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miércoles, 3 de diciembre de 2025

Cartas para los hijos de mis hijos: La almendra. Por JOSÉ GÁLVEZ / Relatos / Ágora-Papeles de Arte Gramático N. 36 (Número doble de invierno 2025, 35-36. Nueva Colección)



Cartas para los hijos de mis hijos

La almendra

Por JOSÉ GÁLVEZ

 

 

Se escogían al azar unas almendras del montón, ya peladas, solo con cáscara. Se sentaba en el suelo, sobre el cemento. Pesaba un kilo y procedía a partirlas con cuidado. Se pesaban entonces las semillas (los gajos) y se calculaba el rendimiento. Las mejores eran las marconas. Pero la largueta tenía un nombre estupendo.

 

Cuando éramos muy jóvenes, más bien niños, ayudábamos algunos ratos en verano con la almendra. No hacíamos mucho, es verdad, pero aquellos mínimos trabajos hicieron mucho por nosotros.

          Se empezaba temprano, para aprovechar las primeras horas del día, las más frescas.

     Nosotros trabajábamos sobre todo con los telones, extendiéndolos y luego recogiéndolos, volcando las almendras en los capazos. Después repasábamos el suelo para recoger las que se habían quedado allí tiradas. Juan, el labrador, y sus ayudantes vareaban los almendros. Unos con unas cañas muy largas. Juan con un palo más manejable subía al árbol y, desde las ramas más gruesas, golpeaba hábilmente las más delgadas.

        A las diez de la mañana llegaba la hora del almuerzo. Mi padre traía unas cervezas frías. Nos sentábamos en un margen y tomábamos un bocadillo de salchichón Rolfos. Juan cortaba una rebanada de pan de campo con su navaja y lo acompañaba con lo que él llamaba el companaje y con un trago de vino tinto abocado, conservado al fresco en un botellín de cervezas Azor. Qué buena la hora del almuerzo. Era tan buena que algunos aparecíamos directamente por los bancales a esa hora y echábamos un rato.

       Después llegaban para los trabajadores largas horas cogiendo almendra por los bancales del Motor. Hacía mucho calor en Agosto pero recuerdo que la gente tenía buen humor, contaban historias, gastaban bromas y reían.

       Un día sufrimos un ataque de avispas o de abejas como creyó Pedro. Pedrito, mi hermano siguiente, estaba sobre el tejado de la caseta del Motor y aunque era muy pequeño también era valiente. Junto a la caseta había un árbol, un almendro muy hermoso. Pues bien, al varear o al pisar alguien una teja, no recuerdo bien, salieron las avispas o abejas y fueron a picar la cara del pobre Pedro. Cómo lloraba, se le hinchó mucho el rostro pese a las inyecciones de cortisona. Estaba desconsolado al verse en el espejo. Nosotros le decíamos que se le había puesto cara de conejo. Nos reíamos en nuestra inconsciencia, pero nuestros padres estaban muy serios y preocupados. Mejoró pronto.

        Aunque como os he comentado, íbamos poco por el tajo en las peores horas del día, pero teníamos sin embargo otras obligaciones. Hacíamos los deberes de verano. No por suspensos sino por aprender y empezar bien el próximo curso. Eran los cuadernos Santillana. Entonces aprendí quién era Emil Zatopek. Luego estaba la piscina, que por entonces no tenía depuradora pero si algunas ranas.

      A lo que no faltábamos era a  la vuelta del tractor. Una vez llenos los sacos y esparcidos por los bancales, se cargaban en el remolque del tractor de Juan y volvíamos a casa. Era un viaje corto, pero extraordinario. Nosotros sentados sobre los sacos amontonados, victoriosos.

       También tengo que deciros lo bien que olía esa almendra, con su corteza verde, cuando se vaciaban los sacos en el antiguo almacén.

        Lo mejor era el día que venía “La Silenciosa”. La Silenciosa era una máquina de pelar almendra muy innovadora, acoplada a un tractor y que manejaba José, el hermano de Juan. Hacía un ruido atronador, apenas nos oíamos los unos a los otros alrededor suyo. Cuántas risas con la Silenciosa.

       Tampoco estaba mal la espiga. Nuestro padre, una persona de grandes pensamientos y enormes sentimientos, nos compraba las almendras que recogíamos en el campo, a la espiga. Es decir, las que habían quedado olvidadas. Así aprendimos el valor de la espiga y también el de la sisa, ya que a veces, Dios nos perdone, echábamos algún puñado del montón general de almendras a nuestra recolecta. Tengo que decir que sentíamos, más tarde, vergüenza ante nosotros mismos.

      En cualquier caso nos hicimos grandes espigadores y por las tardes, con nuestro sombrero de paja, nuestros cayados y nuestras bolsas, salíamos a espigar con mayor o menor fortuna.

       Claro que el momento cumbre de todo esto, era cuando venían a comprar la almendra. Siempre se trataba con el mismo comprador, porque confiábamos en él. Lo primero era hacer la cata. El Chavea (Chaval), que así se llamaba, era un hombre que nos parecía mayor, educado y cuidadoso. Con unas gruesas gafas y el vientre un poco abultado esbozaba una mínima sonrisa y se cerraba el trato.

