ÁGORA. ULTIMOS NUMEROS DISPONIBLES EN DIGITAL

miércoles, 19 de noviembre de 2025

"EN LA FRENTE DEL AGUA", DE ANTONIO CARVAJAL. DOS POEMAS ("Diferencias sobre un motivo de Belchite" y "Lectura del pasado") / Co-Lección Ágora / Revista Ágora-Papeles de Arte Gramático N. 35. Diciembre 2025 / Dossier homenaje al poeta Antonio Carvajal

 

                                                                                          Antonio Carvajal. Fuente: Alhulia

  

EN LA FRENTE DEL AGUA, DE ANTONIO CARVAJAL. DOS POEMAS ("Diferencias sobre un motivo de Belchite" y "Lectura del pasado")


 

“La poesía sigue siendo, entre nosotros, un género minoritario. Ésa es la única explicación de que no sea más popular el nombre de Antonio Carvajal: un poeta absolutamente extraordinario”, ha escrito Andrés Amorós. [1]

Interesante todo el artículo del profesor Andrés Amorós (titulado El beso, veneno o paraíso). Analiza las correspondencias entre Góngora -en concreto, su soneto “La dulce boca que a gustar convida…”- y la hermosa poesía de Antonio Carvajal inspirada en dicho soneto, así como otros poemas dentro de la obra del autor de Tigres en el jardín. El confronto entre el poeta barroco cordobés y el poeta granadino contemporáneo nuestro es una gozada para los que aprendemos y gozamos con el análisis textual y la lección de la belleza.

 


  

El número 35 de la revista Ágora dedica un homenaje a Antonio Carvajal. Como preámbulo, hemos solicitado al propio poeta varios poemas (de su libro En la frente del agua), que presentamos a nuestros lectores.

 

Antonio Carvajal Milena nació en Albolote, Granada, en 1943. Doctor en Filología Románica por la Universidad de Granada. Ha sido en esa Universidad profesor de Teoría Literaria, de Métrica, y ha desarrollado una labor de magisterio sobre varias generaciones de estudiantes, así como su obra poética ha sido leída por varias generaciones de poetas y valorada por los mejores como referencia del sentido rítmico del verso que siempre ha de acompañar al contenido del poema. Quizá, haya que ahondar aún más en los temas y la bondad y profundidad intrínsecas de la poesía de Antonio Carvajal, que admite nuevas y sorprendentes lecturas.

Tigres en el jardín, su primer libro, de 1968, supuso un aire fresco de luz en la poesía de su tiempo.[2] El libro fue en parte obviado por la irrupción de los culturalistas y posteriormente devenidos en metapoetas. Antonio Carvajal atravesó esos mismos temas de aquellos afamados novísimos, algunos de ellos grandísimos poetas, pero con más gracia y travesura, y al final su obra ha doblado muy bien el cabo del siglo XX hacia el XXI. Saltándonos otras muchas obras que el lector puede consultar en cualquier bibliografía del poeta granadino,[3] hacemos referencia a la antología Nos diferencia el cuerpo (1968-2022), publicada por Cátedra (Letras hispánicas).

Llegamos al libro En la frente del agua publicado en junio de 2024 por la Editorial Alhulia (colección Syl-laba, cuadernos de poesía)[4]

(Remitimos a la reseña-comentario que publicaremos más adelante en este mismo blog, queremos avanzar aquí sólo unas ideas sobre el libro, para justificar la selección de los textos que hemos pedido a su autor.).

 

En la frente del agua está presentado en una edición de lujo, es decir, sencilla y elegante; contiene unos poemas inmensos, muy bellos, de varia temática, y con la intensidad emocional y rítmica que son características de la poesía de Antonio Carvajal. Tenemos casi la manía de demorarnos en releer y degustar algunos versos excelentísimos (a la poesía, sí, viene bien a veces aplicarle un superlativo de admiración), como estos: "¡Siempre soñar en un futuro propio, / más que el cierto morir, confiere al hombre / su ser! Como las víctimas del hambre, / de la sed, del oprobio, que se arrojan / en este mar instable a la ventura, / inmersos en los brazos de las horas / buscamos ser lo que soñando fuimos, / seres que el sueño nutre de pasado / pues sólo en lo que ha sido vive el hombre.” Requieren una lectura poética y filosófica para captar en plenitud su belleza. Además, del sonido, las imágenes y ese juego con el tiempo (futuro que es pasado, pasado que será futuro). En el último de los versos el verbo “vive” indica un tiempo presente pero también un futuro intemporal, una permanente esencia que es toda la memoria nuestra. Por cierto, los versos citados pertenecen al poema “Lectura del pasado”. Magistral, bellísimo.

