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lunes, 3 de junio de 2024

CONVERSACIÓN CON ALEJANDRO BONA ESTER, GANADOR DEL II PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA JOVEN ÁNGEL GUINDA, CON "BREVIARIO DEL FRÍO" /Poemas de Alejandro Bona Ester. ÁGORA N. 27. Nueva Col. Verano 2024. 2ª Parte. Conversaciones con...


                                                                                                    Alejandro Bona Ester. Foto de Fanny Ester

 

CONVERSACIÓN CON ALEJANDRO BONA ESTER, GANADOR DEL II PREMIO  INTERNACIONAL DE POESÍA JOVEN ÁNGEL GUINDA, CON BREVIARIO DEL  FRÍO / Poemas de Alejandro Bona Ester

 

 

                                                                                                           Por Fulgencio Martínez

 

 

Alejandro Bona Ester (Zaragoza, 1999), profesor de Lengua y Literatura castellana, ha ganado con su primer libro, Breviario del frío, el Premio Internacional de Poesía Joven Ángel Guinda 2024, convocado por la editorial Olifante; un Premio que en su segunda edición se reafirma como un referente de la poesía joven en español. El libro será editado en la Colección Aiseul de la mítica editorial Olifante con sede en el Moncayo que cantó don Antonio Machado. Mérito reseñable, por un lado, el de los poetas que se acercan a este premio sin dotación económica y, por otro, el de la editora (y también poeta) Trinidad Ruiz, que desde hace cuatro décadas apuesta sin desánimo por la edición, preferentemente de libros de poesía, y para la que el cuidado artístico y la calidad poemática son irrenunciables.

Los jurados del Premio (poetas y críticos reconocidos: Reyes Guillén Bernad, María Martín Hernández, ganadora de la I edición,  David Francisco González  y Manuel Martínez-Forega, que ha ejercido como presidente) han valorado en Breviario del frío su “pulcritud formal”, “el equilibrio entre la intensión y la extensión de su escritura”, y “el novedoso tratamiento dramático de la metapoesía, del metalenguaje, desde una perspectiva alejada del objetivismo para situarse en un subjetivismo sentido.”

 

Fulgencio Martínez: ¿Quieres comentarnos este último aspecto destacado en tu libro?; me refiero a tu tratamiento de la metapoesía, del metalenguaje.

Gil de Biedma entendía que la poesía, la escritura de poemas, formaba parte de una búsqueda personal, de la propia identidad del yo en formación. ¿Estarías de acuerdo en tu caso? Quizá, habría que añadir a la escritura de poemas, la reflexión sobre la poesía, ¿no?

Alejandro Bona Ester: Creo que sí. Personalmente, a la hora de escribir poemas no busco un desahogo o una catarsis momentánea. No voy a negar que no la haya, por supuesto. Sin embargo, creo que un poeta va más allá de la catarsis rápida: busca un lugar donde poder catartizarse. Como bien dices, la escritura es una búsqueda de la identidad, tanto si esa búsqueda se hace por los cauces de la tristeza o de la alegría. Y creo que esa identidad se busca y se encuentra cuando el poeta crea su mundo poético hecho a la medida de sus oquedades, pues la realidad a veces choca con el deseo y el poeta erige un mundo propio para poder comprender los motivos de su silencio; crea un lugar en donde sentirse seguro, en que se puede comunicar aunque al otro lado no sepa quién está. Es la comunicación por la comunicación en sí misma. Esto me hace recordar unas palabras de José Ángel Valente, quien decía algo así como que la poesía es el juego al que aprendió a jugar desde niño, y creo que tiene toda la razón, pues, al fin y al cabo, la poesía es algo así como un juego infantil, sigue sus mismas coordenadas: el niño, al igual que el poeta, crea un mundo a la medida de sus preocupaciones y de su necesidad y totalmente alejado del real.

Muchas veces uno no sabe por qué se encuentra desolado o, si lo sabe, no sabe cómo salir de ahí, no comprende sus sentimientos. Es en esos momentos donde yo en particular más escribo. Me meto en el mundo que he ido creando a través de símbolos, metáforas e imágenes recurrentes u obsesivas para poder encontrarme, saber qué siento y, cuando me encuentro, intento traducir todo ello a un lenguaje que tenga en cuenta la sensibilidad del otro, del lector.

 

F.M.: ¿Cuáles han sido y son tus referentes en poesía? Me gustaría que comentaras esas referencias en relación a tu propia evolución; qué autores en sucesivas etapas has incorporado a tu propia interpretación del quehacer poético.

