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jueves, 6 de junio de 2024

"LA VIDA EMPIEZA EL VIERNES". IOANA PÂRVULESCU. Artículo de Encarnación García de León. Revista Ágora N. 27. Nueva col. Literatura rumana

 

 

 

LA VIDA EMPIEZA EL VIERNES. IOANA PÂRVULESCU

 

                              por Encarnación García de León

 

 

Iona Pârvulescu

La vida empieza el viernes

Trad. al español: Joaquín Garrigós

Báltica editorial. Noviembre 2023

308 pp.

https://www.casadellibro.com/libro-la-vida-empieza-el-viernes/9788412546590/14422760

 


La escritora se inscribe, con esta novela publicada en 2009 y traducida al español en 2023, en la corriente actual de la literatura rumana, en la que ya no se recogen la dura experiencia de los ciudadanos rumanos con la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial, la dictadura nazi o la dictadura comunista. Su argumento se occidentaliza con una historia policíaca y fantástica con varias voces narrativas, en el marco temporal de finales del siglo XIX. En 2013 recibió el Premio de Literatura de la Unión Europea.

Estructurada en trece capítulos que corresponden exactamente a trece días, desde el viernes 19 de diciembre al miércoles 31 del año 1897 y un Epílogo que establece la relación entre el pasado y el futuro, reflexiona sobre la idea de que el presente es la “ventana al futuro”.

Se celebra la cena de Nochevieja en casa de la familia Livezeanu, con quince invitados. Antes de que los cañonazos den la entrada al Año Nuevo, se entretienen con un recién inventado juego de sociedad. Cada invitado hace una predicción, en la que inevitablemente se retrata su personalidad, avanzando los cambios del nuevo siglo, unos más acertados que otros: la caída de la torre Eiffel, a la que llaman dama de hierro, cambio en la Prefectura de policía, desaparición del corsé femenino, avances en la medicina, etc.

Cuando le llega el turno a un extraño personaje, Dan Kretzu, a quien habían encontrado desmayado y casi congelado, sorprende a todos porque él mismo no sabe quien es ni qué hace en ese lugar y en ese tiempo. Está desorientado porque no cree que sea bueno mirar demasiado al pasado y convencido afirma: “mi pasado se ha fundido con el futuro”. Y aclara esta convicción, con unas enigmáticas palabras que los demás invitados no aciertan a comprender: “Puede que, como no se ha dicho todavía, pero se dirá pronto, los años no se muevan, como el paisaje que se ve desde la ventanilla de un tren, y nosotros seamos los que pasamos” (p. 302)

El tiempo articula la historia social en la ciudad de Bucarest: una historia presente y la memoria de un pasado/futuro, en la que conviven la realidad y la fantasía, ambas encarnadas en el personaje Dan Kretzu quien, tras un supuesto viaje en el tiempo, despierta en Bucarest en diciembre de 1897. Los demás personajes lo perciben como un ser extraño, “con esa pinta de haber caído del cielo … una especie de marciano que olía a pobreza”, que parece venir de un mundo tan real como en el que está ahora, pero completamente ajeno a las costumbres sociales de este nuevo mundo: va totalmente afeitado, tiene un extraño estilo en su modo de vestir, no se extraña de la novedad de tomarle las huellas dactilares en comisaría pero sí se sorprende al ver orinar a un caballo, no conoce los gestos de cortesía como besar la mano y no se asombra cuando oye hablar de unos cuantos prodigios de la ciencia que están cambiando la sociedad de finales del siglo XIX hacia el progreso.

Quizá todas las cosas que pasaron y que pasarán, estén pasando ahora en el presente. Quizá lo que pasó es lo que pasará” (p. 42), exclama Dan en una larga reflexión, sin entender dónde está ni de dónde viene, dudando si es un sueño porque no reconoce nada de lo que ve y pensando cómo adaptarse a esta nueva realidad, ajena totalmente al futuro que intuye.