Y estos otros versos, de la tercera de las diferencias o estrofas de “Diferencias sobre un motivo de Belchite”: “como bala que vuela / más fúlgida que el rayo, / más ausente que el vértigo, / más cruel que la venganza”. Apreciamos el ritmo, el movimiento rápido, casi más rápido que el ojo; y a la vez el alma queda pinzada por unas imágenes de dolor y se mueve por dentro en una comparativa moral.

Las cinco "Diferencias sobre un motivo de Belchite", dedicadas al compositor Jesús Torres, y el poema “Lectura del pasado”, dedicado al poeta Jaime Siles, se complementan de alguna manera.  Bienvenido y bendito aquel que viene a aprovechar las oportunidades con ánimo de "prosperar" y "arraigar" y ser "fecundo / en esta luz de nueva amanecida". “Lectura del pasado”, creo que anuda juventud, renovada en cada luz, y vena social, y engloba ambos temas en una apuesta por la "humanitas". El otro poema, “Diferencias sobre un motivo de Belchite", pueblo zaragozano por el que he pasado cerca en autobús pero me ha bastado ello para sentir el dolor que aún lo impregna, concuerda con la necesaria hoy otra vez más que nunca reconciliación.

 

Antonio Carvajal ha colaborado con músicos (como Antón García Abril, “Siete canciones de amor”) y con pintores, fotógrafos y autores de teatro y de óperas (como el libreto “Mariana en sombras” para la ópera del mismo nombre, con música del compositor Alberto García Demestres).

“Diferencias sobre un motivo de Belchite” lo escribió Antonio Carvajal para el compositor Jesús Torres, se publicó en el disco que recoge su obra Ruinas de Belchite.[5]


 

 

 

 

DIFERENCIAS SOBRE UN MOTIVO DE BELCHITE

                   

                    Para Jesús Torres

 

 

     1

 

Las ruinas no guardan

memoria de los muertos

sin paz. El viento dice

que si alojó la bala,

el obús, la caída

vertical de la sangre,

fue para que cayera

más allá de los lechos

donde descansa el odio.

 

 

             2

 

El odio no descansa.

Se alimenta de acechos.

Lo dice esta alacena

que desventró una bomba

por un ave de acero

puesta en el viento, puesta

sin sujeción piadosa

para que se destruyan

con su golpe la hora,

la memoria, la blanca

esperanza, el suspiso.

 

 

             3

 

El odio no se sacia,

tiene tal sed de sangre,

hambre tanta de carne

trozada, aspira el hálito

de la víctima, extiende

su garra con las uñas

o colmillos de víboras,

con avidez tan rápida

como bala que vuela

más fúlgida que el rayo,

más ausente que el vértigo,

más cruel que la venganza.

 

 

             4

 

La mentira y el odio

van de la mano. Tienden

una alfombra tejida

con fusiles por ruecas.

Visten el terciopelo

del rencor. Visten sedas

de adulaciones húmedas

a quien mató pues pudo.

Todo vacío, todo

destruido. Si hubo

un dios de paz también

lo ha sepultado el odio.

 

 

 

             5

 

El odio nunca olvida,

no da paz a los muertos,

deja que las ruinas

se desplomen, que caigan

los cálices volcados

sobre charcos de sangre,

sin piedad, sin silencio

porque los muros rotos

claman y alzan la voz

pidiendo a gritos luz

y paz, sosiego, olvido.

 

 

 

 

 

       LECTURA DEL PASADO

 

                A Jaime Siles

 

Diáfano y suave mana el día

un bienestar tras el vernal solsticio

desde el hondo hontanar de la esperanza

y como jade líquido se expande

por el patente mar, donde a los dioses

ocio ruegan los trémulos migrantes

que, si sacados de raíz, pretenden

prosperar en las tierras prometidas

donde se ven felices en sus sueños.

 

¡Siempre soñar en un futuro propio,

más que el cierto morir, confiere al hombre

su ser! Como las víctimas del hambre,

de la sed, del oprobio, que se arrojan

en este mar instable a la ventura,

inmersos en los brazos de las horas

buscamos ser lo que soñando fuimos,

seres que el sueño nutre de pasado

pues sólo en lo que ha sido vive el hombre.

