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viernes, 2 de mayo de 2025

NOTAS SOBRE LA BIOGRAFÍA DE MAX BLECHER. Azulejos, medallas, caricaturas, cinema. Por Doris MIRONESCU. Original en rumano y traducción al español por Anca Stefana Nitulescu. Ágora N. 32. Nueva Colección. Especial en homenaje a Joaquín Garrigós Bueno

 

                                                                                                    Max Blecher

 

NOTAS SOBRE LA BIOGRAFÍA DE MAX BLECHER

Azulejos, medallas, caricaturas, cinema

 

Por DORIS MIRONESCU[1]

           

 

 

                      Poesía completa de Max Blecher, traducida al español por Joaquín Garrigós, con prólogo del autor de este artículo, el profesor Mironescu.

 

Escribo estas notas en memoria de Joaquín Garrigós, excelente traductor y erudita, que trabajó arduo para dar a conocer en España la obra del gran escritor rumano Max Blecher. Al traducir todos los libros de Blecher, su poesía, novelas y prosa corta, al reeditar y cuidar las sucesivas ediciones, manteniendo el vínculo con los editores y críticos rumanos, Sr. Garrigós difundió la unicidad de la literatura rumana en el inmenso espacio cultural que es el mundo hispano. Me honró con su amistad y, durante muchos años, me alentó la existencia del sentimiento de una comunidad de lectores, admiradores y conocedores de la obra de Blecher que formaban una congregación secreta, como en una novela de Mircea Cărtărescu, el escritor contemporáneo con el que el autor de Acontecimientos de la irrealidad inmediata tiene tanto en común. De modo que creo que no puedo, por mi parte, honrar mejor al Sr. Garrigós que con algunos apuntes inéditos sobre la vida y la recepción de la obra de este gran escritor de entreguerras, gran soñador y gran enfermo, Max Blecher.

          He trabajado especialmente con las informaciones que ofrece la lectura de la prensa rumana de los años 1913 – 1955, gracias a la ayuda del archivo electrónico Arcanum. Para la biografía La vida de M. Blecher. Contra la biografía, publicada en 2011, he consultado la prensa local y una parte de la prensa cultural de aquel periodo, y ahora he completado la investigación con la prensa nacional, de información, con las publicaciones oficiales y, sorprendentemente, con las publicaciones de pasatiempo. Los apuntes que ahora publico versan sobre algunos aspectos inéditos de la infancia de Max Blecher, que fueron consignados de manera fortuita por los periódicos, pero también algunos detalles relativos a su padre, Lazăr Blecher, destacado comerciante en la ciudad de Roman y el que apoyó, hasta el final, las aspiraciones artísticas de su hijo.

 

Crucigramas

Un testigo sorprendente de la infancia de Max Blecher son los periódicos de pasatiempo de la época, y esto se debe a los juegos por correspondencia. Así nos enteramos de que los hijos de la familia Blecher, tanto el hijo mayor, Max, como las hijas Dory y Fridy, solucionaban con asiduidad los problemas jeroglíficos y enigmas, problemas de aritmética o las llamadas “sucesiones de palabras” de publicaciones como “Oglinda vremii”, “Dimineața copiilor” o „Gazeta de Duminică”[2], en el periodo 1923 – 1927. También, en relación con la prensa dedicada a los niños, podemos poner fecha, ahora, a los primeros intentos de publicación de Max, y no se trata precisamente de textos literarios. En 1925, envía a la revista “Cinema” un crossword puzzle[3], y se le reprocha las soluciones propuestas para los crucigramas, probablemente por ser demasiado pretenciosas. En cambio, el autor de la sección „Cartas de los lectores” le aprecia „especialmente por la originalidad del dibujo”, y en efecto el escritor será también un dibujante interesante y original, más tarde, en clave absurdo-surrealista.

