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lunes, 1 de agosto de 2016

El gobierno de la nada. (La nada, el ser y el estar en español). Artículo de F. Martínez en La crónica del Pajarito /Domingo, 31 de julio 2016


EL GOBIERNO DE LA NADA (La nada, el ser y el estar en español)

                                                   Por Fulgencio Martínez

Ahora que le imagino disfrutando de estas calendas calurosas, a la espera de que se forme un gobierno, quizá sería conveniente que reserve un momento al día para el entrenamiento mental. ¿Qué es la nada, qué es el ser? Le proponemos este simple ejercicio de meditación, para su mantenimiento físico y psicológico. Siga, sin embargo, un par de consejos: búsquese primero una buena sombra, y no lo repita más de dos veces, no vaya a ser que fatalmente se decante a la conclusión de que vivir en España no es morir, es estar siempre bajo el gobierno de la nada, mientras el pensamiento divino no abra un espacio de reflexión. O sea, nada. Contradicción en los términos, como hierro de madera, diputación permanente, discriminación positiva, reverendo padre, pensamiento navarro, Murcia en vivo.                                                                     

Empezamos. La idea de existencia en general se dice, en español, con la forma "hay": impersonal, existencial, formada por la tercera persona del presente del verbo "haber", "ha", seguida por el antiguo adverbio "y" (aquí); originada a partir del latín vulgar "hat" (en latín clásico: "habet") y el adverbio arcaico "i" (allí ¬-en latín clásico: "ibi").                                    

A partir del siglo XIII (véase Paul M. Lloyd: Del latín al español, 1993, Madrid, ed. Gredos) es corriente ya esa forma, en la que el adverbio de lugar (el equivalente al "da" alemán) está aglutinado en la forma verbal.     

Si ha llegado hasta aquí, haga un poco de análisis semántico-gramatical. Respire. La negación "no" y la absoluta negación "nada" (referente a cualquier cosa que especifique lo que habría de ocupar el espacio señalado por el verbo existencial), no eliminan del todo sino más bien presumen un campo de visión y una doble perspectiva: la del que ve y el campo abierto. En la forma española resultante, "hay", campo (o espacio, el "y") se funde con el ver-haber, es decir, gramaticalmente, con el verbo impersonal "ha", forma que, a pesar de ser impersonal, como todo verbo conserva una noción "humana": los verbos indican acciones, y solo puede haber acciones por analogía con lo humano. Hay ser, hay algo, hay nada, no hay nada: en gradación de más a menos se dice respecto a la relación de "mí" o mi cuerpo y un campo; en la última forma, se sobreentiende que el campo se ha estrechado contra mi pecho.                                                                     

En cambio, la forma en alemán "es gibt" ("hay"), o negativa: "es gibt nitcht", "no hay", o  “nichts” - "no hay nada"), construida a partir de "geben" ("dar", "donar") afecta a la semántica de unos vocablos abstractos como "das Nichtseinde" ("la nada"), formados a partir de "sein",  verbo  cuyo  participio de presente es "seind", "lo que es". (No pretendemos darnos de expertos en filología germánica. "Hay" traduce bien, al español, la expresión existencial alemana "es gibt", impersonal también, aunque con sujeto gramatical neutro "es").                                                                 

Resulta interesante que el español posea una forma tan radical de negación impersonal existencial, que recae toda su fuerza negativa en el verbo y a la vez afecta a verbo con partícula adverbial aglutinada y objeto directo, además de impersonalizar totalmente la oración, sin sujeto alguno gramatical. En alemán, se mantiene ese sujeto gramatical, aun siendo impersonal la estructura, y la negación casi siempre necesita apoyarse en un "kein" que recae sobre el objeto. (En italiano y otros idiomas la estructura existencial, sin embargo, es de concordancia entre sujeto y predicado; no de objeto directo y verbo: ci sono due, c'e uno; non c'e nessuno, non c'e niente).                                                                                  

Mientras "la nada", en castellano, deriva morfológicamente a partir de la abstracción de la negación de la existencia en general, que incluye el espacio en general y de cualquier objeto que lo ocupe: o sea, gramaticalmente a partir de "no hay nada"; "das Nichtseinde" se origina no a partir de la forma verbal existencial ("es gibt), sino de la negación de los entes, gramaticalmente del verbo sein (ser) en proceso ya de una recategorización sustantivadora: la nada: lo que no es ente, lo que no es o no está siendo. La sintaxis de su composición con la forma existencial verbal "es gibt" expresa la noción de ocultamiento de lo que es. "No hay nada" diría, en alemán, "se oculta lo existente", "no se da más eso que es".  Cese. Subyace una noción temporal transitiva, el paso de un estado anterior al presente. En cambio, la nada en castellano es espacial, sin noción marcada temporal transitiva; indica ausencia de campo cuando se está mirando el campo. 