 

Así te vi llegar, joven de bríos,

vigor en flor de luces y sonrisas,

y supe tu proyecto, que cumpliste:

Quiero ser. Y lo has sido. Mas la hora

del fui te llega. Leyes te despojan

de tu raíz y otros dirán: Ha sido.

Pero tú no lo digas. Tú, que sabes

que un sueño no se apaga porque es astro

en la noche del alma y no extinguible

lámpara del artificio, goza el ocio

que los días propicios venturosos

te brindarán. Y arraiga y sé fecundo

en esta luz de nueva amanecida.

 

 

   Antonio Carvajal

   de En la frente del agua (Ed. Alhulia)

 



[1] Cf. https://www.eldebate.com/cultura/20251115/beso-veneno-paraiso_353958.html#utm_source=rrss-comp&utm_medium=wh&utm_campaign=fixed-btn

Artículo “El beso, veneno o paraíso”, de Andrés Amorós. El Debate. (15 de Noviembre 2025).

[2] Tigres en el jardín está considerado ya un libro clásico. Después de él, Antonio Carvajal ha continuado publicando regularmente libros de poemas: una amplia obra, sin bajar nunca el nivel de singular maestría.” Andrés Amorós. Artículo citado arriba.

[3] https://www.alhulia.es/es/author-book/antonio-carvajal/

Remitimos a esa página de la editorial Alhulia, donde se resume la bibliografía de Antonio Carvajal. 

 [4]  Para conocer más y adquirir el libro En la frente del agua (Ed. Alhulia):

 https://www.alhulia.es/es/producto/en-la-frente-del-agua/

[5] https://www.youtube.com/watch?v=6EeIztkqWn0

https://www.youtube.com/watch?v=lh9DiWN1xeU

Jesús Torres. “Ruinas de Belchite”. Interpretación de la Orquesta Ciudad de Zaragoza.

martes, 18 de noviembre de 2025

La sociedad del cansancio. Comentario del ensayo de Byung-Chul Han (Herder, 4ª reedición, 2025). Por Fulgencio Martínez / Ágora digital

 

                                                                                           Byung-Chul Han. Fuente: La Vanguardia

 

 

 

LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO

 

 


 

Byung-Chul Han

La sociedad del cansancio

Herder. 4ª ed. Barcelona, 2025

Título original: Die Müdigkeitsgessellchaft

2016, Matthes & Seitz, Berlín

 

 

Importa hacer constar de entrada la fecha (señalada arriba) en que se publicó en alemán el libro La sociedad del cansancio (2016), aunque esta data no debió ser tampoco la de su primera edición, sino la de 2010, como se hace referencia en la página final de la traducción al español que hemos manejado: “La sociedad del cansancio se publicó por primera vez en 2010”. Su último capítulo, “El tiempo sublime”, se nos informa también de que “es el texto de la conferencia inaugural de la Trienal del Ruhr de 2015” (p. 118. op. cit). No entendemos del todo bien este juego de escondite editorial. Para mejor contextualizar esta obra, colección de ensayos breves, las fechas importan, pues, como constatamos, los textos fueron escritos antes de la pandemia y de la actual situación del mundo (rearme de los bloques, guerra de Ucrania, reactivación del peligro de guerra nuclear, alarma ante el terrorismo internacional y el neoconservadurismo y las nuevas autocracias disfrazadas de hegemonías democráticas, en fin, pérdida total del control y la seguridad nacional y de las economías particulares y nacionales dependientes de nuevo de órdenes trascendentes, de la realpolitik, gas ruso por ejemplo).

Es importante hacer esta introducción para recibir este libro del filósofo coreano educado en las Universidades alemanas, y seguidor de la filosofía de Heidegger y de Gadamer, Byung-Chul Han. Casi siempre, ante el montaje abstracto de las ideas y los conceptos, volvemos a mirar el suelo que pisamos. Nos sorprende, entonces, ver cómo las ideas, por más atractivas que parezcan y bien armadas dialécticamente, se caen como hojas de otoño a nuestros pies. Lo que queda de ellas, sin embargo, es lo más interesante, la enjundia que da que pensar y reflexionar, no al margen del contexto y la circunstancia, sino desde su contexto y su circunstancia hacia la nuestra. Sin cambiarles un ápice, ni maquillarlas.