La escritora en un alarde metafórico, pone en boca de Procopiu, redactor del periódico Universul una curiosa percepción de Rumanía: “Yo creo que Rumanía se parece a una orquesta, solo que todavía no ha tocado ningún concierto, sino que está siempre ensayando. Que si un violinista chirría, que si el solista entra a destiempo, que si los instrumentos de viento desafinan o el director se enfada, detiene la música y les riñe a todos juntos, todo está incompleto y hay que volver a empezar desde el principio” (p. 261). Es una orquesta que hace interminables ensayos. Y el fragmento metafórico continúa con la opinión de otros personajes: unos identifican Rumanía con el juego de billar, otros con un enjambre de langostas.

La celebración de la festividad de Nochebuena, Nochevieja y Año Nuevo, reúne a los personajes en torno a la mesa y facilita el retrato de una sociedad con sus correspondientes costumbres y estratos sociales. Los personajes van apareciendo poco a poco y, progresivamente, se van describiendo en este presente narrativo, retratando además su vida cotidiana, en un Bucarest cuyas calles recorren, calles que se reconocen, Calea Victoriei, Calea Carol, Calea Sfântul Ionică detrás del Teatro Nacional donde tiene la consulta el doctor Margulis, aunque algunas hayan cambiado posteriormente de nombre. La calle Teilor, por ejemplo, con “casas espléndidas”, “de aspecto despampanante”, siempre con los candelabros encendidos es la calle Vasie Lascar, o la calle Sarindar se llama hoy Constantin Mille. Las mujeres que habitan estas casas recorren, en coches de caballos, prestigiosos locales cuando salen de compras: La Casa de Marie Rose, si buscan modista o lencera, la Maison Robin para sombreros y corbatas de caballeros, la pastelería Capșa de Fialkowski con su estupenda estufa-horno en la pared, etc.

Algún personaje como Procopiu, redactor del periódico Universul, recorre Bucarest en tranvía, desde el Palacio Episcopal a San Jorge, después a Mosilor y desde allí por el bulevar Elisabeta, hasta la parada del parque Cișmigiu, bordeado de parterres de flores, un reloj solar, desde donde doblaba a la derecha hacia la calle Brezoianu. El lector viaja con el personaje, ve la ciudad a través de sus ojos y descubre distintos entornos sociales: la casa de una familia media, la del doctor Margulis, en una calle céntrica, la casa modesta del tío Cercel, portero del periódico en las afueras de Bucarest, la casa pequeña y con escasas comodidades donde vive el recadero Nicu y su madre, y los apartamentos lujosos donde están los personajes de la clase social alta. De todos ellos hay una referencia a su intimidad y a su historia, tanto personal como en relación con la vida pública.

Entran y salen de edificios así mismo reconocibles. Los espacios sitúan la acción y sostienen la trama. De esta manera, Bucarest es un personaje literario que descubre el trasfondo de los seres que la habitan: para unos es un lugar donde sufren el frío, la soledad y el hambre; para otros es un espacio de bienestar y privilegio; para otros es un escenario de estabilidad o de competencia, etc. La biografía y las experiencias de los personajes y su problemática se desarrollan en la ciudad donde habitan.

 Y la arquitectura, edificios y distintos espacios (el Teatro Nacional, el Palacio Real, el lago Cișmigiu, el bulevar con el edificio de la Universidad y la estatua de Miguel el Bravo, la Prefectura de la policía, la Iglesia ortodoxa de San Esteban, los Baños de Grivița, la Casa de Salud del doctor Rosenberg…), reflejan la economía de la zona, las normas sociales, tradiciones, conflictos e incluso emociones personales. La ciudad deja de ser solo el marco de la historia para desempeñar un importante papel en su desarrollo.

Otro personaje principal es el periódico Universul, un diario popular, es el que más lectores tiene, en torno al cual gira la vida social de los personajes. Es el diario de mayor importancia y el primero en publicar una edición matutina que atrae a los lectores por sus novedades y sus intereses, que no se mete en política, solo dan las noticias que retratan la época, incluye algunas fotos de escenas callejeras y temas de moda. Su edificio es el que más detalladamente se describe: fachada, ventanas ubicación de los despachos, horario de los periodistas, intereses del tío Cercel que es el portero del periódico, e incluso la imprenta que está en el mismo edificio. Unos cuantos personajes trabajan en él, pero todos los bucarestinos lo leen a diario, interesados por las novedades y sucesos que en él se publican. El periódico pervive hasta 1953, con una pausa de dos años durante la Gran Guerra.