 

A.B.E.: Las primeras referencias que tengo fueron, de adolescente, el poemario Lo vívido vivido de Sharif Fernández, Poemas de otros de Mario Benedetti, Baluarte, de Elvira Sastre y una antología de poesía barroca en la que leí por primera vez el soneto de Lope que comienza con el verso Ir y quedarse y con quedar partirse.

Tras estas lecturas de la adolescencia temprana, empecé a adentrarme en el mundo de la poesía, en el cual fueron poco a poco apareciendo poetas de gran importancia para mí como Antonio Gamoneda, la poesía de los siglos de oro, sobre todo la poesía mística; Alejandra Pizarnik, Eva Gallud, Iñigo Linaje, Belén Mateos... Pero, por encima de todos, las influencias que hoy en día noto más fuertes y que son las que han sido constantes a lo largo del tiempo (no digo que esta influencia se presente necesariamente en la estética de mi obra, pero sí en la concepción de lo  poético, en el compromiso que he adquirido con la palabra) han sido Alfredo Saldaña, Ángel Gracia, José Ángel Valente, Sandra Lario (últimamente estoy releyendo libros suyos y me he dado cuenta de las coincidencias a la hora de escribir) y, por encima de todos, a Ángel Guinda, poeta al que descubrí hace cuatro años y que se ha convertido en mi compañero de viaje.

 

F.M.: Es este tu primer libro. Supongo que la emoción que te ha producido el ganar el Premio, que lleva, además, el nombre de un gran poeta como Ángel Guinda, se verá aumentada cuando tengas en tus manos el libro editado por Olifante. Luis Cernuda comentaba que no pudo dormir en toda la noche cuando le llegó a sus manos un ejemplar de su primer libro, Perfil del aire, si no me equivoco.

 

 

                                                Ángel Guinda. Fuente: Tigres de papel



A.B.E.: Como digo, Guinda es el poeta de mi vida. Ganar el premio que lleva su nombre, siguiendo la estela además de otra gran voz de mi ciudad como es la de María Martín, me produce unas sensaciones que no sé explicar. Decir que es emocionante es poco. También es una gran ilusión publicar en Olifante, pues es la editorial de la que más he bebido y una de las que más admiro, pues en ella están publicados poetas que han sido mi piedra angular. Además, admiro profundamente a Trinidad Ruiz Marcellán. Es una persona que ha dedicado su vida a la poesía. Me parece admirable ese amor que tiene a la palabra y es una gratitud inmensa estar en su sello editorial.

 

 F.M.: ¿Cómo ves la poesía que se está haciendo actualmente? ¿Qué te parece más relevante en la proyección pública de la poesía? (si es que existe tal cosa: lo de la proyección pública, me refiero; fuera del circuito de algunos Premios y reconocimientos autotélicos, con escala en Ayuntamientos y editoriales del mismo circuito).

 

A.B.E.: En Zaragoza creo que está habiendo un gran cambio. Igual en otros lugares también, pero en mi ciudad, que es donde vivo, está apareciendo un conjunto de poetas que no se han de dejar desapercibidos.

Ya se sabe que hoy en día si quieres ganar ciertos premios relevantes (premios que, a mi juicio, si se presentan ganadores del siglo pasado, hoy en día no llegarían a ser ni accésit ni finalistas) has de escribir con una determinada estética, y es verdad que la poesía actual, en especial la joven, muchas veces peca de confundir éxito con mérito, lo que conlleva a que se escriban obras que, en el mejor de los casos podríamos decir que son inocentes, por no decir que son libros que buscan la emoción epidérmica, el aplauso fácil y la breve fama de unos meses en televisión.

Sin embargo, en Zaragoza, que es la ciudad en la que vivo (lo que no quiere decir que en otros sitios también suceda, repito), como un grupo de irreductibles galos, podemos encontrar a varios poetas que no le siguen el juego al poder y si reciben algo de él, no es porque se hayan doblegado, sino porque su obra merece la pena. Son poetas que son conscientes que el compromiso que tienen no es con una editorial de gran nombre o con cierto público, sino que dicho compromiso lo tienen consigo mismo y con las palabras. Hablo de poetas como María Martín, Sandra Lario, Cris Rivero, Erik Salvador, David Conde, Aitana Monzón, Celia Carrasco o Sara Balporte. Estas poetas son cada una diferente, con una estética distinta, con temáticas convergentes y divergentes que han hecho posible que en Zaragoza haya un panorama joven y actual rico, fecundo y en el que merece la pena adentrarse.

