ANTOLOGÍA MÍNIMA DE FULGENCIO MARTÍNEZ
LEÓN BUSCA GACELA
LA VELA DEL DEMONIO
a Luis Cernuda (2002)
En la sospecha de que
tu voz recuerde
la voz del demonio,
ve ahí reunida tu
familia erudita
con el Consejo de la
ciudad. Dirimiendo
ante los jueces
nocturnos la querella
de tu homenaje, al
cumplir tú cien años.
Como el marino al que
un caprichoso azar,
una nube divina lo
devuelve a su patria,
volviste tú a la tuya
cuando te daban ya por
muerto entre los muertos.
Temen los eruditos el misterio
del que estaban guardados,
y te presentan
reducido a una corona marchita.
Insultan, así, a la
inteligencia
de la vida y a la
historia,
que hizo sitio a tu
muerte en tierra extraña.
Aunque, comprende:
sólo les mueve la rutina
de conseguir un poco
de dinero.
Su servil
inconsciencia les bendiga,
el aire que les ata a
su columna.
UN SUEÑO EN EL SUEÑO
León busca gacela
en la cima del mundo.
Un león,
un animal de crin dura
y espejos
duros como el latido
de la tierra
avanza solo por la luz
del día,
recorre todo el día la
sabana
majestuosa de fuego y
de silencio.
A la hora de Venus, se
detiene.
Mira al azul remoto, y
a la nada
dora que transporta su
cuerpo
más allá del río donde
ve
reflejados sus tristes ojos,
y la inquietud que se
abría paso
en su rostro tira de
él,
echa abajo su casa
de fieras y le hace
soñar por un instante
reunido en la Esfinge.
LA
EXPULSIÓN DE LOS ESPÍRITUS DEL INVIERNO
Nada alegra tanto como
una tempestad
que trae, del brazo,
una luz
dura y larga y una
despedida de seda.
Nada es tan leve
después de oprimir tanto.
Nada tan grácil
como un águila real en
su vuelo
ni tan decidido a
aplastar cualquier presa.
Nada, en fin, tan
alegre
como ese águila de
vuelta a su nido,
caminando sin pasos,
sin pasado, libérrima
en el aire.
¿Por qué no podría
tener mi ansia
forma de ave que
expulsa a los espíritus
acomodados del
invierno y genera
un río de música en
las alturas?
En un mundo inocente
quiero estar indefenso
como agua que mana en
la noche
y, al alba, se muestra
llena de barcos.
UNA
VICTORIA MORAL
Los días de enero
trabajan el corazón
con duras materias de
melancolía.
Aún es corta la mano
que trae la luz
y el palacio del
invierno aún nos tiene
sumergidos en la
fragua de nuestras intenciones
que no aciertan apenas
a romper un cristal.
Como los búhos rodamos
torpes de día,
esperando la mancha de
un filo caliente
o una tensión de pasos
sobre carbón al rojo:
Nada nos duele más que
permanecer
despiertos cerca de la
telaraña
hueca y casta de la
nocturna inquietud,
que gira acusadora en
nuestra noria,
inaprensible como agua
podrida.
Los linderos más altos
nos demandan:
salid ya, los muertos,
a tomar el aire.
Y el pecho fija su
faldón al asiento,
torpes zancadas a
impulsos tasados
desvanecen los prestos
pies del afán.
Camino de retorno a la
melancolía,
escribimos la oda a
una victoria
moral, fácil contento
para el poeta,
dura piedra de angustia
para el hombre.
RUIDO,
RUIDO
Oímos,
sólo, el ruido
de un elefante;
la
gruta despierta,
cada día, con ese ruido
que
maneja sus brazos
como
las tormentas, cuando se acercan
con
ruido sordo en el cielo.
Los
que vivimos abajo
somos
igual que hormigas,
tenemos hábitos poco singulares:
tenemos hábitos poco singulares:
trabajamos,
comemos y dormimos
y
practicamos nuestras aventuras
a
unas horas determinadas,
lo que nos vuelve predecibles
lo que nos vuelve predecibles
y
un objetivo, sin duda, al alcance
para
el ruido de las tribus nocturnas.
Despertamos
y es todavía el ruido
de
ese ruido, un estruendo banal
que
nos corrige el ánimo pacífico,
y
nos hace recitarle a la luz
una
imprecación y un ruego
de
auxilio, que se pierde
en
esa ciénaga de puños y de pedos
que sigue toda la noche y todo
el día envenenándonos de
ruido.
