SOBRE LA TRADUCCIÓN. ENTREVISTA A JOAQUÍN GARRIGÓS, POR ALBA DIZ VILLANUEVA Y FELIX NICOLAU
El traductor frente al canon y el mercado editorial
En la conferencia “Traducir la Literatura rumana: un universo de experiencias”, que impartió el 10 de mayo de 2022 en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, antes de que le hicieran entrega del III Premio Complutense de Traducción José Gómez Hermosilla, hizo referencia a una mejora en el panorama de la traducción de la literatura rumana al español a mediados de la primera década del presente siglo. ¿Cómo cree que ha repercutido en el grado de conocimiento y en la percepción de la literatura rumana en España? ¿Es optimista de cara al futuro?
R.- Sí, evidentemente. Porque los títulos y autores publicados han aumentado de forma sensible y también las crónicas y reseñas en prensa.
Soy optimista si se sigue en la misma dirección; es decir, que el ICR (Instituto de Cultura Rumano) siga apoyando la publicación de títulos, presentaciones y la presencia de los autores rumanos en España, como ha venido haciendo hasta ahora.
Como usted dejó entrever en dicha conferencia, todavía queda mucho por hacer en el campo de la traducción de la literatura rumana al español. ¿Qué autores y/o qué textos rumanos en su opinión fundamentales no han sido todavía publicados en español?
R.- Todavía faltan algunos autores clásicos como, por ejemplo, Isac Peltz, del que no hay nada. A otros solo se les han publicado muy pocos títulos, como a Hortensia Papadat Bengescu, de quien solo hay Concierto de música de Bach. O de Rebreanu, del que solo se publicó Ciuleandra. Otro libro fundamental es el diario de Jeni Acterian, Diario de una chica difícil de contentar, que a mí me parece una obra maestra del género memorialístico. Otro texto imprescindible es el diario de Pericle Martinescu, Siete años que valen por setenta, fundamental para conocer lo que significó el comunismo en Rumania.
De entre lo que se ha traducido al español, ¿qué obras recomendaría a quien se quiera iniciar en la literatura rumana?
R.- De los autores clásicos, las dos novelas de Camil Petrescu, El lecho de Procusto y Última noche de amor, primera noche de guerra, y la novela autobiográfica de Max Blecher, Corazones cicatrizados.
En lo tocante a autores modernos, un libro imprescindible es El libro de los susurros, de Varujan Vosganian.
En cuanto a memorialística, sin la menor duda, el diario de Mihail Sebastian.
Considera que el teatro en traducción no es buscado por los editores. ¿Cuál sería la razón?
R.- Lo que me han dicho a mí los editores es que el teatro no se vende. Yo nunca he conseguido publicar nada. Por ej., quienes publicaron la prosa de Sebastian no quisieron publicar su obra dramática por ese motivo.
Desde su amplia experiencia, un consejo que les dio a los alumnos del Máster de Traducción e Interpretación de la Universidad Complutense fue que se unieran a una asociación de traductores literarios para realizar su labor en este ámbito en España y estar amparados. ¿Podría señalar algunos riesgos a los que están expuestos los traductores literarios?
R.- Es fundamental que un traductor conozca sus derechos y los exija. Por ej., he visto contratos con cláusulas abusivas e incluso ilegales. Un traductor literario tiene la condición de autor, como el escritor de un libro, según la legislación española. Muchos creen que entregan la traducción, reciben el pago y que luego el editor puede hacer lo que le venga en gana con su texto, y eso no es así. Afiliándose a una asociación de traductores cobrará conciencia de sus derechos y los exigirá.
También aconsejó a los jóvenes traductores literarios que conocieran el perfil y las preferencias de las editoriales para que sus traducciones fueran aceptadas. ¿Alguno de sus proyectos se ha visto frustrado por no encajar con las exigencias del mercado?
R.- Veamos. Una cosa es que algún título se haya vendido más o menos, eso nunca se sabe, y otra es que no encaje en el perfil de la editorial. Por ej., no tiene sentido presentar el proyecto de traducción de un ensayo a una editorial que solo publica ficción, pues esta rechazará el proyecto. O, si publica ficción, y solo edita autores anglosajones, por ejemplo. En mi caso, todos los títulos que he publicado encajaban en el perfil de la editorial, aunque eso no significa que necesariamente tengan que venderse mucho. En las ventas influyen muchas cosas al margen de la calidad de la obra.
En Rumania y en todo el mundo, se discute que muchas obras literarias de valor real no destacan porque sus autores no están alineados con ciertas ideologías en boga, o porque no tienen posiciones importantes en la sociedad. ¿El traductor también tiene que ser una persona activa en la vida sociocultural? ¿Todavía puede darse el lujo de retirarse a una torre de marfil?
