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miércoles, 15 de noviembre de 2023

"Tocar de oído", de Pedro Flores. A proposito del último premio de Poesía Miguel Hernández. Por José María Piñeiro. Ágora 23-24 Nueva Col. / Bibliotheca Grammatica / Poesía

Pedro Flores

Tocar de oído.

Ed. Devenir, Madrid

 

 

 

BIBLIOTHECA GRAMMATICA / CRÍTICA DE LIBROS

 

                                                        Pedro Flores, ganador del Premio Miguel Hernández.   Fuente: Canarias 7

 


TOCAR DE OÍDO, DE PEDRO FLORES

A PROPÓSITO DEL ÚLTIMO PREMIO DE POESÍA MIGUEL HERNÁNDEZ

 

                   POR JOSÉ MARÍA PIÑEIRO

 

 

Personalmente me interesa todo tipo de poéticas y de poetas. Cada premio que se concede o cada poemario que aparece es para mí secreto motivo de entusiasmo. Pero debo confesar que a veces uno tiene la sensación de que el mundo de la cultura occidental tiene una conciencia excesiva de sí misma, de sus códigos y referentes. Y es que cuando visito una librería tengo encontradas sensaciones: una gran curiosidad por lo que se escribe y se edita junto a  cierto soterrado rechazo ante algunas propuestas que, me parece, añaden poco, vuelven a decir lo ya dicho y que rozan lo pedante. ¿Cuándo algo se ve libre de la pedantería? Pues cuando el despliegue imaginativo me hace excitante y habitable un mundo y no me obliga a descodificar continuamente sus componentes para disfrutarlo.   

    Comento estos aspectos un tanto antipáticos tras haber leído el último premio internacional de poesía Miguel Hernández, celebrado en la ciudad de Orihuela.

    Se trata de un poemario redondo y apretado -hay que ir cribando autores y pasajes de la historia literaria para sortear los poemas -y que repite cierto patrón insalvable: La poesía no tiene la culpa de que nos hayamos hecho unos superespecialistas….

    El trabajo de Pedro Flores es claro en su intencionalidad. La cita de Gastón Baquero es explícita con respecto al tipo de poética que nos vamos a encontrar: la urdimbre sin fin de la metaliteratura, la suma multiplicable de las citas citadas, de las lecturas de las lecturas.

    Bueno, es una opción legítima que nuestra hiperconciencia literaria y crítica ofrece a la creación poética.  Los últimos premios de poesía se guarecen en la forma de ejercicios: poemas sobre la vida de los poetas, poemas sobre los grandes movimientos estéticos, poemas sobre los suicidios de los grandes poetas, poemas sobre pintores, sobre músicos, sobre geografías y estaciones del año…

    Un buen poemario hoy se presenta bajo la apariencia de una redacción bien hecha, como aquellas que nos mandaban hacer en la escuela de niños. Bien mirado, es una de las mejores opciones pues el creador exhibe las capacidades de su escritura revelando aspectos bellos del día a día o del paisaje… La poesía está esperando explotadores de sus minas naturales.

 

Si parte notable de tales minas es el entramado sin fin de lo metaliterario, es algo que me parce estupendo, lo que sí me molesta algo es que la poesía sea producto específico hoy de filólogos o de especialistas. Es algo que, recuerdo, ya denunciaba Octavio Paz. Pero es que en ausencia de videntes o de acontecimiento, qué le queda a la poesía sino afilar su instrumento y hacer memoria de sus más fulgentes batallas. Lanzaba André Breton aquella consigna surrealista de: arrojémonos a los campos, pero es que hoy tales campos están sellados de citas y de ostentosa memoria. Por otro lado, la bohemia se acabó, aunque la aventura literaria intente renovarse buscando itinerarios presuntamente atrevidos.

 

El poeta es el profeta de su tiempo. Hoy, en un mundo acosado por la información continua, la televisión y las redes, qué fragmento de espacio-tiempo puro huye de tal asedio y crea su propia realidad. Si esta, la realidad, está siendo definida a cada instante por los medios, quién se erige como visionador virgen de lo que ocurre, quién escapa al parámetro establecido.

    George Steiner, con la intención de provocar, ya que pensaba que desde Mallarmé la poesía estaba muerta, decía que no conocía a ningún poeta que hubiese inventado un color o una nota musical nueva….

    Bajo la lluvia de los mensajes ideológicos y los estereotipos, ¿alguien puede permitirse el secreto y gozoso lujo de tener una recepción originaria, genuina del mundo? ¿Quién es ese salvaje, ese genio inconcebible, ajeno al ahormamiento televisivo, a las simplicidades y a las ideologías? ¿Dónde está el segundo Rimbaud?

     Decía Lezama Lima que detectamos la modernidad en poesía cuando la dialéctica se ha colado en ella. Hoy, como ocurre en tantos ámbitos estéticos e incluso en filosofía, parece que no nos quede otra salida que el juego metaliterario, la urdimbre de las lecturas sin fin de las propias lecturas. El lenguaje se nos desparramó y hay que volver a colocarlo en una posición adecuada y propicia. Nos toca la delicada tarea de la dosificación verbal.

    Ante la masa opresiva de la información, opongamos el contraste de la experiencia propia. 

    Si interpretar es crear, que el poeta urda la malla que sea con tal de saber qué signo, qué temática, qué argumentos resisten y deben ser satisfechos, matizados o cantados y que identifican la aventura multidireccional de la poesía. 

 

 

 


JOSÉ MARÍA PIÑEIRO (Orihuela, Alicante, 1963). Ensayista, crítico literario y poeta. Ha publicado en 2023 Suma de auras. Poéticas y sueños. (Ed. Frutos Secos, Elche, Alicante), un diario de poeta donde se conjuga con maestría el ensayo breve y el aforismo. En 1985 fue uno de los fundadores de la prestigiosa revista Empireuma, junto con Ada Soriano y José Luis Zerón Huguet. Ha escrito otro libro de aforismos y fragmentos de reflexiones estéticas: Ars fragminis (2015, Ed. Celesta). En poesía, ha publicado, entre otros poemarios, Las raíces del velo (2019, Ed. Celesta), Profano demiurgo (2013) y Margen harmónico (2010). Fue Premio Andrés Salom de Ensayo breve en 2011.  

Blog del autor:  http://empireuma.blogspot.com

 

 

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