 

Caricaturas

Un dibujo será también la primera publicación que Max firmó con su nombre. El 9 de octubre de 1927, la revista „Realitatea ilustrată”[4 anuncia los ganadores de un concurso de caricaturas: M. Blecher, de Roman, es el segundo nominalizado, con cuatro dibujos titulados “Nicolae Iorga”, “Vasilache”, “Charleston” y “Generalul”. Francamente, no son caricaturas sino criptografías, o sea dibujos realizados exclusivamente por las letras de las palabras que los componen. Así las cosas, no importa la realización artística del dibujo sino el logro técnico de incorporar en una imagen que evoca el héroe dibujado todas las letras de su nombre, deformadas de manera expresiva, pero aun así reconocibles. Y efectivamente, “Nicolae Iorga” de Max Blecher es un orador gesticulando de manera expresiva, con la mano arriba, tal como sabemos que era el histórico y político nacionalista y antisemita, célebre en la época[5]; “Vasilache”, que es un Pierrot popular de los rumanos, tiene un gorro y una nariz enormes; “Charleston” muestra un hombre con sombrero y pantalones amplios, bailando; en “El general”, pone un mechón de pelo sobre unas charreteras sobredimensionadas, proyectando la gravedad marcial. Los inicios de Blecher, por consiguiente, no son tanto de “artista” como de adolescente apasionado por los problemas de habilidad y perspicacidad, con pericia en enigmística y la socialización a distancia, ofrecida por los juegos por correspondencia.

 

Corresponsal de cinema

La prensa regional nos informa que en verano del año 1926, Bella Blecher estaba de vacaciones en Slănic Moldova, probablemente junto a sus hijos. En el mes de mayo de 1927, o sea un año antes de los inicios de la radiodifusión rumana, nos informa la revista “Lumea”[6] que a Lazăr Blecher se le aprobó la instalación de un puesto de radio a domicilio; y más tarde, ya viviendo en su propia casa, Max comentaba que se aleja de la soledad al recibir su propio puesto radiofónico, y cita con autoironía el lenguaje de la publicidad: “Una radio es un amigo en la casa”.

También a través de la prensa podemos explicar, finalmente, uno de los enigmas de los inicios de Max Blecher. En una entrevista publicada en el año 2000, la hermana del escritor, Dora Wechsler Blecher, recordaba que su hermano “firmaba la crónica cinematográfica” en un periódico local, lo que quedó infirmado tras la investigación de los impresos de la época. La verdad es que Max Blecher fue corresponsal en la ciudad de Roman para la revista “Cinema” en los años 1925 – 1926, una revista rica en ilustraciones con noticias sobre actores y actrices, pero esto sólo significa que él informaba a la redacción de la Capital del programa de difusión de las películas que cada semana se proyectaban en los dos cines de la ciudad, sin tener pretensiones de autor. Al tener una relación cercana con esta revista, Blecher remitió allí crucigramas para su publicación (ver el apartado de arriba), recibiendo una respuesta alentadora. La revista “Cinema” alardeaba de que, mostrando el resguardo recortado de las páginas, los lectores podrían gozar de una reducción del precio de la entrada al cine. Tanto más, probablemente, tenía tal ventaja un corresponsal de provincia, cuyo nombre y calidad estaban certificados en al menos dos números de la revista: él hubiese podido, probablemente, ver y volver a ver de manera gratuita, las veces que quiera, las películas para las que hacía publicidad, aunque sea de forma anónima, pudiendo así habitar de tal manera aquellos espacios de la gran pantalla de cine que dejaba de separarlos de la luz del anochecer de fuera, cuando los espectáculos terminaban y el adolescente se tenía que ir a casa. “Muchas veces, pasaba que la película me absorbía tanto la atención que me imaginaba de repente pasear por los jardines de la pantalla, o apoyarme en la balaustrada de las terrazas italianas donde actuaba patética Francisca Bertini, con el cabello suelto y los brazos agitados como unos pañuelos”.

 

