ELOGIO DE LA LIBRERÍA, A PROPÓSITO DE LA PRESENTACIÓN DE EL LABERINTO DE LA TÍA MARA, DE ANA MONTERO DEL AMO
Ana Montero del Amo
El laberinto de la tía Mara
Definitivamente, cantaré para el hombre. Mañana, después, algún día nos oirán. Sí, poeta Blas de Otero. Definitivamente nos gusta la cultura, conforme cumplimos años no vamos teniendo remedio: nos gusta disfrutar el directo, el pequeño formato, la historia del instante y la emoción biológica, viva, de alimentarnos de palabras, ideas, comunicación. Y ahora, mire usted, mira tú, jovenzano, o usted más joven, ahora hemos descubierto que pueden ser compatibles la librería de toda la vida y la tienda global.
Ayer tarde en la librería Expolibro, de Diego Marín, en el centro de Murcia (si Teruel existe, Murcia resiste, pero eso es otra historia), al lado de la Facultad de Derecho asistí a la presentación del libro de relatos El laberinto de la tía Mara, de Ana Montero del Amo, quien había venido de Madrid para presentar su libro con la exquisita carta de presentación del escritor y poeta Soren Peñalver y de la periodista Beatriz Montero del Amo, hermana de la autora, Beatriz a quien muchos lectores ya conocen por sus colaboraciones con la revista Ágora y el Taller de Arte Gramático.
Mi sorpresa fue, en primer lugar, el espacio físico y humano: la librería, como el título de la película de Isabel Coixet: la librería, y por extensión, la ciudad; pues la librería era una metáfora de la ciudad, una pequeña ciudad amable y agradecida para vivir, donde podemos dar, de vez en cuando, un trago del bon vino del tiempo humanizado, no distraído en los quehaceres y naderías.
Por otro lado, el libro, la historia sencilla y humana de una familia a través de la "tía Mara", de la que Ana Montero del Amo nos leyó un pasaje que consiguió abrir la curiosidad de los oyentes hacia el resto de la narración. Las palabras anteriores de Beatriz Montero, en la presentación inicial del acto, ya sugerían que el libro debía ser leído en la intimidad, en la "penumbra de una habitación", con ojos "ávidos de conocer, sin juzgar".
Me parece esta última frase una acuñación, un lema magnífico de lo que debería ser toda lectura; más, si cabe, cuando el autor se desnuda en géneros tan íntimos como la poesía, o como en este tipo de relatos de autoficción, al que creo que pertenece el libro de Ana Montero del Amo (y, por lo que pude comentar posteriormente con la misma autora, así lo es en efecto), pues su historia es una indagación en la identidad personal y familiar, con mezcla de ficción y biografía, donde el lector puede participar en una búsqueda también personal y colectiva. (La literatura cumple así su vieja función de catarsis, tanto del creador como del receptor).
Y las palabras del joven milenario poeta y sabio presocrático griego, más breve, en dos palabras: Soren Peñalver. Nos habló Soren del amor, y de la caridad intelectual: del amor nos dijo que nunca fracasa, pues incluso cuando se pierde o se rompe nos lleva a preguntarnos si hemos sido dignos de él, y a mejorarnos por tanto; y de la caridad intelectual, esa virtud de la generosidad espiritual (para intercambiar palabras laicas y sagradas: adjetivos, espiritual o intelectual, que pueden referirse al mismo sujeto) nos dijo que buena dosis hay en este libro de Ana Montero del Amo, que posa su mirada con amor en todos los personajes y en las más humildes grandezas y debilidades humanas, para continuamente descifrarnos esta verdad honda: "Cuando acepto me comprometo, tomo mi responsabilidad. Ya no espero que nada ni nadie venga a hacer mi trabajo por mí. Soy el responsable de mi propia vida. Dejo de culpar y responsabilizar a los demás o a las circunstancias, por lo tanto, dejo de juzgar." (p. 51).
El acto tuvo la pauta musical, en vivo y en directo, de Mar de fondo: una cantautora con una voz persuasiva, desgarrada por momentos, como al cantar la eterna pena del amor no correspondido. Mar de fondo actuó acompañada de guitarra y, sobre todo, de poesía y de sensibilidad, dones que notoriamente atesora la cantante.
Agradecido me siento por el "bonico" libro de Ana Montero del Amo; "bonico", ese elogio murciano tan cariñoso, citado por Soren Peñalver y por otros intervinientes en el coloquio que siguió a la lectura de la autora. Agradecido, cómo no, a la librería Diego Marín-Expolibro que mantiene el fuego en estos tiempos nublados (curiosamente, el libro presentado se imprimió y se distribuye por Amazon, lo cual no es óbice para ir a encontrar a sus lectores de carne y hueso en las impagables y tradicionales librerías).
Fulgencio Martínez
Muchas gracias Fulgencio, de corazón.
ResponderEliminarQue suerte contar con tu mirada!
ResponderEliminarGracias a vosotras dos
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