansable productor de "caprichos". Los poemas de Minulescu se derivan del estilo familiar y generalizado del café de Bucarest, ya que la "chanson" parisina se escribe muy a menudo en jerga. ”Hay que "decirlos", como hay que actuar los "momentos" de Caragiale, porque Ion Minulescu es en gran medida un Mitică, un Cațavencu y un Eleutheriu Popescu (divertidos personajes de Caragiale -mi observación) que se han vuelto líricos". De igual manera, Călinescu considera que la poesía minulesciana es "sólo accidentalmente y a veces aparentemente simbolista [...], abdicando de la expresión de emociones profundas". Así, Minulescu sería un imitador burlesco y fácil. Por desgracia, el critico está tan irritado que minimiza la especificidad y la complejidad del arte de Minulescu.
Pompiliu Constantinescu, en Figuri literare (Figuras literaria) destaca el progresismo de Minulescu, que irónicamente se llamó durante el siglo XIX bonjurism (el apodo provenía del saludo y la moda occidental con la que los jóvenes nobles volvían de sus estudios en París). "La poesía del Sr. Minulescu sigue la misma línea evolutiva que nuestra civilización material. Nos hace pasar del ițari (pantalón campesino largo y ajustado de lana blanca o algodón) y el sombrero a la ropa alemana y joven, de la camisa floreada al pijama, del cigarrillo torcido con los dedos a los puros, del aguardiente (țuică -aguardiente fuerte, frutado, saludable, pero con un olor específico, no aristocrático) Văleni al licor y al whisky. Históricamente, el mérito de tal literatura es inmenso y significativo. Su proceso de innovación es voluntario, ligeramente epicúreo, como toda satisfacción, único, su adaptación es ostentosa, voluble y apetecible.” En este caso, la atención se centra en las cualidades de Minulescu como animador y propagandista cultural. Las cualidades artísticas se camuflan.
E. Lovinescu, crítico interesado en la autonomía de la estética y en la sincronización con Occidente a pasos agigantados, sin una evolución natural, por lo tanto cercano a la posición cosmopolita de Minulescu, en su Historia de la literatura rumana contemporánea define esta poesía como un "simbolismo para la comprensión de todos" y lanza cándidamente, en el mismo preámbulo del análisis, "una primera sospecha sobre la calidad de un poema tan comunicativo", para luego hablar de "una forma más externa y mecánica de simbolismo". En efecto, el éxito de esa poesía se debe a su facilidad comunicativa, procedimiento retomado en la década de 2000, jugando aquí un papel importante la teoría de la comunicación.
Visiblemente, muchos críticos lo consideran un autor menor en cuanto a su poesía, con muy poca referencia a su prosa. Sin embargo, hay posiciones más sutiles, por ejemplo, encontramos un crítico de nueva generación, Răzvan Voncu, que niega el clasicismo solar superficial, winckelmaniano (de Johann Joachim Winckelmann) de Minulescu, que va a ser contradicho por Jacob Burckhardt, el que consideraba que el antiguo mundo grecorromano esconde fuertes conflictos bajo la sonrisa despegada de las estatuas.
Toda la creación poética de Ion Minulescu se sustenta en este tema del saber (más precisamente, de la fatal incertidumbre contenida en el saber). Barcos que parten y no regresan, templos, peregrinaciones, retorno, liturgias profanas, etc., todo esto constituye la sustancia de un poema bastante misantrópico y triste, que contradice con vehemencia la observación de Călinescu de que Minulescu siempre permanecería solar y brillante, reflejando la familiaridad del crítico con el hombre Minulescu más que con el poeta Minulescu. Minulescu es, en efecto, un caso espectacular de -como dice la teoría de la recepción- creador de textos con múltiples ofertas, que carcome el horizonte expectante. Por un lado, el poeta satisface el gusto sentimental de los "descendientes de Ziţa" (otro personaje caragialiano, una mujer voluntaria y vulgar, pero de fatal feminidad), pero por otro apunta a un distinto tipo cultural de lector: el de conocimientos ocultos, capaz de descifrar símbolos y meditar sobre temas abismales, que también son verdaderos temas minulescianos.
El poeta y prosista Ion Minulescu cara a cara
Como todo payaso autentico, el poeta está bastante triste, incluso (o especialmente) cuando se ríe a carcajadas. Su propio erotismo no sólo es escandaloso desde el punto de vista de la moral burguesa: es desesperado y exasperado por la misma ausencia de certeza. Minulescu tiene el horror del vacío y nada -ni el amor libre, ni los decorados decadente-lascivos, ni siquiera la clamorosa poesía simbolista- no lo salva de esta negra fantasía de la Gran Ausencia…
De hecho, el poeta escribió su destino póstumo en solitario, con una lucidez lúdica notable. La prosa más bien macabra que fantástica Cetiți-le noaptea! (Léelos de noche) (1930) llama la atención sobre la existencia de un Minulescu nocturno, diferente del "diurno", que se ganaba la vida fumando habanas en Capșa (el café literario y cultural moderno y de moda más famoso de Rumanía, ubicado en el centro de Bucarest) como un próspero cultivador de algodón. En 1936 Minulescu produjo una colección de prosa con un título elocuente por su arlequinismo vanguardista, Nu sunt ce par a fi (Yo no soy lo que parezco ser).