Azulejos

Las informaciones que hay hasta ahora sobre la familia de Max Blecher son bastante escasas, y se pueden completar tras consultar los periódicos de información de la zona de Moldavia o en el “Monitorul Oficial”[7] del gobierno de Rumania para el periodo 1910 – 1945. Las más antiguas informaciones sobre el padre de Max, Lazăr Blecher, lo muestran ya en calidad de prominente miembro de la comunidad económica de la ciudad de Roman. En las primeras décadas del siglo XX, era comerciante de porcelana, con una tienda en la calle Ștefan cel Mare, y también era representante local de la compañía “Aladdin” que vendía “el nuevo sistema de alumbrado con gasolina sólida”. Como representante de la burguesía local, deseando tener confirmada la calidad de “pilar” económico y moral de la comunidad, Lazăr participaba a todo tipo de acciones de caridad y suscripciones nacionales o locales, y junto a su esposa, Bella, es uno de los fundadores de una sociedad bancaria, en 1923. El 30 de junio de 1923, recibe a tenor de una resolución de gobierno el derecho de constituir una fábrica de azulejos “para apoyar la industria nacional”, y en este sentido recibe exenciones de aduana para maquinaria, transporte gratuito por ferrocarril y otras facilidades previstas por la ley. Ya en un año, en octubre de 1924, la fábrica tenía dificultades y su propietario buscaba un “socio especialista que se dedique al negocio” o un potencial comprador para “una fábrica de azulejos instalada al completo en la ciudad, cerca a la estación de tren”, según leemos en un anuncio en el periódico “Dimineața”[8]. Pero la fábrica no será enajenada, por lo menos no ahora. Las funciones de representación, que por supuesto persigue cualquier notable comerciante, no tardan en aparecer: en 1927, es miembro del Consejo de Negocios local, en 1930, es consejero de primera categoría de la Cámara de Comercio de Roman, y en 1931, forma parte de la comisión interina que reemplaza la Cámara de Comercio local, disuelta temporalmente.

 

Medallas

Los reconocimientos oficiales, que un comerciante, sobre todo judío de la Rumania cada vez más antisemita de aquellos tiempos, tenía que desear, no tardan en aparecer. En febrero de 1926, recibe del Rey Fernando[9], junto a un gran número de comerciantes de Roman, entre los que encontramos a Saul Blecher (¿podría ser acaso el abuelo de Max, sobre cuya fábrica de cerámica describe en las últimas páginas de La guarida iluminada?), la medalla “Estrella de Rumania” en grado de caballero. En 1934, recibe la “Medalla Mérito Comercial e Industrial”, clase I, y en diciembre de 1935, la medalla de bronce de parte del Consejo de Negocios de Iași. Lazăr Blecher tiene también actividad política: lo encontramos protestando en una junta, en 1930, contra el aumento de los impuestos; inmediatamente después se inscribe en la lista nacional-agraria para las elecciones locales. Dos años más tarde, en otras elecciones, es uno de los candidatos del Frente Económico, probablemente uno de los pequeños partidos procedentes del partido agrario, para capitalizar los votos suplementarios de los indecisos.

 

Antisemitismo

Pero la actividad política y los reconocimientos honoríficos no le ayudarán demasiado a Lazăr Blecher. Él no está afectado por la primera ola de leyes antisemitas, cuando la tienda de Saul Blecher de la calle Ștefan cel Mare número 113 se cierra porque a su propietario se le había retirado la nacionalidad, tras las “revisiones” abusivas (en mayo de 1939). En noviembre de 1939, todavía podía importar costosa mercancía inglesa. Pero las cosas no andaban nada bien en Roman ni en el país. Un interesante gesto de disidencia: en julio de 1941, rechaza pagar el impuesto excepcional de 4% para “la defensa nacional”, aunque unas tres décadas antes, durante las Guerras Balcánicas, había contribuido con sumas de dinero a la financiación de la flota nacional. La explicación para esta “actitud antirrumana”, tal como la llamaban los periódicos antisemitas que publicaban entonces “listas de la vergüenza”, está a mano: el 3 de julio, había llegado en la estación de Roman uno de los dos “trenes de la muerte”, que remataban la terrible masacre antisemita de Iași, causa de la muerte atroz de más de 13.000 personas. Después, en 1942, la ley de la “rumanización” del personal de las empresas imponía el despido de los tres empleados judíos de la fábrica “Lazăr Blecher”.