 

F.M.: Por fortuna, la poesía “no se vende” (bueno, algo sí debería venderse para que pueden sobrevivir pequeñas editoriales). La vocación y dedicación sinceras a la poesía que tiene un joven como tú es siempre la mejor arma cargada de futuro. ¿No crees que vivimos en tiempos donde hay una cierta confusión (incluso en los mismos poetas) entre lo poético y las etiquetas externas, ideológicas, o de cualquier tipo (casi siempre de tipo político partidario), que se anteponen a la visión de los poemarios y de la calidad de los poetas? Si me dicen de una novela o un libro de poemas que defiende los valores de tal o cualquier causa, yo ya dudo del autor…

 

A.B.E.: Creo que ese es el cáncer de la sociedad. Ahora todos estamos demasiado radicalizados y esa radicalidad se trasvasa a cualquier campo de la vida. Yo tengo mi ideología: soy socialista convencido, consciente de los fallos de lo que defiendo y de los logros que se han conseguido. Soy consciente del socialismo con rostro humano, de las barbaridades que se han hecho en nombre de la libertad y de la democracia social. Pero también soy consciente de todos aquellos comunistas, republicanos, socialistas y anarquistas que lucharon para que pudiéramos vivir en un mundo mejor; y soy consciente también de los avances sociales que se han conseguido. Y por esto sé cuál es mi contrincante político, quién está en mi bando.

Sin embargo, me niego a dejar de leer a gente como Borges o a  Luis Rosales. Creo que la política (ahora) aleja y la poesía nos acerca. Yo me he sentido identificado en el amor por los libros que se refleja en La biblioteca de Babel y siempre defenderé que el recuerdo es la única forma de la alegría.

Creo que ahora, sobre todo en la izquierda, hay un puritanismo íntimo que tiene que ver más con ese rescoldo social del cristianismo más extremista que con la sociedad democrática y avanzada en la que estamos.

La poesía es el campo de la humanidad y por ello estoy tan a favor de esa utopía del comunismo poético que Juan Ramon Jiménez promulgó en 1936. Si la gente leyera más poesía creo que se daría cuenta de quién es al que tiene enfrente y eso ayudaría a comprendernos, saber que, al final del día, todos nos vamos a dormir con las mismas heridas, con las mismas preocupaciones y con las mismas ausencias.

 

F.M.: Te haré una pregunta…, quizá merezca extenderme antes en el contexto. Estás, como investigador, estudiando algunos autores de la posguerra y finales del franquismo, que estuvieron presos en las cárceles de la dictadura. Marcos Ana, José Luis Gallego Fernández; este poeta, conocido como Jose Luis Gallego, fue uno de los impulsores del Club de Amigos de la Unesco en Madrid, un centro de cultura y de poesía que conocí y frecuenté en mis años de estudiante universitario, a finales de los 70, cuando se encontraba el Club en la Plaza Tirso de Molina. A principios del año 80 puso allí una bomba la extrema derecha de la época (entonces, rivalizaban unos fascistas de “derechas” y otros de “izquierdas” en poner bombas); pude haber estado allí, a esto aludo en un poema mío, donde recuerdo hasta una de las tardes en que estuve allí presenciando un recital sobre poemas de Rafael Alberti.

¿En qué medida el historiador de la poesía o el poeta, o ambos, se encuentran concernidos por determinados hechos históricos? Y ¿con qué criterio habría que tratarlos desde una generación como la tuya, que tiene otro horizonte?

 

A.B.E.: Todo ser, poeta o no, está comprometido con su tiempo, sobre todo con el pasado. Como docente, siempre intento que mis alumnos comprendan que la historia puede ser una circunferencia o una línea recta: todo depende de la conciencia que tengamos. No conocer lo que ha sucedido, como ya se ha dicho mucho, nos condena a repetir los errores del pasado.        