       Traía un pequeño saquito con su instrumental. Un martillo de los de partir almendras y una balanza. Se escogían al azar unas almendras del montón, ya peladas, solo con cáscara. Se sentaba en el suelo, sobre el cemento. Pesaba un kilo y procedía a partirlas con cuidado. Se pesaban entonces las semillas (los gajos) y se calculaba el rendimiento. Las mejores eran las marconas. Pero la largueta tenía un nombre estupendo.

       Todo esto era ya de por si prodigioso para nosotros. Pero lo que realmente sirvió para nuestra educación es que volviera año tras año y que, tras cada ceremonia de la cata, mi padre lo tratara como un amigo y compartieran una cerveza. Gracias a todo esto el Chavea vino a formar parte para siempre de nuestra existencia.

       Sin embargo, con el paso de los años, el asunto de la almendra se iba haciendo peor negocio. Algunos hablaban de la competencia californiana.

       Por otro lado, gracias al trasvase, nuestro campo se iba convirtiendo más en una huerta y fuimos de los primeros en plantar limoneros.

      Vinieron además años de sequía y a veces era muy difícil encontrar agua para nuestros almendros.

       No sé bien si fue en el 94 o el 95 cuando una terrible y continuada sequía acabó con los almendros del Motor.

       Mi padre ya nunca más quiso pasear por allí.

       Pero al mismo tiempo y estimulados por lo que nuestro ánimo tiene de animoso, entre todos, en 1993, pusimos en marcha los pomelos, que siguen siendo con el esfuerzo de los hermanos y de nuestra madre también una gran alegría.

       Pero, queridos, como dijo “Moustache”: eso ya es otra historia…

 

 

 

      En un viaje a Collioure, donde visitó la tumba de Antonio Machado. El autor del relato, José Gálvez, primero izquierda; Annie Lamarque, consejera de Cultura                         del Ayutantamiento de Collioure; Pedro Gálvez; el alcalde de Collioure Guy LLobet, Luis Gálvez y François  Desclaux.



José Gálvez Muñoz es médico reumatólogo, jubilado del Servicio Nacional de Salud. Ha dedicado sus años jóvenes al estudio y creación de literatura médica, ahora dedica su tiempo y humanidad al cultivo de la escritura, de la filosofía, el arte y la literatura y su divulgación. Reside en Murcia.

martes, 2 de diciembre de 2025

SELECCIÓN DE ALGUNOS POEMAS DE ANTONIO CARVAJAL CON EL SEMA "NOCHE" / Dossier en homenaje al poeta Antonio Carvajal / Ágora-Papeles de Arte Gramático N. 35. Invierno 2025

 


 

 

SELECCIÓN DE ALGUNOS POEMAS DE ANTONIO CARVAJAL CON EL SEMA NOCHE

 

 

Incluye poemas citados en el artículo de Margalit Schallman*. Agradecimiento a Antonio Carvajal.

 

 

 

DAME, DAME LA NOCHE DEL DESNUDO…

 

Dame, dame la noche del desnudo

para hundir mi mejilla en ese valle,

para que el corazón no salte, y calle:

hazme entregado, reposado y mudo.

 

Dame, dame la aurora, rompe el nudo

con que ligué mis rosas a tu talle,

para que el corazón salte y estalle:

hazme violento, bullidor y rudo.

 

Dame, dame la siesta de tu boca,

dame la tarde de tu piel, tu pelo:

sé lecho, sé volcán, sé desvarío.

 

Que toda plenitud me sepa a poca,

como a la estrella es poco todo el cielo,

como la mar es poca para el río.

 

 

Poemas de Antonio Carvajal en la web Poetas Andaluces:

https://www.poetasandaluces.com/poema/1767/

 

https://www.poetasandaluces.com/poemas/83/

 

 

 

POCAS COSAS

 

Pocas cosas más claras me ha ofrecido la vida

que esta maravillosa libertad de quererte.

Ser libre en este amor más allá de la herida

que la aurora me abrió, que no cierra la muerte.

 

Porque mi amor no tiene ni horas ni medida,

sino una larga espera para reconocerte

sino una larga noche para volver a verte,

sino un dulce cansancio por la senda escondida.

 

No tengo sino labios para decir tu nombre;

no tengo sino venas para que tu latido

pueda medir el tiempo sin soledad un día.

 

Y así voy aceptando mi destino, el de un hombre

que sabe sonreírle al rayo que lo ha herido

y que en la tierra espera que vuelva su alegría.

 

 

https://www.poetasandaluces.com/poema/1766/

 

 

 

 

UNA FIGURA HERIDA


Anoche vi su rostro. Fue un instante

total, de esos que cuentan los que saben

del alma de los hombres que equivalen

a una vida completa. Tuve tiempo

para buscar sus ojos y mirarlos

y proyectar en ellos toda mi soledad,

todo mi desamparo, todo el desasosiego

de no saber, de no esperar, y abrirme

en ellos y encontrar esa ternura

que no sabemos nunca si procede

de una mirada amiga, pero vemos

que nos envuelve y nos consuela y hace

un arroyo de luz en nuestro pecho.