Cómo sobrevivió la fábrica en los siguientes dos años no sabemos, pero en enero de 1945, después de la caída de la dictadura del Mariscal Antonescu, Lazăr es elegido presidente de la comisión interina para la reconstitución de la Cámara de Comercio e Industria de Roman. Mas la consecuencia no es mucha prosperidad. En 1952, él elegía irse a Israel, donde vivirá dos años más. Su esposa, Bella, le sobrevivirá hasta 1979. Las dos hijas vivirán en Israel: Frida hasta 1995, y Dora, hasta 2008. El hijo de Dora, Pablo Wechsler, vivía en Ramat Gan en el año 2018, cuando le hice una visita y cuando, muy entusiasta, me habló mucho sobre su infancia en Rumanía. Nació en Iași, en 1938, el año de la muerte de Max Blecher, estudió en Estados Unidos y había trabajado como ingeniero químico, largas décadas, en Chile; cuando se jubiló, se estableció en Israel. Hablaba una hermosa lengua rumana, un poco anticuada y recordando los manierismos de entreguerras, que su tío había explorado en sus novelas.

 

 

Traducción del rumano: Anca Ștefana Nițulescu



[1] Doris Mironescu enseña en la Universidad “Alexandru Ioan Cuza” de Iași y es asociado del Instituto de Filología Rumana "A. Philippide”. Es el responsable de la edición crítica de la obra de Max Blecher (2017) y autor de su biografía (2011; 2018).

[2] “El espejo de la actualidad”, “La mañana de los niños” o “Gaceta de Domingo”. Nota trad.

[3] Crucigrama. En inglés en original. Nota trad.

[4] “Realidad ilustrada”. Nota trad.

[5] En los años 1936 – 1940, el periódico antisemita editado por Nicolae Iorga, “Neamul românesc”, lo atacará en repetidas ocasiones, con violencia y vulgaridad remarcables, porque era un escritor en ascenso, apreciado por la crítica literaria que ignoraba en gran medida los escritos, de baja calidad, de los nacionalistas. ¡Pero esto no significa que Nicolae Iorga se vengaba por la "caricatura” de Blecher de 1927!

[6] “El Mundo”. Nota trad.

[7] Corresponde al “Boletín Oficial de Estado”. Nota trad.

[8] “La Mañana”. Nota trad.

[9] El Rey Fernando I de Rumania reinó entre 1914 – 1927. Nota trad.

 

      

 

                                                                Max Blecher, en el sanatorio de Berck.

 

TEXTO ORIGINAL EN RUMANO

 

NOTE DESPRE BIOGRAFIA LUI MAX BLECHER.

FAIANȚĂ, MEDALII, CARICATURI, CINEMA

 

DORIS MIRONESCU [1]

 

 

Scriu aceste note în memoria lui Joaquín Garrígos, excelentul traducător și omul de cultură care a făcut atâta pentru cunoașterea operei marelui scriitor român Max Blecher în Spania. Traducându-i toate cărțile lui Blecher, poezia, romanele și proza scurtă, reeditându-l și îngrijindu-i edițiile, păstrând legătura cu editorii și criticii români, domnul Garrigos a propagat unicitatea literaturii române într-un spațiu cultural imens, cel hispanic. M-a onorat cu prietenia sa și mi-a încurajat, vreme de mulți ani, existența sentimentului unei comunități de cititori, admiratori, cunoscători ai operei lui Blecher care formau o confrerie secretă, ca într-un roman al lui Mircea Cărtărescu, scriitorul contemporan cu care autorul Întâmplărilor în irealitatea imediată are atâtea în comun. Așa încât cred că nu pot, la rândul meu, să îl onorez mai bine pe domnul Garrigos decât cu niște însemnări inedite despre viața și receptarea operei marelui scriitor interbelic, marelui visător și marelui bolnav Max Blecher.

Lucrez în special cu informații oferite de lectura presei române din anii 1913-1955, cu ajutorul arhivei electronice Arcanum. După ce, în biografia Viața lui M. Blecher. Împotriva biografiei din 2011, am consultat presa locală și o parte din cea culturală a acelei perioade, am completat cercetarea cu presa națională, de informație, cu publicațiile oficiale și, în mod surprinzător, cu publicațiile de divertisment. Notele pe care le public privesc câteva aspecte inedite ale copilăriei lui Max Blecher consemnate întâmplător în gazete, dar și lucruri despre cariera tatălui său, Lazăr Blecher, comerciant proeminent în orașul Roman și susținătorul, până la sfârșit, al aspirațiilor artistice ale fiului său.