Asombra que en el lapsus corto de años, desde 2010 a esta parte, haya cambiado tanto el mundo, ese mundo que describe y penetra muy finamente el filósofo-médico (en la tradición del mejor Nietzsche) de La sociedad del cansancio.

Han detecta, desde el primer apunte del libro, que habríamos pasado, en la primera década del nuevo siglo, de la sociedad inmunológica, autoritaria, a la sociedad del rendimiento, sobresaturada de positividad. De la sociedad moderna atenta a prevenirse o rechazar la negatividad, lo peligroso, o simplemente extraño o diferente al cuerpo social (siguiendo la metáfora de la salud del cuerpo), que analizó Nietzsche premonitoriamente en la figura del último hombre (en Así habló Zaratustra), a finales del siglo XIX; Freud a principios del siglo XX, y Foucault, a mediados de dicha centuria; a la “modernidad tardía” donde se han nivelado las diferencias culturales y el individuo está, sin embargo, sometido a propia voluntad (paradójicamente) a un régimen económico neoliberal de autoexplotación por el trabajo y el consumo (incluso dentro del llamado “consumo colaborativo”). Estas nuevas condiciones advenidas con el aposento de la globalización y la nueva masificación (la de los medios, Internet, móvil inteligente) ya en el final de la primera década del siglo XXI (constatamos que esa década supuso, en términos de aceleración, como un siglo de duración en el antiguo tiempo) conllevó consecuencias psicológicas graves: cansancio, depresión, agotamiento laboral y estrés de atención; consecuencias ya de algún modo irreversibles para el autor del ensayo.

Han achaca a Nietzsche no saber de economía (y, sin embargo, casi hace un comento literal de su análisis del último hombre, en el Zaratustra, y de su pedagogía, en Crepúsculo de los ídolos). Necesitaríamos aprender a mirar, a pensar, a leer y a escribir. Son las tres reglas básicas que aporta el pensador de Sils-Maria, y que básicamente repetiría cualquier pensador de ayer o de hoy (incluso cualquier pedagogo que no haya pasado por la tontuna de la Facultad de Ciencias de la Educación).

Han podría haber avanzado más en su obra, si, en vez de darle esa pequeña patadita a Nietzsche a costa de Marx (pero sin citar a este nunca en la obra, ni exponer en qué supuestos marxistas o neomarxistas se basa el autor coreano), hubiera leído La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset.  Aunque no emplea exactamente la expresión “hombre masa” orteguiana, a su vez inspirada en el último hombre del filósofo visionario suizo-alemán, el Nietzsche alpino (pues esas visiones zaraústricas le surgieron en la cumbre de la montaña suiza), Han sigue de algún modo los análisis de su maestro Heidegger en Ser y tiempo: existencia inauténtica, el “man” (el “se” de la existencia vulgar y alienada).

Lo importante, creemos, para este lector al menos, es el énfasis que pone Han en lo psicológico. El cansancio no es solo un achaque del nihilismo reactivo, de la vitalidad decadente, es un arma de doble filo y tiene dos caras intercambiables, lo cual le hace por ello muy peligroso cuando se instala en el cuerpo y el alma, como un bicho parásito para que el no tenemos ya defensas (pues ¡no estamos ya en la sociedad inmunológica!, vaya). El cansancio se presenta ambiguamente, como desgaste vital, falta de metas, de sentido; pero también como des-tensión, relajación. 

