DOBLE CUARENTENA CON ESTRAMBOTE POR LA NEGLIGENCIA DE SÁNCHEZ Y SUS PAJES DE GOBIERNO
Hoy
ha decaído oficialmente el estado de alarma en España. Rebasan mi
comprensión lectora las razones que impulsaron a un Gobierno lento y
distraído en cuestiones partidistas el 8 de marzo para decretar con
rabia, ocho días después, un estado de alarma que ha durado 98. Una
doble cuarentena con estrambote hemos sufrido los españoles por la
negligencia del Presidente Sánchez y de sus pajes (aquí no desdoblen el
género, por favor; que desvirtuarían el sentido del concepto) en el
Gobierno. Ningún país ha tenido parada la economía tan largo tiempo como
España, ninguna región del mundo ha sufrido tanto la ineptitud de un
Gobierno que desde el primer momento carecía de cualquier efectividad en
la compra de medios para luchar contra el coronavirus, que cuando
quería hacer algo deshacía, y que dejaba a médicos, personal
sanitario en general, fuerzas de Seguridad del Estado y militares, en la primera
línea, desnudos ante la fuerza de contaminación tan portentosa de un
enemigo que se diseminaba por diez mil casos cada día, y que en sus
momentos álgidos sembraba más de mil muertos diarios. El Gobierno de
Sánchez se enrocaba en su instrumento legal, el decreto de un estado de
alarma que ha supuesto la reclusión domiciliaria de los españoles más
allá de todo lo razonable, eso sí previamente publicitando a través de
los medios, todos vueltos serviles, que el "confinamiento" impuesto era
un sacrificio cívico, un pequeño gesto de solidaridad con los héroes
-sanitarios, empleados esenciales, militares, policías- que estaban
sosteniendo el país.
Me
admiro de que muchas personas hayan estado "confinadas" todo este
tiempo, más de 90 días. Yo estuve en casa. Porque, al parecer, una de
las servidumbres de la lucha contra el coronavirus ha sido vivir bajo la
ilusión de estar confinado en algún lugar remoto, mejor isla que
desierto, en un alejamiento físico del mal. El idioma español, cuya
semántica aguanta casi todo, no estaba, ciertamente, preparado para este
ataque de intrusismo o imbecilidad semánticos, y la repetición por los
ignorantes periodistas del mantra del confinamiento decretado por el
Gobierno de Sánchez ha arrojado a los usuarios del español al tercer
mundo semántico.
Fulgencio Martínez
revista Ágora digital/21 de junio 2020
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