 

Rebusuri

          Un martor neașteptat al copilăriei lui Max Blecher sunt gazetele de divertisment ale vremii, și asta datorită jocurilor prin corespondență. Aflăm astfel că copiii familiei Blecher, atât fiul mai mare Max, cât și fiicele Dory și Fridy, rezolvau cu asiduitate problemele rebusistice și enigmistice, problemele de aritmetică sau „succesiunile de cuvinte” din publicații precum „Oglinda lumii”, „Dimineața copiilor” sau „Gazeta de Duminică” în perioada 1923-1927. Tot în legătură cu presa dedicată copiilor putem data, acum, primele încercări de publicare ale lui Max, care nu sunt unele literare. În 1925 trimite la revista „Cinema” un „cross-word puzzle”, căruia i se reproșează soluțiile propuse pentru rebus, probabil prea pretențioase. În schimb, autorul rubricii „Poșta redacției” îl apreciază „în special pentru originalitatea desenului” – într-adevăr, scriitorul va fi și un desenator interesant și original, mai târziu, în cheie absurdist-suprarealistă.

 

Caricaturi

Și tot un desen va fi primul lucru pe care Max Blecher îl publică sub semnătură. La 9 octombrie 1927, revista „Realitatea ilustrată” anunță câștigătorii unui concurs de caricaturi: M. Blecher, din Roman, este al doilea nominalizat, cu patru desene, intitulate „Nicolae Iorga”, „Vasilache”, „Charleston” și „Generalul”. La drept vorbind, nu sunt caricaturi, ci niște criptografii, adică niște desene realizate exclusiv din literele cuvintelor care le compun. Așa încât nu realizarea artistică a desenului contează, ci performanța tehnică de a încorpora într-o imagine care evocă eroul desenat toate literele numelui său, deformate expresiv și totuși recognoscibile. Într-adevăr, „Nicolae Iorga” al lui Blecher este un orator gesticulând expansiv, cu mâna în sus, cum știm că era și istoricul și omul politic naționalist și antisemit, celebru în epocă[2]; „Vasilache”, care e Pierrot-ul popular al românilor, are o tichie și un nas enorme; „Charleston” înfățișează un bărbat cu pălărie și pantaloni largi care dansează, iar „Generalul” pune o meșă de păr deasupra unor epoleți supradimensionați, care proiectează gravitatea marțială. Începuturile lui Blecher sunt deci nu atât de „artist”, cât de adolescent pasionat de probleme de îndemânare și perspicacitate, investit în enigmistică și în socializarea la distanță oferită de jocurile prin corespondență.

 

Corespondent de cinema

Presa regională ne mai informează că în vara lui 1926 Bella Blecher s-a aflat în vilegiatură la Slănic Moldova, probabil cu tot cu copiii. În mai 1927, deci cu un an înainte de începutul radiodifuziunii românești, aflăm din revista „Lumea” că lui Lazăr Blecher i s-a aprobat instalarea unui post de radio la domiciliu; și mai târziu, stabilit în casa proprie, Max se va alinta că scapă de singurătate când primește propriul post radiofonic și va cita autoironic din limbajul reclamelor: „Un Radio e un prieten în casă”.

Și tot din presă putem să explicăm, în sfârșit, una dintre enigmele începuturilor lui Max Blecher. Într-un interviu publicat în anul 2000, sora scriitorului, Dora Wechsler Blecher își amintea că fratele ei „ținea cronica cinematografică” într-un ziar local, ceea ce o cercetare a tipăriturilor de atunci a infirmat. Adevărul este că Max Blecher a fost corespondentul pentru orașul Roman al revistei „Cinema” în anii 1925-1926, o revistă bogat ilustrată cu știri despre actori și actrițe, dar acest lucru înseamnă doar că el raporta la redacția din Capitală programul de difuzare al filmelor care se proiectau în fiecare săptămână la cele două cinematografe din oraș, fără a avea pretenții de autor. Apropiat de această revistă, Blecher a trimis acolo și rebusuri (vezi mai sus), primind răspuns încurajator. Revista „Cinema” se mai lăuda și cu faptul că, arătând un talon decupat din pagini la intrarea în cinematograf, cititorii se putea bucura de o reducere a prețului biletului. Cu atât mai mult, probabil, era avantajat un corespondent în provincie, care avea numele și calitatea certificate în cel puțin două numere ale revistei: el va fi putut, probabil, să vadă și să revadă gratis, la nesfârșit, filmele cărora le făcea, fie și anonim, publicitate, și astfel să poată locui atât de mult în spațiile acelea de pe pânza ecranului de cinema încât să nu le mai deosebească de lumina înserării de afară atunci când spectacolele se terminau și adolescentul trebuia, totuși, să plece acasă: „Mi se întâmpla de multe ori ca filmul să-mi absoarbă într-atâta atenția încât să-mi închipui dintr-o dată că mă plimb prin parcurile de pe ecran, ori că stau rezemat de balustrada teraselor italiene pe care evolua patetic Francisca Bertini, cu părul despletit și brațele agitate ca niște eșarfe”.