Necesitaba tanto esa ternura,

necesitaba tanto su consuelo,

arrojarme en su luz, dejar un llanto

largo, mas sin gemidos,

manar, fluir, lavarme,

correr por sus mejillas,

que me dejara limpio de memoria,

limpio de mí, que apenas

entreví su mirada. Me miraba,

lo sé, bajo mis propias lágrimas,

sin alterar su paz, como dejándome

su paz en mi abandono.

Y yo me abandoné, me abandonaba

a su caricia quieta,

a su presencia inmóvil, a la plena

certeza de su gozo. Fue un instante

total, de esos que cuentan los que saben

del alma de los hombres que equivalen

a una vida completa, aquella vida

que encuentra su sentido y nunca acaba,

y nunca acabará sin su consuelo.

 

 

https://www.poetasandaluces.com/poema/1759/

 

 

 

 

DUÉRMETE AHORA, SENTIMIENTO MÍO…

 

Duérmete ahora, sentimiento mío.
Déjame en esta paz que me regalan
la silenciosa habitación, las suaves
luces, las tenues llamas.

Ya sé que ayer fue dura la congoja
y no sé cómo el corazón mañana
soportará romper con estos lazos,
con estas quietas brasas.

Pero no me perturbes esta noche
en que mi terca sangre se acompasa
al fluir de otras vidas más serenas,
al soplo de otra gracia.

Y tú, indiscreto pensamiento mío
pájaro equivocado de sus alas,
duerme también y deja que la noche
me abrigue, limpia, el alma.

 

https://bertapichel.com/duermete-ahora-sentimiento-mio/

 

 

 

CANTAR DE AMIGO

 

Di, noche, amiga de los oprimidos,
di, noche, hermana de los solidarios,

¿dónde dejaste al que ayer fue mi amigo,
dónde dejaste al que ayer fue mi hermano?

-Verde le dejo junto al mar tranquilo;
joven le dejo junto al mar callado.

 

 

https://www.poesiacastellana.es/poema.php?id=CANTAR+DE+AMIGO&poeta=Carvajal%2C+Antonio

 

 

 

 

NOCHE ENTRE DOS LABIOS

 

La noche, entre dos labios distendida,
víctima iridiscente de la aurora,
con lluvia canta o gime o duda o llora
sobre la huella que dejó la herida.

Difícilmente abril lanza encendida
la corola dudosa de una hora;
clama en la lluvia el viento, el agua implora
cauce a su curso y lágrima vencida.

Pero dos manos limpias, delincuentes
porque recogen sólo la bellaza,
dejan los labios quietos y sombríos.

¡Oh caricias soñadas e infrecuentes,
con la misma pasión e igual tristeza
que llevan a la mar llanto y rocíos!

 

 

https://www.poesiacastellana.es/poema.php?id=NOCHE+ENTRE+DOS+LABIOS&poeta=Carvajal%2C+Antonio

 

 

 

 

NOVIEMBRE

            A mi padre


 

Me acodé en el balcón:
las estrellas giraban,
musicales y suaves, como los crisantemos
de las huertas perdidas.
Toda la noche tiene manos inmaculadas
que pasar por las sienes que el cansancio golpea,
húmedos labios trémulos para tantas mejillas,
corazones acordes al par de sus silencios.

Me acordaba de ti,
del que no fueras nunca,
casi flor, casi germen, casi voz, casi todo
lo que nombra un deseo.
Aquél que hundió en la tierra su planta generosa,
los olivos que ceden su fruto a las escarchas;
el que alzaba su mano como si fuera un grito
poderoso y maduro sobre el marchito júbilo.

Me acordaba de ti,
como en noches pasadas,
tanto amor que se logra pero no se consuma
por no sé qué misterio,
y el corazón, tan lleno de flor y flor perenne,
de estrella y lunas fijas, de campo y campo abierto,
abría sus balcones hacia un paisaje oscuro
de paciencia y de adiós, de clemencia y de olvido.

 

 

https://www.poesiacastellana.es/poema.php?id=NOVIEMBRE&poeta=Carvajal%2C+Antonio

 

 

ANTONIO CARVAJAL

 

 

                       
       Antonio Carvajal, Marite Martín Vivaldi y Francisco Fernández, el día del ingreso de Marite Martín en la Academia                                       
  de Bellas Artes de Granada (Foto de Juanmi García)

 

 

Recomendamos la más reciente antología de Antonio Carvajal, publicada en Cátedra, Col. Letras Hispánicas: Nos diferencia el cuerpo. (1968-2022). Edición de Francisco Silvera. Premio "Elio  Nebrija" de las Letras andaluzas.

 https://www.elcorteingles.es/libros/A49633315-nos-diferencia-el-cuerpo-antologia-1968-2022/

 

 

 

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* Para leer el artículo de Margalit Schallman: 

"Noche, noche", de Natán Alterman: análisis métrico y literario de esa canción y comparativa con poemas de Antonio Carvajal y con una romanza anónima judeo-española". 

 https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2025/11/noche-noche-de-natan-alterman-analisis.html