Estar en español
     

El maestro de Juan de Mairena, Abel Martín, emplea en sus poemas formas arcaicas de verbos como "seer", "veer", por "ser", "ver". "Veer" subsiste en formas actuales como "proveer, proveedor, "veedor". "Seer" es forma intermedia en la evolución que hizo del latín vulgar el romance aglutinando los verbos "esse" y "sedere" ("estar sentado"). "Sedere" se había debilitado en "estar", más tarde, "ser", por lo que pudo fusionarse con "esse".
                                                                   

"Estar" se usó, primero, con el significado de "estar de pie" antes de usarse para cualquier modo o posición; en cambio, "seeer", "seyer" > "ser" significó "estar sentado". (En otras posiciones, "yazer", indicaba "posición echada, tumbada", "estar tumbado"; y el antiguo "ficar", que subsiste en portugués, la indeterminación del modo o posición en que se está en el espacio: el estar ahí. "Fica" es "Queda ahí" en el sentido del actual "parar por ahí".  "Eso para por ahí", "la carpeta debe parar en algún sitio". "Parar" sin sentido de "estar de pie·, sino de "mero estar). En el castellano actual ese uso indeterminado del antiguo "ficar" y del estar ahí indefinido en su modo, lo asume el "hay". (Para un italiano, es casi imposible entender la diferencia entre "está" y "hay", pues su estructura tiende a pensar "estar" subrayando la presencia. En cambio, el español subraya el verbo, despersonaliza la cosa presente al no marcar tanto la presencia de la cosa como el "hay": una acción que ocupa espacio).                                         

Comprobamos cómo, en castellano, en la forma "hay", el adverbio de lugar -enclítico o no- desempeña un importante papel semántico. Tendría el pensamiento en español que conjugar aquellos cuatro o más sentidos del "ser" (de pie, sentado, echado, ahí en general), y comprobar si son análogos a los verbos alemanes: "ist", "stand", "steht"", liegt". Jugando, se podría decir en español: la nada no es, pero "para" por ahí.

Estas incursiones en la filología histórica (que nos han hecho bucear en María Moliner, Diccionario de uso del español, y en el  Diccionario crítico-etimológico castellano e hispánico) quizá no sean ociosas cuando se trata de pensar, en una lengua como el español, sin exclusivismos, recogiendo el mayor conocimiento de otras lenguas, pero desterrando la idea de que la filosofía habla únicamente en alemán.
El genio de una lengua se manifiesta en sus poetas. Fue Machado quien dijo que el tono lo da la lengua. Y Juan Ramón Jiménez quien se definió como español de fondo (antes de cambiar esta expresión por otra sinónima y más universal: “animal de fondo”.) Es pensando, como ellos, desde la estructura lingüística del idioma cómo podemos entender lo que nos pasa. La noción de tiempo, por ejemplo, tan escurridiza y ambigua, debe su dificultad de aprehensión, en parte, a los conceptos marcadamente espacializados de "ser" y "nada" en español. En el fondo de la intuición metafísica de la lengua española estas nociones se encuentran ya depuradas de nociones que remiten a un darse y un ocultarse, que, como en la lectura heideggeriana de la "fisis" presocrática, nos llevan a pensar en un fondo animista (no humano, mítico-teológico).                                                            

En el fondo de la intuición metafísica del español, la nada ni se da ni no se da, ni se oculta ni aparece.  Una nada que apareciera sería algo. Ni existe ni lo contrario. Es la por todas partes presente y no presente. Si se la imagina, de primeras se presenta en la forma de una fuente seca, un cero, un cierre de campo del que ya se parte, para el pensamiento. En principio, ajeno a todo tránsito temporal, se diría también que a toda componenda con las dos lógicas: tanto con la lógica intemporal del pensamiento de lo idéntico como con la lógica temporal. Para solo estar en compañía del "espacio", esa noción tan oscura. Que, finalmente, diga Abel Martín que la nada es la única creación de Dios, la sombra que Dios creó con su mano ("Fiat umbra...Brotó el pensar humano") es una humorada… o tiene sentido para reponer al pensamiento de su parálisis junto a la inmediatez de la nada (vía ensayada por Oriente, al parecer). El pensamiento crea distancia, necesita la distancia y va alejando, cada vez más, la nada, a la vez que mezcla las dos lógicas, las dos vías.                                                                                          

Y si tampoco la nada-ser, del último Heidegger -pensada desde el español- puede ser donación de sentido de ser, y no puede darse de ningún modo hasta no fundar un espacio (cosa que solo desde, al parecer, el alemán de Heidegger es posible entender: que la nada-ser, o abismo de ser, crea espacio al iluminarse-ocultarse), queda sugerido, con lo expuesto, la diferencia de Machado con Heidegger en la cuestión de la nada. Por un lado, se acerca la nada de Machado a la de Heidegger en cuanto que, últimamente, Machado tiende a pensarla como creación de "Dios" o del Ojo universal; posteriormente donada al pensar humano. Por otro lado, se diferencian, radicalmente, ambas ideas de la nada, en cuanto que, en Machado, la nada es más bien un espejismo, una ilusión arrojada al pensar subjetivo, y solo, aparencialmente, anula el espacio de lo que es. Las conciencias se hinchan, como con un gas, que es esa nada, que es ilusión, "sombra" creada por la mano divina. Al final, las conciencias individuales-supuestas mónadas- explotan cada una como pompas de jabón, piensa  Machado. (Abel Martín, fundamentalmente).

En conclusión, a nuestro pensamiento le llamaríamos trágico si no fuera por el sano escepticismo que el poeta dejó escrito en uno de sus Proverbios de Campos de Castilla: "yo amo los mundos sutiles, / ingrávidos y gentiles / como pompas de jabón. / Me gusta verlos pintarse / de sol y grana, volar / bajo el cielo azul, temblar / súbitamente y quebrarse."

 27-7-2016


El artículo de Fulgencio Martínez "El gobierno de la nada" se publicó en el diario digital La crónica del Pajarito, edición de fin de semana, DOMINGO, 31-7-2016.




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