 

Faianță

          Informațiile deținute până acum despre familia lui Max Blecher sunt destul de puține; ele pot fi completate prin consultarea gazetelor de informații din zona Moldovei sau a „Monitorului Oficial” al guvernului României din perioada 1910-1945. Cele mai vechi informații despre tatăl lui Max, Lazăr Blecher, îl arată deja un proeminent membru al comunității economice din orașul Roman. În primele două decenii ale secolului XX era comerciant de porțelanuri, cu magazin pe strada Ștefan cel Mare, și reprezentant local al firmei „Aladdin” care vindea „Noul sistem de iluminat cu benzină solidă”. Ca reprezentant al burgheziei locale, care își dorește confirmată calitatea de „stâlp” economic și moral al comunității, Lazăr participă la tot felul de acțiuni caritabile și subscripții naționale sau locale și, împreună cu soția sa, Bella, este unul dintre fondatorii unei societăți bancare în 1923. La 30 iunie 1923 primește prin hotărâre de guvern dreptul de a înființa o fabrică de faianță „pentru încurajarea industriei naționale”, în acest sens primind scutiri de vamă pentru mașini, gratuitate la transportul CFR și alte înlesniri prevăzute de lege. Deja peste un an, în octombrie 1924, fabrica avea probleme și proprietarul căuta un „asociat specialist care să se ocupe” sau un potențial cumpărător pentru „fabrica de faianță complet instalată în oraș lângă gară”, printr-un anunț în „Dimineața”. Însă fabrica nu va fi înstrăinată, în orice caz, nu acum. Funcțiile de reprezentare, urmărite, de bună seamă, de orice comerciant notabil, nu întârzie să apară: în 1927 era membru al Sfatului Negustoresc local, în 1930, consilier categoria I al Camerei de Comerț din Roman, iar în 1931 face parte din comisia interimară care suplinește Camera de Comerț locală, temporar dizolvată.

 

          Medalii

Recunoașterile oficiale, pe care un comerciant, mai ales unul evreu, din România tot mai antisemită a acelei vremi trebuia să și le dorească, nu întârzie să apară. În februarie 1926 primește din partea regelui Ferdinand, alături de un mare număr de comercianți din Roman, între care și Saul Blecher (să fie acesta bunicul lui Max, cel despre a cărui fabrică de ceramică scrie în ultimele pagini din Vizuina luminată?), „Steaua României” în grad de cavaler. În 1934 primește „Medalia Meritul Comercial și Industrial”, clasa I, iar în decembrie 1935, medalia de bronz din partea „Sfatului Negustoresc” din Iași. Lazăr Blecher activează și politic, protestând într-o adunare, în 1930, împotriva creșterii impozitelor; imediat după aceea se înscrie pe lista național-țărănistă pentru alegerile comunale. Doi ani mai târziu, la alte alegeri, este unul dintre candidații Frontului Economic, probabil unul dintre micile partide emanate de țărăniști pentru a capitaliza voturi suplimentare de la nehotărâți.

