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martes, 11 de febrero de 2025

"HOMBRE DESPATRIADO", DE ANTONIO MARÍN ALBALATE. Por JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO. Bibliotheca Grammatica / Poesía / Avance de Ágora N. 31. Nueva Col.

 


 

HOMBRE DESPATRIADO, DE ANTONIO MARÍN ALBALATE

 

 

                                   por JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antonio Marín Albalate

Hombre despatriado

MurciaLibro, 2023

 

 

 

¿Quién es este hombre despatriado,

desgarrado, deshecho,

de cuerpo entero entre los hombres,

que camina del centro a los extremos

entre las paredes del cuarto

donde conserva libros, discos

de un tiempo que ya fue, mientras escribe?

¿Qué pide a todos?

Quizá pida silencio,

para entre cerveza y cerveza,

oigamos una verdadera historia,

aunque también podría haber sido falsa  

como la luz sombría de aquellas

casas desoladas que hoy

se deshacen sobre el mismo paisaje

bajo cubiertas

de plástico que esconden verdes frutos.

 

Si colocamos la palabra en una posición no habitual, esa voz anodina, que podemos emplear sin que perturbe frase alguna, de repente levanta la cabeza, alza los brazos y grita: ¡Aquí estoy! No de modo chulesco, provocativo, sino existencial. Entonces descubrimos que esas historias tristes, muy tristes, que cuenta Antonio Marín Albalate, relatos en los que sus personajes carecen de una elemental empatía, dejan de ser lúgubres, cerrados, para ser expuestas a la luz de un sol como el nuestro que reseca y blanquea su osamenta, a veces, descubrimos el cráneo de la cabra junto a la boca de mina. Así puede contar sobre la soga de su tío, el camión de los Reyes, que, sin duda, marcaron su infancia.

¿Qué importa eso ahora?, diréis. Los hechos son los hechos, sin embargo, cuando se cuentan, iluminan recuerdos que, imposible, no parecen nuestros, sino desprendido de una de esas películas de malos y buenos, donde los bandidos no sólo son peores, sino que repiten el mismo fracasado argumento, como si sus padres y abuelos les estuviesen diciendo al oído todo lo que deben hacer. Todo ocurre sin una sonrisa, en silencio, porque un viento caliente remueve las hojas que caen, aunque no sea otoño.

Los tópicos suelen ser verdad, también lo es su negación. Así decimos la infancia es el paraíso, para al poco afirmar la infancia es el infierno. Y tanto una como otra pueden ser verdad. Sirviéndose de esta posibilidad, Antonio Marín Albalate, describe el mundo de su niñez en un campo de secano, en el que se siente desterrado, despatriado, donde la imagen del espejo y el objeto reflejado por mucho que se miren nunca volverán a encontrarse.

Se trata de uno de esos libros que hay que leer poema tras poema, hasta completar el texto. Cada conjunto supone una mirada, un relato de aquel mundo no tan lejano, donde las familias marcadas por la guerra y la larga posguerra sufrían sus consecuencias, la separación, el alejamiento, y sobre todo la privación de un mínimo de las confortables ventajas de que disfrutamos desde hace años que nos han hecho olvidar aquellas carencias. Casi, todos sus poemas comienzan con versos que exponen una situación no deseable:

     Aquella cuna llena de serpientes

      Éramos tres y enloqueció la abuela              

      Semejante a una bíblica narración

      El sol sin sombrero allá en lo azul

      Recuerdo a madre puntualmente alegre                  

      ¿Para qué es esa soga?                           

      Apenas un recuerdo vago, abuela     

      Abandonó a sus hijos             

      Años sesenta. Una casa de sombra           

      Cómo cuesta respirar

                                      

Hay dos posibles reacciones ante esos sucesos, una aumentar la tristeza y convertir cada narración en un pensar tan cansado que nos lleve a considerar unos tiempos terribles con gentes que malvivían apegados a sus escasas posesiones, cerdos, cabras, colchas, cuadras, componiendo una escena cuya fecha dentro de unos años será considerada como fabulosa y pensarán que el escritor es un fantástico comunicador que habla de cosas cuya existencia es más que dudosa. Recuerda al neorrealismo italiano que coincide con nuestra ola migratoria y la llegada del turismo.

Consideremos ahora, la segunda posibilidad, cuando Antonio, en pleno uso de sus facultades mentales habiendo constatado cada episodio que narra, nos presenta aquella realidad como si hubiese sucedido en su cabeza. El niño capaz de hacer esas cosas pasa por ser un chico como todos, dado que sus reacciones son naturales, observa cómo el agua disminuye y piensa que es normal que un pozo pueda secarse. Mira atentamente como crece la cebada y cuando ve las espigas se divierte atravesando ese verde fresco y constante sobre un suelo reseco. Ve luego las caras de las gentes, pero las ve desde dentro y comprende que permanezcan sus rostros con lágrimas. Voces dictatoriales, leyes, que no existen, convierten en castigos severos los pequeños acontecimientos.

Cierto que debería haber elegido algunos poemas para abrir este libro que nos habla con los dientes apretados, pero he preferido no seguir ese curso. Amigos, ha de leerse completo porque presenta una vida y la vida es tan compleja que a veces no cabe en un poema, pese a que el crítico haya elegido ese que corta como un cuchillo recién afilado. Cuando, a veces, el poeta llora como un desterrado. Atención a los títulos:

 

             ELEMENTAL Y CUAL AMARGO CAFÉ

 

                    A veces lloro cuando nadie me ve.

                    Abatido con los brazos cruzados

                    sobre una mesa, lloro.

                    Sólo y nadie cada vez

                    más infierno en yo, lloro.

                    Así de simple es todo cuanto digo

                    y callo con los ojos arrasados.

 

Entre tanto, los árboles, por ejemplo, la higuera da sus higos, la acequia tiene agua y el niño intenta hacer flotar su barquito de papel, oye ranas, llantos, bromas. Pasan los años y, como todo ocurre en su cabeza, cuando se duerme, recupera fuerzas para el nuevo día. Después el tiempo arruina ciertas órdenes, la enfermedad, algunas mentales, dejan caer a los personajes.

Puede que os recuerde este nuevo realismo social y lírico del cine italiano, la importancia de la madre. Atención a estos títulos: “C´è ancora domani” 2023; “Il treno dei bambini”, 2024.

La vida sigue en otra parte, aunque eso, lo descubrirá después, ahora, cuando ya nada le afecta y todos se han ido. El escenario está vacío. Es invierno y los cines de verano permanecerán cerrados hasta el próximo año.

 

 

 José Luis Martínez Valero es catedrático de Lengua y Literatura española, autor de libros de poesía, como Puerto de sombra; de memorias (Otoño en Babel) y ensayo literario (Antología del Veintisiete en Murcia), editados por La fea burguesía, Murcia. Es también pintor y colaborador en diversos medios, con artículos sobre literatura y pintura. Colaborador en Ágora desde su inicio.

Página de Martínez Valero en Ágora:

https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/search?q=Jos%C3%A9+Luis+Mart%C3%ADnez+Valero

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