NO NOS DESMORALICEN LAS NOTICIAS DE ESPAÑA, ¡A TRABAJAR!
A muchos nos ha sorprendido la noticia que saltó ayer tarde (3 de agosto) con el comunicado del Rey emérito de España, Juan Carlos I, donde se daba cuenta de su meditada decisión de salir de España en estos momentos, y la correspondiente respuesta, en otro comunicado pactado de su hijo, el actual rey de España, Felipe VI, donde se daba el enterado de la decisión adoptada por el anterior monarca y se ponderaba su servicio a España y a la democracia.
Quisiera no dejar al margen de mi comentario varios temas que pueden ser relevantes para comprender ese hecho. Uno, la perfidia institucional del Gobierno de España, que con la excusa de "lanzar" de La Zarzuela (residencia de la familia real) al ex rey, ha pagado, con su presión sobre Felipe VI y con su calor a los medios afines para que ahondaran en el desprestigio del Rey emérito y, de paso, de la monarquía, el precio exigido por sus socios de gobierno populistas para mantenerle estos su apoyo. Esa perfidia no ocultó la reiterada propaganda antimonárquica en la televisión oficial y en las televisiones privadas afines, regadas con el dineral que debía haber destinado el Gobierno, al principio de la pandemia, para fines sanitarios.
Los espectadores hemos tenido que asistir mudos a ceremonias demagógicas tan viejas como la que el pasado sábado nos brindó un programa televisivo en horas de masiva audiencia, al presentar una supuesta encuesta popular a la cual solo se podía responder si se estaba de acuerdo o no con la salida de La Zarzuela del Rey emérito, como "castigo" a un delito que aún no ha sido determinado judicialmente ni menos sentenciado, y que, en todo caso, podría ser merecedor de otra u otras sanciones "populares" (y legales) que no se ofrecían en la encuesta tergiversadora.
Así que debemos sopesar si la salida de La Zarzuela pretendida por el Gobierno no era una excusa para irritar al Rey emérito, lesionar su imagen e incitarle a salir del país; salir no es huir, ni menos marchar al exilio, porque exilarse, en español, no es salir del país como cualquier ciudadano libre; no caigamos en el tercermundismo semántico también en esto.
Debemos pensar si no hay una trama, una maniobra liderada por el gobierno populista, contra aquel que paró a Chaves y no fue perdonado por los chaveros, y contra aquel (su hijo) que paró a Puigdemont y Junqueras y ni ha recibido la mitad del agradecimiento debido de los españoles.
Una sucia maniobra política, reivindicada inmediatamente (en un gesto que recuerda las reivindicaciones de los atentados terroristas de la ETA o el FRAP, en el que militó su señor padre) por el vicepresidente de ese Gobierno del reino de España, el podemita y chavista Pablo Iglesias, que tildó de "huida al extranjero" la salida de España del anciano rey que trajo la democracia a este país.
Reivindicación hecha con un estilo pésimo, faltón, no solo para el ex rey sino para la inteligencia media de los españoles todos, en un tuit que coincidía en sus términos peyorativos con otros tuits del pequeño de los de Esquerra republicana, señor Rufíán, y de la gran taimada alcadesa de Barcelona, señora Colau. Un tuit donde confunde la historia y la realidad actual, y establece una manipuladora lectura del comunicado y de la decisión del ex monarca, al asimilarla como una huida al extranjero, al parecer como si se tratara del rey Alfonso XIII, dando a entender maliciosamente la deserción de la monarquía en España (cuando, en el día de hoy, tenemos un rey bien válido y vigente, que paró no hace muchos años el golpe de Estado iniciado por los amigos de Iglesias, Rufián y Colau). Como dirían en mi tierra murciana: es por eso que no lo pueden "solostrar", tanto al actual Rey, como a su padre, aquellos que solo pretenden minar el indudable valor del Rey como dique a la destrucción del Estado español, y con el Estado, la destrucción de la cultura española.
Desde la revista Ágora, llamamos, sean tus sentimientos monárquicos o republicanos, a luchar juntos por la transmisión de lo español. Entendiendo la cultura española en toda su amplitud y variedad, que incluye al menos cuatro lenguas, y muchas sensibilidades y símbolos históricos comunes. Solemos decir que hay más cultura en un pueblo pequeño del interior de España (con su iglesia, con su algún lugareño ilustre, con su acento y variedad local de alguna lengua española) que en todo Estados Unidos; y lo creemos así, porque el depósito de la cultura no se improvisa en un siglo.
A los más jóvenes, que no han vivido el fin de la dictadura de Franco y el difícil tránsito a la democracia que capitaneó don Juan Carlos I, el ahora Rey emérito puesto en cuestión (sin duda, por algún demérito o falta cometida por él en los últimos años; pero recordemos que el gran estadista Pericles también echó algún borrón y no por ello su patria Atenas ni la Historia lo ha humillado y arrojado a las tinieblas de la infamia, como pretenden algunos hacer con el ex Rey); a esos jóvenes, y más si han sido "educados" en Cataluña o en el País Vasco, les aconsejo, les pido que vean la serie de televisión, dirigida por Victoria Prego, LA TRANSICIÓN. Son trece capítulos, a cuál más interesante, disponibles en youtube.
Recorren, mes a mes, año a año, aquel tránsito desde el final de la dictadura franquista hasta las primeras elecciones demócraticas en el 77, de las cuales salió un poder legislativo democrático que propuso al pueblo una nueva Constitución, la del 78, aprobada luego por este en referéndum.
Que yo sepa: Ninguna monarquía hasta entonces, ninguna república (ni siquiera española) había sido refrendada directamente por el pueblo como lo fue aquella Constitución. Nos guste hoy más o menos (hay cosas que no nos gustan, y que a posteriori han sido ingenuas, como el llamar a colaborar en el poder político a contrapoderes locales que han trabajado solo por su propio interés atomístico; hay cosas que podrían corregirse en lo futuro, con una alianza entre monárquicos y republicanos de verdad, españoles, de izquierdas, y de derechas, unidos en un impulso de futuro democrático, de amplia base cultural). El artículo 1 de nuestra Constitución establece la Monarquía como la cúpula de nuestro Estado democrático de derecho, basado en la soberanía del pueblo. (El pueblo puede decidir otra cosa en lo futuro, es obvio: el pueblo y no los demagogos que huyen, además, de dar cuenta de sus "hazañas" al servicio de dictaduras extrañas).
En el último de esos programas, en el trigésimo, el rey Juan Carlos I daba por concluida la transición política, que él lideró, hacia la democracia. Nos advirtió ya entonces que faltaba por hacer la transición económica, la social y la cultural.
Es esta última la que más nos voca a nosotros. No dejemos que las noticias nos impidan mirar a ese objetivo.
Republicanos españoles, junto con monárquicos españoles: ¡a trabajar!
Viva el rey Felipe, viva España. Viva Miguel de Cervantes, y Rosalía y Espriu, y el vasco Aguirre y Miguel de Unamuno, y viva (por siempre) mi madre.
Fulgencio Martínez
Murcia, 4 de agosto 2020
Olé tus cojones ( y tu madre)
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