 

Antisemitism

Însă activitatea politică și recunoașterile onorifice nu îl vor ajuta prea mult pe Lazăr Blecher. El nu este lovit de primul val de legi antisemite, când magazinul lui Saul Blecher din str. Ștefan cel Mare nr. 113 este închis pentru că proprietarului i se retrăsese cetățenia în urma „revizuirilor” abuzive (în mai 1939). În noiembrie 1939 putea încă să importe marfă engleză costisitoare. Dar lucrurile nu mergeau deloc bine în Roman și în țară. Un interesant gest de disidență: în iulie 1941 refuzase să plătească impozitul excepțional de 4% pentru „apărarea națională”, deși cu vreo trei decenii înainte, în timpul Războaielor Balcanice, contribuise cu sume de bani la finanțarea flotei naționale. Explicația pentru această „atitudine antiromânească”, cum o numeau gazetele antisemite care publicau atunci liste „ale rușinii”, e la îndemână: pe 3 iulie ajunsese în gara Roman unul dintre cele două „trenuri ale morții” care desăvârșeau cumplitul masacru antisemit de la Iași, cauza morții sălbatice a peste 13.000 de persoane. Apoi, în 1942, legea „românizării” personalului întreprinderilor impunea concedierea celor trei angajați evrei ai fabricii „Lazăr Blecher”.

Cum a supraviețuit fabrica următorilor doi ani nu știm, dar în ianuarie 1945, după căderea dictaturii antonesciene, Lazăr este ales președinte al comisiei interimare pentru reinstituirea Camerei de Comerț și Industrie din Roman. Nu urmează însă cine știe ce prosperitate. În 1952, el alegea să plece în Israel, unde nu va trăi decât încă doi ani. Soția, Bella, îi va supraviețui până în 1979. Cele două fiice vor trăi în Israel: Frida până în 1995, iar Dora, până în 2008. Fiul Dorei, Pablo Wechsler locuia în Ramat Gan în 2018, când l-am vizitat, și mi-a vorbit mult și animat despre copilăria lui din România. Era născut la Iași, în 1938, anul morții lui Max Blecher, studiase în Statele Unite și lucrase ca inginer chimist, decenii întregi, în Chile, iar la pensie se stabilise în Israel. Vorbea o frumoasă limbă română, ușor vetustă, amintind de manierismele interbelicului, pe care și unchiul său le explorase în romanele sale.



[1] Doris Mironescu predă la Universitatea „Alexandru Ioan Cuza” din Iași și este asociat la Institutul de Filologie Română „A. Philippide”. A editat critic opera lui Max Blecher (2017) și a publicat o biografie a acestuia (2011; 2018).

[2] În anii 1936-1940, ziarul antisemit scos de Nicolae Iorga, „Neamul Românesc”, îl va ataca în repetate rânduri, cu o violență și o vulgaritate remarcabile, deoarece era un scriitor în ascensiune, apreciat de critica literară care ignora în mare măsură scrierile, de slabă calitate, ale naționaliștilor. Dar asta nu înseamnă că Nicolae Iorga se răzbuna pentru „caricatura” lui Blecher din 1927!

 

 

 


 

Doris Mironescu es doctor en Filología, crítico literario y profesor de la Facultad de Literatura de la Universidad Alexandru Ioan Cuza de Iaşi e investigador del Instituto A. Philippide de Filología Rumana. Su libro Viaţa lui M. Blecher. Împotriva biografiei (2011; tl: Vida de Max Blecher. Contra la biografía) recibió el premio de la Academia Rumana, el Premio USR Iaşi y el Premio de la Revista Ateneu. Editó dos libros sobre la obra y la poesía de Max Blecher: Opere (Fundación Nacional para la Ciencia y el Arte, Bucarest, 2017) y M. Blecher, Oeuvres Complètes (Éditions Maurice Nadeau, París, 2015, en colaboración con Samuel Tastet). Es también autor del prólogo al libro Poesía completa de Max Blecher, traducido por Joaquín Garrigós y publicado por Hermida ediciones.

 

 


 

 

Anca Ștefana Nițulescu (Rumanía, Slobozia, 1969) es traductora, especializada en traducción jurada del rumano al español (y al revés) de documentos de ámbito judicial y administrativo, principalmente. Ingeniera industrial, empezó a estudiar el castellano antes de terminar la carrera y desde 2008 se dedica en exclusiva a la traducción, después de trasladarse a Madrid. En la actualidad dirige el despacho de ANA TRADUCCIONES (https://traductorrumano.com) y estudia Ciencias Políticas en la UNED.

Ha coordinado, junto a Fulgencio Martínez, el número 32 de Ágora en homenaje a Joaquín Garrigós Bueno.