R.- Es muy cierto lo que dice de los autores, al menos aquí. Pero no creo que sea extensible a los traductores. En general, el traductor tiene poca visibilidad, ha sido alguien que quedaba siempre en la sombra. Desde hace muy poco tiempo, algunas editoriales, más bien pocas, ponen su nombre en la portada, como debe ser, era un personaje secundario, casi anónimo, cuyo nombre muy pocos lectores sabían. Por otro lado, y esto me parece muy importante, pocos viven de la traducción literaria, la alternan con otras profesiones. Y eso es porque, en mi criterio, el traductor literario no actúa principalmente por ganar dinero (algo muy legítimo), sino por vocación.
Usted afirmó en una entrevista que el Instituto Cultural Rumano retribuye a los traductores por encima de lo habitual en el mercado de la traducción. ¿Considera que por este motivo existe una feroz competencia entre los traductores de literatura rumana y que, implícitamente, la calidad de las traducciones es superior?
R.- Lo que dije es cierto, al menos en España. Sé que en otros países como Francia o Alemania las tarifas de la traducción literaria son muy superiores. Creo que el hecho de que haya más traductores habrá influido en la calidad de la traducción, porque la mayoría de ellos aprendieron el rumano en Rumania y vivieron allí durante años, pero no puedo decirlo con rotundidad pues no he verificado nunca traducciones ajenas. Desde luego, a mí eso, el hecho de que haya aumentado mucho el número de traductores, me parece muy positivo y estimula al traductor, aunque sea de modo inconsciente, a hacer las cosas lo mejor posible para no verse desplazado por otro.
En torno a su labor como traductor: pasado, presente y futuro
El oriolano Joaquín Garrigós, entrevistado a raíz del Premio Complutense de Traducción.
¿La semejanza entre el rumano y el español es siempre una ventaja? ¿O preferiría a veces idiomas más diferentes?
Cuando traduce, ¿tiene en mente ciertos procedimientos de traducción, tal y como se conocen en la teoría de la traducción, o se guía por su propio instinto y formación filológica?
R.- Yo creo que la ventaja está a la hora de aprender el idioma. Evidentemente, requiere menos esfuerzo el aprendizaje si la lengua pertenece a la misma familia lingüística que el idioma materno de quien la aprende. Pero la ventaja acaba ahí. A la hora de traducir, eso no cuenta.
Nunca estudié teoría de la traducción, me limité a leer algún libro. Los estudios universitarios sobre traducción, en España, fueron posteriores, son relativamente recientes. Me guío por mi instinto y por mi formación filológica, tanto en el campo del español como del rumano. También por la práctica de la traducción durante el bachillerato y la carrera, generalmente de lenguas clásicas. Aunque mi formación universitaria española fue de filología hispánica, cuando aprendí rumano compré en Rumania muchos libros de filología rumana y tuve un buen conocimiento del idioma tanto desde el punto de vista diacrónico como sincrónico y también seguí cursos presenciales en Bucarest sobre filología rumana.
¿Considera que la traducción es una segunda creación? ¿Tiene el traductor derecho a compensar parafraseando o eliminando lo que le parece irrelevante o estéticamente/ideológicamente insatisfactorio?
R.- Esta es una pregunta que motivaría escribir todo un ensayo sobre la traducción. Evidentemente, la traducción literaria es un acto de creación y así lo recoge la legislación europea. Ahora bien, entiendo que no tiene derecho a suprimir textos del autor o a incluir otros que el autor no haya escrito. No puede hacer de su capa un sayo con el texto del autor. El traductor tiene que conservar la equivalencia semántica y la equivalencia estilística, de modo que el lector de la lengua meta tenga la misma sensación que el lector en la lengua de partida.
Recuerdo que el hispanista rumano Mihai Cantuniari definía al traductor como su mejor lector. Quien emplea en una traducción al menos medio año de su vida para que tú, lector, te la zampes en tres días. Y eso es cierto, ha de leerlo con intensidad y acercarse todo lo posible a la comprensión total. El profesor Valentín García Yebra, en su libro Teoría y práctica de la traducción, decía que la regla de oro para toda traducción era decir todo lo que dice el original, no decir nada que no diga y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua meta. Esa regla me la apliqué yo desde el primer momento.
Es usted un traductor apasionado por la expresividad del lenguaje y el estilo en general, aunque estas cualidades dificultan la vida del traductor. Desde este punto de vista, ¿cuál es la traducción que más satisfacción le ha dado?
