Enrique Villagrasa
2 POEMAS DE FOSFENOS DE ENRIQUE VILLAGRASA
Fosfenos, el nuevo libro del poeta y crítico literario Enrique Villagrasa, no solo está envuelto en el sentimiento de la tierra, del paisaje de la infancia, del "lar" ("poesía lárica" le llama con gran acierto José Luis Rey a esta poesía). También nos invita a la reflexión sobre la condición humana, sobre los límites de nuestra existencia (la enfermedad, la muerte, la soledad, sea en tiempos de pandemia o en épocas de supuesta "normalidad"), y, como característica que tiene ya arraigo en los anteriores poemarios del poeta aragonés, la metapoesía hace presencia en casi todas las secciones del libro. Junto con estos ingredientes habría que añadir otros formales (como el dominio del ritmo poético) o de tono (como la nostalgia -el poeta ha vivido, por razones laborales, lejos de su tierra natal, la muy hermosa comarca del río Jiloca- o la ternura), y de este modo nos haríamos una primera imagen de la poesía de Enrique Villagrasa, en apariencia sencilla pero complejamente elaborada.
Creemos que la mejor carta de presentación de un libro son sus poemas. De ahí que le pedimos al poeta que nos eligiera uno de ellos ("Allá en Burbáguena"). Por nuestra cuenta elegimos el segundo poema: "La poesía habita". Los poemas seleccionados representan dos de las líneas maestras de esta obra publicada por la editorial madrileña Huerga y Fierro en este mes de junio.
Por último, recogemos las palabras del poeta José Luis Rey publicadas como Prólogo de Fosfenos (pp. 11-12).
Fulgencio Martínez, Ágora
ALLÁ EN BURBÁGUENA
Hay otros dos ecos, el sutil cierzo y el fuego de leña.
La infancia no regresa, allá en mi pueblo. Sí en Tarraco.
La noche mediterránea solo trae alegría y más tristeza.
Y mi garganta no es cantera de gritos ni juramentos.
La voz he perdido. Necesito una forma de belleza
a la que cantar, otra vez. Tu voz esta fría, apagada.
Mis ojos y mi corazón estuvieron en mortal guerra:
ayer entre mis ojos y mi corazón se estableció un pacto.
Su nombre y mi canto se borró, de este modo voy llorando.
Por todos es conocido: el cuidado que tuve, cuando emprendí mi viaje
hacia un bosque de árboles de profundas y densas raíces.
Contra ese tiempo, si tal tiempo llegara, y la muerte acompañara.
Qué dulzura viajar por el camino de la fuente a la vía, a la viña.
Así puedes disculpar la fastidiosa tardanza en regresar,
yo soy el trovador a quien bendita lectura abre la puerta del ayer.
¿Qué sustancia es la tuya, de la que estás formada Filosofía?
¡Cuánta más hermosa parece la hermosura! ¡Réquiem de Fauré!
Ni el mármol ni las silenciosas lápidas del cementerio de Burbáguena.
Dulce amor, renueva tu fuerza y grita: Altísimo, omnipotente, buen señor.
Siendo yo tu siervo qué puedo hacer sino esperar a la hermana muerte.
Permita Dios, que en todo me hizo ser, que le dé gracias con humildad.
LA POESÍA HABITA
La poesía habita aquel espacio
que nos importa. Hoy es el tiempo
del verso. Mañana el temblor y temor
no sé si salvarán mis cansados poemas
contemplados. ¿Cuándo habitarán
mis versos en tu pasión? ¡Urge ese
planteamiento poético de la realidad!
¡Urge ese planteamiento poético
del lenguaje! Y es en tus orillas
donde escucho la memoria de tus
ribazos, Jiloca. Es el silbido de los barbos
y los tubos de chimenea de tu juventud
y la mía, persona lectora. ¡No solo la noche
lejana, o sí, ilumina nuestro devenir!
Enrique Villagrasa González
ENRIQUE
VILLAGRASA GONZÁLEZ
nació en Burbáguena, Teruel, en 1957. Ha residido durante años en Tarragona.
Periodista y lector de poesía. Ha escrito, entre otros libros de poemas, Lectura
del mundo (Ed. Isla de Siltolá, Sevilla, 2014), De ceniza mis
días (Ed. Corona del Sur, Málaga, 2008), Paisajes (Baile
del Sol, Tenerife, 2007) y Línea de luz (Olifante, Zaragoza,
2007). Sus más recientes publicaciones son Queda tu sombra (Huerga
& Fierro, 2019), La poesía sabe esperar (Igitur, 2019) y Fosfenos (Huerga y Fierro, Madrid, 2024). Ha
publicado también la antología Arpegios y mudanzas (Instituto de
Estudios Turolenses y Los libros del gato negro, 2021) y poemas suyos ha
sido incluidos en varias antologías y están traducidos a varios idiomas.