La novela es compleja porque juega con varios géneros. Es policíaca porque hay una trama cuyo nudo es la desaparición de un valioso icono, cuya investigación se complica e implica a varios personajes que parecen estar entrelazados. Es además una novela fantástica como hemos visto en los comentarios sobre Dan Kretzu y en la caracterización del propio personaje. Es una novela coral, con distintos puntos de vista en cada capítulo: a veces una tercera persona narrativa, otras Iulia Marguis, la hija del doctor, es la narradora, otras Dan… Dificulta en ocasiones la comprensión del devenir temporal, el hecho de que cada capítulo reúne las voces de distintos narradores y por consiguiente de distintas perspectivas ante los mismos hechos, que acaban configurando un mosaico que no siempre es de fácil interpretación. De una de estas intervenciones de una de las voces, nace el título de la novela. El sábado 20 de diciembre Iulia Margulis comienza a escribir un cuaderno, una especie de diario: “Con el cuaderno que empecé ayer, ha comenzado una nueva vida. Así pues, mi vida empieza el viernes”. Y así lo considera porque todos los personajes principales han llegado a Bucarest y espera que allí permanezcan hasta Año Nuevo. Va a tener material suficiente para escribir su cuaderno (p. 62). Y destacan las citas del ensayo El secreto de la vida (1906) de Unamuno, que inciden en el juego con el tiempo, una idea inquietante. Ioana Pârvulescu lo consigue incluyendo un personaje inverosímil, Dan, a quien rodea el misterio, entre todos los personajes y sus familias absolutamente reales que sostienen la trama novelesca.

Y no dejaremos sin comentar el rico lenguaje en el que destacan notables figuras literarias: “El dolor tiene múltiples tentáculos, como un pulpo. Por muchos que cortes siempre quedan los suficientes para ahogarte” (p. 96). Tras la muerte de uno de los personajes, el dolor de los padres es intenso, “se vieron arrancados de la tierra de su vida, como árboles en plena tormenta (p. 150). También son originales las descripciones como la del portero del periódico “cuyas orejas parecían unas auténticas asas y la nariz parecía tener una brocha de afeitar debajo (…), la nariz como las figuras de nieve, larga y puntiaguda como una zanahoria” (p. 80).  Nicu “tenía las cejas como la línea de un tejado, de abajo arriba y de arriba abajo, no bien arqueadas (…) lo cual le daba un aire de estar siempre pasmado o ceñudo” (p. 32). Personificaciones como la tristeza de la valla “sin las trompetas color de rosa, azules y moradas de las enredaderas que florecían hasta las postrimerías de otoño” (p.181). Y cosificación colorista en los ojos de Fane Inelaru, “ojos de ciruela grisácea” (p. 203)

Comenta su traductor, Joaquín Garrigós, que la novela utiliza el lenguaje de la época en que se sitúa la acción, “brillantísimo, lleno de metáforas”, un reto que, una vez más ha superado con creces.

 

 

ENCARNACIÓN GARCÍA DE LEÓN es autora del ensayo Aproximación a la literatura rumana en prosa. Traducciones al español (Amazon, 2023). Doctora en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Desarrolló su labor docente como Catedrática de Lengua Castellana y Literatura en la ciudad de Albacete. Fue cofundadora de la revista “Barcarola. Revista de creación literaria”, Junio 1979. Tiene publicados varios libros de ensayos. Ha colaborado en obras monográficas colectivas sobre escritores españoles. Pertenece a la AIH (Asociación Internacional de Hispanistas) con numerosos trabajos recogidos en las Actas de sus Congresos. Participa con artículos literarios en diversas revistas como Barcarola, Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura y en Revista de Letras, publicación digital. 


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