R.- Sin duda, la de El libro de los susurros, de Varujan Vosganian. Fue una traducción difícil que me llevó diez meses de trabajo bastante duro. El libro presenta una multiplicidad de registros lingüísticos: páginas documentales, otras que son un poema en prosa, estilo ensayístico, novelesco, coloquial con profusión de locuciones y frases hechas, etc., todo ello aderezado con un lenguaje de altísima calidad literaria preñado de metáforas y símbolos que obliga al traductor a poner en juego todos esos mismos resortes en su idioma a fin de que el lector español obtenga la misma impresión al leerlo que el lector rumano, lo cual lo lleva en ocasiones a tener que hacer verdadero encaje de bolillos con la lengua y retorcerla para extraer de ella sus máximas posibilidades expresivas.
El libro tuvo muchísimas crónicas, todas muy buenas, y en buen número de ellas se alabó el trabajo del traductor. Eso fue para mí motivo de una gran satisfacción, a lo que se une que se vendió muy bien; fue el libro que más se vendió de todos los que he traducido yo, y no solo en España, sino también en otros países como Argentina o Colombia. También mi traducción (que fue la primera que tuvo el libro) sirvió para que editores de otros países europeos que no sabían rumano, pero sí español, la leyeran y decidieran publicarlo en sus respectivos países. Realmente, eso compensó el tremendo esfuerzo de los diez meses.
¿Cuál es la traducción más difícil en la que ha trabajado? Una novela con lenguaje expresivo y color local, pero también con humor y muchas alusiones históricas, es Muerte de un bailarín de tango, de Stelian Tănase. ¿Qué fue lo más difícil de esta traducción?
R.- Efectivamente, fue dificilísima. Tănase utiliza un lenguaje muy particular, el lenguaje malsonante, barriobajero, lenguaje de germanía, etc., del que yo tenía bastantes carencias, pues este lenguaje nunca lo oía en mi entorno rumano, tampoco se escribía en la literatura y, además, entonces, tampoco había libros o diccionarios rumanos especializados en ese tipo de lenguaje y al que yo pudiera acudir para resolver dudas. Por otro lado, Tănase utilizaba dos tipos de lenguaje, uno actual, que usaba el narrador, quien se situaba en los momentos actuales, y otro en boca de los personajes, que se desenvolvían en los años cuarenta. Había que llevar mucho cuidado para no poner en boca de un personaje de la época una palabra o frase actual, entonces desconocida, y viceversa. Baste decir que me compré dos diccionarios españoles de argot para poder hacer una traducción satisfactoria.
¿Por qué cree que fracasó su primera traducción, a saber, Ciuleandra de Liviu Rebreanu, un cuento policial imbuido de psicoanálisis, pero también de carácter distintivo rumano?
R.- No diría yo que la traducción fracasó. La editorial solicitó de un especialista en literatura rumana un informe de la traducción y de la obra. El especialista dijo que la traducción era correcta y lingüísticamente exacta. Pero la novela, a juicio del especialista, no tenía interés. Era un libro que se adscribía a la corriente literaria del naturalismo, algo que, en su opinión, ya resultaba anticuado entonces y desaconsejaba su publicación.
Lamentablemente, yo no estaba enconces afiliado a ninguna asociación y no conocía las reglas del juego. No hice un contrato previo y durante más de veinte años tuve la traducción guardada en el cajón hasta que en 2015 la publicó la editorial Xorki, de Madrid. En realidad, se imprimió en 1992 en Rumania por la entonces Fundación Cultural Rumana, y se vendieron ejemplares en la Exposición Universal de Sevilla, en el Pabellón rumano.
Mircea Eliade está copiosamente traducido al español. ¿Cómo eligió traducir el cuento Señorita Cristina, una escritura de misterio casi gótica, pero también por la cual Eliade fue acusado de indecencia?
R.- Primero, porque me gustó mucho cuando la leí. Sería en 1992. Y, en segundo lugar, porque coincidió con que el director norteamericano de cine Francis Ford Coppola estaba rodando una versión cinematográfica de la novela y eso le daría mucha publicidad. Cosa que influiría en los editores españoles para publicarla. En efecto, no me costó casi nada encontrar un buen editor. Fue la editorial Lumen, de Barcelona. Les envié también una copia de la edición francesa y a la editora, la escritora Esther Tusquets, le gustó muchísimo.
Según mis noticias, la película fue bastante mala y, además, no llegó a estrenarse en España.
Ha traducido a Max Blecher (Acontecimientos en la irrealidad inmediata), un autor marginado por el régimen comunista, que sin embargo influyó mucho en la literatura rumana de los años 2000, la posterior al derrumbe de la dictadura comunista. Blecher era un hombre enfermo, atrapado en el lecho del sufrimiento, pero que ha analizado sus sentimientos, padecimientos y deseos con lucidez y un lenguaje quirúrgico, con inteligencia y fantasía. ¿Cómo lo encontró y qué le pareció desafiante de esta traducción?