COMO BARBO ASUSTA A
LOS MUCHACHOS...
Como Barbo asusta a los muchachos
con sus tristes risas
entre las piernas de una anciana,
me asusta la Parca.
No quiero desaparecer
como un campo bajo el cemento,
ni como caña verde
en la orina de un tísico.
Por el precio de esa roca
dada a tragar al cabrón de Saturno
en el lugar del Hijo,
vino la muerte a jodernos a todos.
IBERIA PERDIDA
Cuando
busca mi sangre más amplitud cordial
escribo
en el paisaje nostalgias inmemoriales
de
aquella dulce Iberia perdida como un sueño
al
despertar de la Historia.
En
las frescas mañanas aún escucho
voces
de barro en los cerros dormidos,
tiemblan
en los costales de los campos
diminutas
hogueras azules, y rebaños
de
gigantes surcan la faz de la lejanía.
El
añil y la verbena florecen
en
cualquier estación
sobre
gargantas blancas
de
polvo sin camino.
Frutos
jugosos, armados de espinas,
aguardan
al caminante sediento.
CADA
TARDE VENGO
Trato
de ser amigo
de
mi mitad oscura.
Cada
tarde vengo
a
mirar las sombras.
Despidiendo
el día
me
alzo a vislumbrar
el
vuelo de una paloma
sobre
la maleza.
Comprendo,
entonces,
que
el deseo mío
es
ya una forma
de
presentimiento.
CANCIÓN TARAREADA
De un momento a otro
se aproxima
y me estremece
una canción
cuya letra no puedo
recordar nunca.
Sé un estribillo,
un ritmo,
el tono desnudo
de la tierra en
noviembre,
que sonaba en mi
primer poema.
La ternura fanática,
desusada, del mozo
con su canario mudado,
que a cantar comienza
al oído del primer
deseo.
CORPO D´AMORE
Me
gusta en las tardes
lentas
de verano
escuchar
canciones
de
mis diecisiete años.
Pasear
desnudo
en
mi habitación
con
otro cuerpo
desnudo,
y vivir
lo
que de adolescente
soñaba.
Entonces, y ahora
una
satisfacción menor
es
engañar al tiempo.
EL CUERPO
DEL DÍA
DEVOLVERLE
EL TIRO AL CAZADOR
Junto a la ropa sucia el papel de regalo.
Luis
García Montero
Hay
que buscarla siempre
junto
a la ropa sucia:
la
palabra
no evoca ya un camino
de
madurez, ni despierta un viaje
hacia
un otro yo.
De
sobra probó nuestros enjuagues y lavados,
¡para
que ahora la disfrazemos
de
pureza, de prenda inmaculada!
La
recogimos de la calle.
Con
fidelidad, con descaro
habla
peor de nosotros
después de otra colada.
Llega
del agua, soltando su huella
en
la mano abrigada con guantes.
Sensaciones
duras, como los trazos
en
la pimienta de un ligero refrigerio,
llevarán
nuestros versos.
Devolverle
el tiro al cazador
es
el primer deber del pájaro solitario.
HAIKÚ
En la calle de Agosto
la golondrina
que
volvió antes de tiempo.
.................................................................................
Cuando
abrí mi balcón,
la
perdí; las nubes la llevaban
en
su red tupida,
las
palabras, más que una vida robándome,
no
la pudieron retrasar, ni un momento.
Ella,
a la tierra,
al
aire, al más allá. A la tierra.
CEMENTERIO DE PALOMAS
El servicio de limpieza del
Ayuntamiento ha retirado las palomas muertas, por
veneno, bajo la fachada de la Catedral.
Diario de Murcia.
Qué desaliento el de
la paloma
envenenada bajo la
gran torre.
Cómo se apagan las
cuerdas que, un día,
iluminaron nuestro
paso triste
por aceras y plazas y
jardines
polvorientos de esta
ciudad.
Extrañas
se han vuelto nuestras huellas
aquí,
como un aleteo
de una vida que pasó
hace mucho.
¿TU PAÍS?
Tu país, ¿cómo se
llama?
¿Existe, en tu país,
el capvespre,
esa riqueza de luz, de
matices,
esa gloria que espera
hasta el final para
mostrarse
entre las ruinas del
día?
ANTOLOGÍA MÍNIMA
FULGENCIO MARTÍNEZ
REVISTA ÁGORA DIGITAL
ENERO 2020
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