Colabora como crítico en Librújula, librujula.com, Turia y
Alhucema.
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BURBÁGUENA O LA POESÍA DE LOS LARES
Prólogo de Fosfenos, de Enrique Villagrasa, editado por Huerga y Fierro, Madrid, Junio 2024.
Por José Luis Rey
Este libro de Enrique Villagrasa, que aúna de forma original metapoesía y recuerdos del lugar natal, me hace plantearme si es posible una poesía lárica a estas alturas del siglo XXI. ¿Puede haber infancias míticas aún, infancias wordsworthianas inmersas en la Eternidad y la Naturaleza?
Siguiendo el ejemplo estético y sentimental del austríaco Trakl y el chileno Teillier (para mí los dos mayores poetas de los lares en el siglo XX), Villagrasa construye una obra de alabanza a los dioses primigenios del lugar, dioses de infancia y para infancia. Dioses para la palabra y para el silencio; para el poema y el Ser.
Locus verbi: haz del poema tu casa, convierte tu poesía en un lugar abierto. Pues la poesía de los lares, en nuestro siglo, adquiere una doble perspectiva: ya no se trata solo de cantar al pie de los Alpes; también el poema mismo es cantado como dios lar del lenguaje en sí. En este sentido, las referencias al hermoso pueblecito aragonés de Burbáguena se funden con reflexiones sobre la poesía misma, que para Villagrasa es azar y necesidad.
La Belleza está en Burbáguena y el Jiloca, paraíso aragonés de la infancia, como mi Tierra Verde en la campiña de Córdoba. Hay que establecer un pacto entre los ojos y el corazón, nos dice el poeta. ¿Y cómo crear ese pacto? Con memoria y lenguaje, claro está. Es decir, con vida y poesía. La Belleza depende del verso, y el verso depende de Burbáguena.
Una poesía lárica como la presente es algo insólito en nuestras letras actuales. Pero, para Villagrasa, la poesía es manifestación de la Verdad, verdad del alma y del poema. Con el recuerdo y homenaje a Shakespeare nos dice el poeta aragonés que habiendo quien respire y pueda leer, todo esto seguirá vivo y tú también.
Se citan, como epígrafes, versos de otros autores, desde José Hierro a Jesús Hilario Tundidor o Ezra Pound. Y también se habla de Eurípides y Miguel de Molinos. Se habla de la poesía como esfuerzo renovado de la búsqueda de Dios. Y tal búsqueda solo puede tener lugar en el poema. Mallarmé lo dijo: el mundo existe para desembocar en un libro. Así el Jiloca real desemboca en el río Jiloca que es este libro. En efecto, como tú, río Jiloca, no me desligo de mi origen. Esto último solo puede afirmarlo un verdadero poeta de los lares. Quien tiene la poesía lo tiene todo. Si eso fuera verdad, qué maravilla. ¿Y por qué no? El poema no puede ampararnos, pero la poesía sí.
Sí, Fosfenos sigue su curso hacia el mar y la música de los versos es el sonido de las aguas primigenias. Quienes conocimos una infancia feliz, de algún modo tenemos confianza aún en los lares, en los dioses del lugar donde fuimos inmortales, en el paraíso terrestre. Seguirá habiendo infancia, pero ya solamente en el poema. Allí conoceremos. Allí recordaremos. Allí tendremos un hogar junto a los dioses lares, en Burbáguena de Aragón o en los campos de Córdoba. Y soñaremos que soñamos. Y adoraremos la infancia recobrada en y gracias al poema.
¿Hay tiempo de añadir algo más? Tiempo habrá para ello, trovador. Pues la poesía, según nos dice el autor, es una usurpación de la realidad. La poesía es Prusia y Prusia querrá siempre anexionar el espacio de nuestra memoria, las altas tierras del Ser. ¿Y qué gana Burbáguena en lo que nosotros perdemos? Lo gana todo: la belleza del pueblo resplandece.
JOSÉ LUIS REY
Córdoba, enero de 2024
José Luis Rey (Puente Genil, 1973) es poeta, traductor y ensayista. Se licenció en Filología Hispánica en Córdoba, donde reside en la actualidad. Entre sus poemarios publicados destaca El dorado (Ed. Visor, Madrid, 2023).
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