El cansancio, en su primer y mal aspecto, está analizado magistralmente en el capítulo dedicado a Bartleby, el héroe pasivo de la novela de Melville; recuerden: “preferiría no hacerlo”. Ese capítulo es excelente, lo mejor del libro de Han, analiza los “mitos” sobre Bartleby para deshacerlos y volver a mirar con realidad lo que significa el personaje de Bartleby, auténtico icono de la sociedad del cansancio, después de la lectura penetrante que hace Han, frente a la interpretación ontológica de Giorgio Agamben, interesante por otra parte. Escribe Han sobre este héroe del aburrimiento que es Bartleby: “Es un personaje que no entabla relación consigo mismo ni con nada. Es un personaje sin mundo, ausente y apático. Sería una hoja en blanco, en el sentido de que está falto de toda referencia al mundo y de que su vida carece de todo sentido. Ya la mirada triste y cansina de Bartleby desmiente la pureza de la potencia divina que supuestamente encarnaría” (p 61). Pues, en efecto, se la ha llegado a llamar héroe gnóstico, de la nada, de la rebeldía negativa ante la creación (el trabajo, la producción como metáfora de la creación divina y el mundo).  Es interesantísimo retener en ese pasaje la expresión “mundo” (“falto de toda referencia al mundo”, podemos imaginar a un jugador virtual, a un gamer, o a nosotros mismos cada vez más encerrados en nuestros mundos virtuales, en lo que también ha denunciado Habermas, en esas cámaras cerradas, de eco, en que se vive “el mundo” a través de internet y las redes sociales, que nos devuelven nuestra propia imagen de Narciso). Precisamente, en las páginas últimas del libro de Han La sociedad del cansancio, en el capítulo titulado “El tiempo sublime. La fiesta en tiempos sin festividad”, que es otro gran texto a destacar en esa obra, se dice: “Parece que lo tengamos todo, pero nos falta lo esencial: el mundo. El mundo ha perdido la voz y el habla. Incluso ha perdido el sonido. El ruido de la comunicación ha sofocado el silencio. La proliferación y la masificación de las cosas han desbancado al vacío. Cielo y tierra están repletos de cosas. Este mundo de mercancías no es para habitar.” Con eco, es evidente, de Heidegger, se nos habla de la pérdida de la morada. Incluso, añadimos otro “incluso”, nosotros mismos no somos sino mercancía que se expone (en Internet, en nuestros currículos y portafolios, en nuestros “comentarios” y valoraciones de mercancías y servicios…).

Pero, el cansancio también tiene una cara “positiva”; porque, recordemos, en nuestra era todo es positividad, se tiene alergia a lo negativo, a la duda, a lo extraño: lo que paradójicamente, nos convierte en débiles, faltos de defensas y de una respuesta inmunológica: necesitamos tanto las certezas positivas, las posibilidades que se nos ofrecen, de viajar, de consumir, de hacer y ser esto o lo otro, incluso cambiar de sexo o género a gusto particular, que morimos de positividad, de cansancio, ante el abigarrado mercadillo global que se nos pone al alcance. No tenemos tiempo ni energía discreta para decidir antes una cosa que queramos, o para no querer (la positividad e incluso la negatividad se nos imponen, prefabricadas y consumidas en serie). 

El cansancio es, en su lado malo, la respuesta de inhibición psíquica, vital, la caída en el marasmo (no confundir con la melancolía ni la tristeza, ni siquiera con esos males típicos de la era moderna, analizados por Freud, como la neurosis, la histeria, psicoanalíticas).

La relajación es la cara “buena” del cansancio, su versión positiva. Pero el “no me importa nada” sino tenderme en la playa -o ver pasar un burro por la calle en un pueblo andaluz, como dice en un texto Peter Handke- es otra de las mercancías positivas (remedios y cortafuegos) que nos vende el mercado. ¿Hay salida del círculo vicioso del cansancio? ¿El cansancio como píldora de des-tensión, o distensión, la repentina y fugaz euforia, no hacen que se suavice lo negativo, que ni siquiera nuestras alarmas se disparen ante la agresión y la manipulación? Se supone, dice Han, que el capitalismo global avanzado quiere identidades flexibles, no problemáticas, llenas de sentimientos positivos y de empatía. Cuando la libertad es la expresión más depurada de la esclavitud y la sumisión del homo laborante (y consumidor), ¿qué vamos a decir a esto, nosotros?

 

En suma, no he querido incidir, en mi comentario, sobre la inactualidad posible del libro La sociedad del cansancio. Sino resaltar y ahondar un poco en lo más filosófico del libro de Byung-Chul Han. Me ha descubierto un autor muy interesante (no había leído antes más que artículos suyos, y textos de otros sobre su obra); aunque en estas piezas ensayísticas hay muchas costuras sueltas y argumentaciones que debemos sobreentender... (además del típico recurso teatral al deus ex machina del capitalismo sea avanzado, delantero, zaguero o medio). El libro está escrito con claridad (y, además, es breve: poco más de cien páginas, con letra bien legible). Una buena lectura, recomendable para todo lector atento a este tiempo nuestro que cambia tan rápido, casi siempre dejando atrás a los libros publicados hace dos, tres o cinco años.

El autor de La sociedad del cansancio ha sido Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2025.

 

Fulgencio Martínez