          Ahora mismo vivimos en una sociedad donde lo inmediato impera, donde todo es blanco y negro, donde los maniqueísmos personales e ideológicos son el pan de cada día. Personalmente, aunque sea joven, he perdido la entereza y la vivacidad de cambiar las cosas en el campo de la política (no creo que los partidos que haya hoy en día, pequeños o grandes, velen al cien por cien por la ciudadanía). Sin embargo, aún conservo ese impulso hacia la política, hacia el cambio y la concienciación de la población, pero ya no sigo las vías tradicionales de militancia. Mi militancia, mi compromiso con el tiempo, más que con mi tiempo, se basa en querer sacar a la luz, aunque quizás vaga y torpemente, una serie de vidas pasadas, como son las de Gallego y Ana, que merecen ser reivindicadas no solo por su calidad poética, sino porque su poesía es también el testimonio más hondo y sincero de lo que causa el totalitarismo, la incomprensión, la trinchera y el aislacionismo social, sucesos todos ellos que hoy en día están volviendo a resurgir entre nosotros.

          Creo, humildemente, que el poeta como ciudadano que es, ha de comprometerse con su entorno y con su historia a través de las herramientas que tiene, bien sea la escritura de poemas o bien con el estudio de esas personalidades que nos hacen tomar tierra y ver que solo aprendiendo del pasado se puede construir un futuro.

 

F.M.: Por último, te pregunto por los nuevos poemas o textos que estás escribiendo, pues seguro que tienes nuevas cosas que decir… ¿Por dónde intuyes que va tu poesía en un tiempo próximo? 

         

A.B.E.: Últimamente estoy escribiendo unos poemas que siguen una línea temática concreta: la noche, el autoconocimiento y la reflexión hacia todo lo que me rodea. Son poemas breves, algunos de tan solo dos versos. Es un camino que quiero explorar. No sé a dónde me llevará. Quizás eso sea lo mejor: saber que esta empezando un viaje, que se está abriendo ante mí un camino cuyo destino ignoro.

 

F.M.: Te agradecería que nos ofrecieras a los lectores de Ágora unos cuantos poemas tuyos (del libro premiado y/o inéditos), pues creo que la lectura de los poemas será la mejor forma, en definitiva, de conocer al poeta; además (claro es) de tus reflexiones en esta entrevista, que nos han servido también para conocerte.

 

 


Poemas de Alejandro Bona Ester


POEMAS DE BREVIARIO DEL FRÍO

 

 

Nada sucede

 

Llega el invierno

como una desmemoria que todo lo borra

y nada sucede:

los días yacen tras de mí como una tierra de fruto incierto,

el mar se aproxima – el pulso no acude –,

las líneas se deshacen con el agua que cesa,

los pájaros huyen al difuminarse los árboles.

 

La vida envejece sobre unas manos

agrietadas por las migraciones y la ventisca.

 

Nada sucede.

                     Avanza la niebla.

 

 


Poema sin remitente

 

Con un temblor de tiempo recordado

tus manos se mostraron disolviendo el aire.

 

Se hacen carne las certezas:

no ser nunca tu silencio, sí el palpitante abismo

que esconda tu frío entre sus dedos

y te alcance la tibia ilusión de la liturgia de los días.

 

Si los senderos callan las direcciones

te entregará un abrigado sueño como la vida

la leve escarcha callada de mi vacío.




Casus pacis

 

Replegada la luz, se abre la palabra

como una semilla indecisa

en la hondura virgen de la noche.

 

 

 

Al otro lado de la voz

 

Cuando no alcanza a trazar

el pulso oculto del tronco vencido,

- esa silenciosa victoria sobre la muerte -

se bosqueja una fisura en la voz:

territorio ignoto en el que solo somos nuestro vestigio trémulo,

región que espera que comencemos a caminar.


 

 

POEMAS INÉDITOS


HAY ALGO

 

Hay algo de esperanza

en el acto de hacerse con unas cuantas palabras

para decir

que cesa la voz ante el silencio de la tierra.

 

 

 

EL CANTO

 

Todo canto es un exilio,

el necesario deber de edificar

en una tierra ajena

un mundo que llegue a comprender

los motivos de nuestros silencios.

 

 

 

(Poema sin título)

 

El silencio del mar

es el canto de la selva.

 

 

            ALEJANDRO BONA ESTER



 

Alejandro Bona Ester (Zaragoza, 1999) es profesor de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria. Ha participado con artículos y poemas en las revistas Turia e Imán y en varias antologías poéticas. Actualmente realiza un máster de investigación en el que se está centrando en el estudio de la poesía en las cárceles franquistas, especialmente en las obras de Marcos Ana y José Luis Gallego. En 2024, con su primer libro, Breviario del frío, ha sido ganador del II Premio de Poesía Joven Ángel Guinda, que promueve la editorial Olifante.

 


 



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