Tudor Vianu afirma que los accesorios artísticos de Minulescu no son símbolos, sino alegorías, conceptos nocionales más o menos claros, utilizados para expresar objetos del mundo sensible, asociados a ellos a través de una conexión externa y superficial. La verdadera poesía simbolista era una forma de lírica indirecta, una forma del poeta lírico de expresarse a través de un entorno de objetivos aparentes (por ejemplo, a través de un paisaje) o al menos a través de una impresión directa recibida de las cosas. (Aquí Vianu mezcla simbolismo con impresionismo). El simbolismo significó, a través de esta guía suya, un gesto de reserva y discreción lírica, un paso hacia la intimidad más profunda de la conciencia, una reacción anti-retórica. «Prends l'eloquence et tords-lui le cou», "Toma la elocuencia y tuerce su cuello”, aconsejó Paul Verlaine a sus jóvenes contemporáneos. Pero no había otro poeta más retórico que Ion Minulescu. Bajo la apariencia de sus modales simbolistas, la verdadera naturaleza de su poesía se nos revela solo cuando la entendemos como una forma no solo del lenguaje hablado (que en última instancia reside en la naturaleza de cualquier poema), sino del lenguaje recitado. De aquí parte, junto a su musicalidad contagiosa, su tolerancia a los lugares comunes del lenguaje, las enumeraciones y ampliaciones más retóricas, la multitud de sus interjecciones y antítesis, su forma dirigida.
Fue, ante todo, un poeta urbano, una especie bastante rara en su ámbito literario. Cantó el paisaje de las ciudades, con sus calles, con sus edificios y vehículos, con su hormiga humana, con sus pequeñas y grandes tragedias. Además, Răzvan Voncu nota que era un poeta del mar. Antes de Minulescu, el mar se cantaba poco en la poesía rumana. Minulescu superó el marco un tanto estrecho, un tanto provinciano de la poesía de su tiempo. El poeta estaba dominado por el gusto de lo exótico, de la civilización y de lo moderno.
El escritor en prosa Minulescu es casi ignorado en la cultura y la escuela rumanas. Porque no se enseña casi en absoluto a nivel universitario. A pesar de esto, fue un prolífico escritor en prosa y periodista. La casa de las ventanas naranjas es una colección que incluye obras de juventud, desde 1908, mezcladas con otras ya maduras, y todo el volumen, pues, es una colección heterogénea. Una prosa que anuncia los posteriores escritos grotescos y góticos y patéticos irónicos, en la línea de E. A. Poe y Jules Laforgue. Minulescu está imbuido tanto del espíritu simbolista como del espíritu balcánico. Es un cosmopolita y un globalista anticipatorio que admira los acontecimientos extranjeros más que los de Rumanía. Pero que no escapa al legado del sur de Rumanía, el de la influencia balcánica. Es un escéptico jovial con una escritura clara y eficaz.
No obstante, su claridad es específica de la atmósfera, no de la estructura. Como simbolista de estructura romántica, lacrimógena, además de inteligente, escurridiza, ingeniosa, con witz, es natural que su prosa no dure mucho en una estructura dórica. Paradójicamente, Minulescu es más cualitativo en su prosa, donde experimenta mucho, sin renunciar a las cualidades que la hacen llamativa: claridad, inteligencia, descripciones dinámicas y comparaciones refinadas, pero sin cansar.
FELIX NICOLAU es un escritor y filólogo rumano, lector de Lengua y literatura rumana en la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de la Universidad Técnica de la Construcción de Bucarest, Departamento de Lenguas Extranjeras y Comunicación. Profesor en el Instituto de Lengua Rumana de Bucarest y afiliado a la Escuela de Doctorado de la Universidad "1 Decembrie 1918" de Alba Iulia, Rumanía. También editor de la Swedish Journal of Romanian Studies de la Universidad de Lund, Suecia, donde enseñó durante cuatro años.
Como escritor, ha publicado varios libros de poesía y dos novelas: Kamceatka. Time is Honey, Pe mâna femeilor, Tandru şi rece, Bach, manele şi Kostel, Cucerirea râsului, Salonul de invenţii.
Revista Ágora digital / diciembre 2022/ Literatura rumana
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