R.- Por suerte, he traducido toda la obra de Blecher al español. Novelas, poemas, aforismos y relatos breves. Aunque lo conocía de nombre, nunca había leído nada de él. Recuerdo que fue la crítica literaria rumana Simona Şora quien me indujo a leer su obra. Eso sería en los primeros años de este siglo, creo que en 2002 o 2003. Me quedé fascinado cuando lo leí. No ya porque fuera un buen escritor, que hiciera buenos libros, esos los hay en todas partes, en todas las lenguas, pero sí tenía ante mí a un escritor único, por los temas que abordaba y cómo los abordaba. Eso ya no abunda tanto. Lo que Blecher aporta como singular es su insólita visión del mundo, pues coloca lo anormal en el rango de la normalidad, pero sin por ello hacer una literatura lacrimógena ni de una lamentación continua. El contenido de sus novelas interesa por su significación existencial, no por lo documental.
¿Traducir textos no literarios, culturales, filosóficos o de divulgación, ofrece la misma satisfacción que traducir obras de ficción?
R.- A mí, sí. Sobre todo, en la memorialística. He traducido varios volúmenes importantísimos como el Diario portugués de Mircea Eliade o el de Mihail Sebastian, y yo diría que la satisfacción que me producían era incluso superior a muchas obras de ficción. O El experimento Piteşti, de Virgil Ierunca. Y ojalá lograse traducir los que le mencioné antes.
¿En qué proyecto(s) trabaja actualmente?
R.- En la presente convocatoria, el ICR ha subvencionado dos traducciones mías, a saber, una reedición de la novela Maitreyi, de Mircea Eliade, y La mujer de chocolate, de Gib Mihăescu. Lamentablemente, no subvencionó otro libro que me gustaba mucho y que tenía contratado con una editorial, La vida empieza un viernes, de Ioana Pârvulescu. Espero poder hacerlo en un futuro próximo.
Entre sus publicaciones, destacan el libro Bucarest en la narrativa de Mircea Cărtărescu: lecturas de una ciudad (Santiago de Compostela: Andavira, 2018) y artículos científicos publicados en revistas indexadas (Lexis, Revista Chilena de Literatura, Revista de Filología Románica, etc.) y capítulos en editoriales de prestigio (Síntesis, Peter Lang, Iberoamericana Vervuert, Dykinson, Renacimiento...). Ha editados varios volúmenes colectivos, entre los que destacan: Un viaje literario por las islas (Madrid, Síntesis, 2019), La ciudad hostil: imágenes en la literatura (Madrid, Síntesis, 2015), Voces de mujeres en la ciudad (Madrid, Tirant lo Blanch, 2021), La ciudad sin atributos: la no ciudad (Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2021), Buenos Aires: escrituras y metáforas de un espacio plural (Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2020).
Ha sido secretaria del curso de verano UMC “Viajar por la ciudad. Representaciones literarias y artísticas” (2018) y ha coordinado congresos y seminarios de investigación internacionales.
Ha participado en varios proyectos I+D y de innovación docente.
Felix Nicolau, filólogo y escritor rumano, coautor de la entrevista.
Felix Nicolau es filólogo rumano, lector de Lengua y literatura rumana en la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de la Universidad Técnica de la Construcción de Bucarest, Departamento de Lenguas Extranjeras y Comunicación. Profesor en el Instituto de Lengua Rumana de Bucarest y afiliado a la Escuela de Doctorado de la Universidad "1 Decembrie 1918" de Alba Iulia, Rumanía. También editor de la Swedish Journal of Romanian Studies de la Universidad de Lund, Suecia, donde enseñó durante 4 años.
Es, por otra parte, doctor en Estudios Literarios por la Universidad de Bucarest con una tesis sobre el romanticismo en la creación de Mihai Eminescu. Entre sus libros, destacan Istoria nucleară a culturii. Cuante hermeneutice; Ingen fara på taket/ Totul e sub control. Lär dig rumänska/ Învaţã limba românã; You Are not Alone. Culture and Civilization, Morpheus: from Text to Images. Intersemiotic Translation; Comunicare şi creativitate. Interpretarea textului contemporan; Take the Floor. Professional Communication Theoretically Contextualized; Cultural Communication: Approaches to Modernity and Postmodernity; Estetica inumană. De la postmodernism la Facebook; Codul lui Eminescu; Anticanonice; Homo imprudens.
REVISTA ÁGORA DIGITAL/ SEPTIEMBRE 2022/ CONVERSACIONES CON... LITERATURA RUMANA/ TRADUCCIONES DE JOAQUÍN GARRIGÓS
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