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domingo, 9 de junio de 2024

¿Qué es para mí Kafka? En el centenario de la muerte de Franz Kafka. Por Fulgencio Martínez. Avance de Ágora n. 28. Nueva Col. Verano 2024. Tercera Parte

 


 

 

            ¿QUÉ ES PARA MÍ KAFKA?

 

               En el centenario de la muerte de Franz Kafka

 

El 3 de junio de 1924 murió el escritor, de tuberculosis, con apenas 40 años.



                     por Fulgencio Martínez

 

 

¿Qué es para mí Kafka? ¿Qué me ha enseñado? Estas preguntas me fuerzan a tratar de recordar cuándo comencé a leerlo y en qué épocas de mi vida he vuelto a acudir a su lectura.

Tengo el recuerdo preciso de que la primera vez que oír el nombre de Kafka fue de labios de una profesora de Literatura del instituto donde cursaba los primeros años de bachillerato, que se llamaba María (no recuerdo su apellido). A los adolescentes como yo que nos gustaba escribir y que habíamos intentado alguna redacción presentada a un premio en la provincia, nos recomendaba a un tal Kafka como modelo. Años después, a los catorce o quince, junto a diálogos sencillos de Platón (Fedón, Apología, Fedro), sonetos de Miguel de Unamuno y novelas de Pío Baroja, leía La metamorfosis. Y más tarde, en plena rebeldía adolescente, la Carta al padre, El proceso, Un médico rural, Un artista del hambre. Las Cartas a Milena cerraron este primer ciclo de lecturas kafkianas (No había leído aún la obra magna, El castillo).

 


 

Las Cartas a Milena y el Diario de un seductor, de Kierkegaard, dirigido a la prometida de este, Regine Olsen, como las del escritor de Praga a su amor epistolar Milena Jesenská, se alternaban en mi continuada lectura de los ensayos de Unamuno: Del sentimiento trágico de la vida, Vida de don Quijote y Sancho. El existencialismo es a veces la mejor cura del desengaño de amor en la juventud. Aunque leí también el Werther, de Goethe, por fortuna para mí ya se había inventado la medicina existencialista (¡gratitud eterna a Sören Kierkegaard, Unamuno, Kafka y Heidegger, del que también leíamos su Introducción a la metafísica y aquellas páginas que podíamos entender de Ser y tiempo, y, claro, al iniciador, al maestro del pesimismo: Arthur Schopenhauer! ¡Cuánto suicidio se ha evitado desde entonces a acá gracias a esos trágicos modernos!).

De todas aquellas lecturas adolescentes y juveniles de Franz Kafka retengo una frase, que no juraría sea literalmente tal como la recuerdo: "Todo hombre está perdido en el tiempo." La idea de que hagamos lo que hagamos, en algún momento de nuestras vidas caemos en la cuenta de estar perdidos en el tiempo, como el que está dentro de una nave solo navegando por el espacio infinito, esa idea se me hizo carne y herida vital pasados unos años.

No volví a leer a Kafka hasta mis treinta. En esa década de mi vida me había separado, y claro es, tras la crisis consiguiente a perder a mi familia y mi antiguo yo, traté de refugiarme en una inagotable búsqueda de una nueva identidad, me entusiasmé con los libros de Kafka. Esta vez, sí, leí El castillo, me zambullí en apnea en esa obra tan profundamente laberíntica y maliciosa. Como toda gran literatura moderna, desde Baudelaire, estamos ante las entrañas del mal y volvemos a veces más inseguros tras leer esas obras. Como ocurre cuando uno siente que se le acaba la juventud, casi a los cuarenta, me dio por la moda adolescente de las camisetas con mensajes, como no había hecho ni siquiera me hubiera pasado por la imaginación en mi seria adolescencia.

Una amiga, profesora de francés, que había viajado a Praga (en los noventa del siglo XX, un destino también de moda, recién derribado el Muro), me trajo de allí una camiseta con el rostro de Franz Kafka y la leyenda: Praha, en el centro de un dibujo de la calle donde habitó el escritor. Me la puse para acudir a algunas citas, literarias o no; contento como un chaval, presumiendo (cada cual presume de la tontería que quiere) de adicto a un culto semisecreto.

Mis lecturas del maestro de Praga en esos años, entre los 33 y los 40 y pico, fueron intensas. Si tuviera, sin embargo, que recuperar de ellas ahora una enseñanza, un pensamiento, una emoción, me vería sinceramente en un aprieto, como Lope. Creo que la filosofía más honda escrita en el siglo XX la escribieron los grandes novelistas: Proust (En busca del tiempo perdido), Kafka (El castillo), Thomas Mann (Doctor Fausto), Hermann Broch (La muerte de Virgilio),  Robert Musil (El hombre sin atributos) y en español Borges (El aleph)  y Unamuno (Niebla).

No me dicen nada los tópicos o ideas generales que rehuyen enfrentarse a la complejidad de una obra y un autor. Recurrir al expediente de ver en Kafka un crítico avant la lettre del totalitarismo o de la sociedad de control en que hoy nos encontramos, es una elección, sin duda, pero no la comparto.

De Kafka me quedo hoy en día con la sensación de no haber entendido aún nada de su obra. Nada. Si acaso intuyo y sé por mi cuenta aquella idea que leí y retuve, que antes os decía: al final todos perdemos el norte en la vida, cada cual está perdido en el laberinto de su existencia. Ahora quiero recordar que, en aquella cita, empleaba Kafka el término "laberinto", y que posiblemente, esta otra versión sea más fidedigna, entre las brumas de mi memoria: Al final, todos acabamos perdidos en el laberinto de la vida. La amiga que me trajo aquella camiseta de Praga murió en un accidente de tráfico a principios de este siglo. No he vuelto a leer a Kafka desde entonces; desde mis cuarenta años (hoy tengo 63). Es como si el hombre que ahora soy no lo hubiera leído nunca (han pasado más de veinte años). Si me sorprendo cuando un escritor joven me dice sus referencias, sus lecturas, las cuales nunca son ni de lejos las mías (más aún: ni siquiera me suenan esos nombres que son maestros de autores de esta nueva generación), ahora me doy cuenta que tampoco el que yo soy actualmente ha leído a Kafka, como ellos, tal vez. 

 

Fulgencio Martínez López ha sido profesor de filosofía. Dirige y edita la revista Ágora. Es autor de un ensayo sobre Antonio Machado, también de varios poemarios y de la antología actual de poesía española La escritura plural (Ars Poetica, Oviedo, 2019).

 

La revista Ágora, n. 25, Nueva Colección, Primavera 2024, avanzó un dossier "En el año del centenario de la muerte de Kafka", con artículos del profesor José Luis Martínez Valero y de la profesora Anna Rossell.

ver:

 https://www.calameo.com/read/0028272968f1425312582?trackersource=library

 

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