CARTA PARTIDA, DE FULGENCIO MARTÍNEZ. NOTAS DE LECTURA
por José Luis Martínez Valero
El título Carta partida tiene su origen en documentos medievales que, seccionados, permitían, al juntarlos, mostrar su autenticidad. Recuerdan al símbolo o tablillas que, unidas, confirman la identidad.
La propuesta de este libro supone una arriesgada exploración. A primera vista trata del tiempo, ¿cómo podemos hacer coincidir pasado y presente?, y, de qué modo, el presente vive el pasado o se convierte en un futuro, percepción del sujeto que, simultáneamente, nos convierte en objeto. Estimo que esta diferencia entre ambos es el fundamento de los poemas, que componen el libro, por tanto, del relato o modo de fabular sobre lo vivido. No confundir con la imagen del espejo, en cualquier caso, si fuese posible, sería la memoria que de ésta permanece invisible sobre su superficie.
Ser y estar, que pudieron ser el principio, cuando se fusionan, conforman una amalgama que compromete y convierte al ser humano en responsable de un estar, cuyo control escapa a su, llamémosle, racionalidad. Comparable a azar y necesidad, dos fuerzas paralelas que a veces coinciden por un instante fuera del tiempo y del espacio, cuando el sujeto tiene la sensación de que contempla otra cosa, que se parece a la eternidad. Cierto que apenas dura un segundo, pero su luz ilumina las palabras y da lugar al poema.
El poema “Extraño próximo” muestra estas contradicciones, parece que nos traslada a una atmósfera surrealista:
Tú mirabas hacia tu cuerpo
lejano. Era la mañana
fría, una racha de gaviotas
se preparaba en el aire.
Es significativo que ocurra en el punto de partida. Se celebra la despedida. El joven descubre al otro: “cuerpo lejano”. Cuando el sujeto rompe con la unidad del niño, se produce un desdoblamiento, significa que hemos accedido a otro espacio y como consecuencia el tiempo es otro. La mañana fría y el vuelo de las gaviotas constituyen migración y pérdida del nido. Desde ese momento todo será frío. El tiempo y el espacio, sus circunstancias no se distorsionan, son lo que son, líneas paralelas que nunca llegan a juntarse. El joven, cuya maleta porta el padre, intuye que ha roto con el mundo ordenado, perfecto, en el que hasta ahora ha vivido. Frente a la seguridad de la tierra, aparece el camino del agua, esas peripecias que constituyen el viaje de Ítaca.
¿Cómo unir el tiempo? Quizá debiera decir los tiempos. A veces tenemos una extraña impresión en la que somos pasado para el presente y, un presente cuyo futuro está destinado al pasado. Evocar el pasado como presente supone un escalofrío que impide distinguir entre objeto y sujeto:
Los ojos del maquinista del tren
en el que huirías a estudiar a la ciudad
se volvieron y te miraron de frente
Pese a todo, la posibilidad de llegar tarde, el miedo a la rigidez del horario, la posibilidad de alargar la despedida. Excusas, porque es el maquinista quien manda. Su mirada frontal suspende dudas, ya eres otro. Actúa como tus compañeros de viaje, se acabó el sueño de la infancia, el comienzo de la adolescencia, cuando subas al tren descubrirás el pasado, aunque no seas consciente del todo.
La casa de nuestra infancia conforma una singular geometría interior. Mapa al que nos sentimos ligados:
Las nubes sobre mí,
un mapa imaginario
que poco a poco la tarde expone en mis manos.
Bien sé el camino y no me esfuerzo
en dirigir mis pasos
que se enredan entre el verde y el oro
-limoneros, higueras, cipreses-
Decía María Zambrano que poesía es la respuesta a una pregunta que aún no ha sido formulada. Hasta aquí el libro, tras presentar la respuesta, comienza con la pregunta: ¿Quién escribe? La respuesta se corresponde con la dualidad que abre el texto:
Escribo con una mitad de mí
que desconozco,
no sé si es agua dormida
o cantar de pájaro muerto.
Más adelante declara su oficio:
…El oscuro me golpeó insidioso
con su mano y cambió mi carrera.
Vedme ahora: un mendigo generoso,
¡un poeta!, ya no el pescador que era.
Poeta o mendigo, ¿tópico? Depende, el destino, personificado por la desaparición de la luna, eclipse, le convierte en mendigo, recordad que Ulises actúa durante un tiempo como tal, antes de destruir a todos los pretendientes, entonces el pordiosero está a un paso del poeta, el buscador, se convierte en un pescador de peces vivos. Las palabras encuentran su lugar y se incluyen en el verso, las encontramos ahí con su mirada de galgos que parece descansan.
Tras un recorrido por el mundo y sus naciones, pendientes siempre de una guerra presente, pasada o futura. Consciente de la inestabilidad, el poeta comparte el dolor, así aparece en “ZOZOBRA”, he aquí un fragmento:
Observo el trajín de los días
sus flores del mal nunca marchitas
la guerra como una religión
como un vacío en mitad del pecho
que unos hombres dejan salir contra otros.
No vale sentirse lejos y a salvo.
Te cae, en el sueño, la ceniza de un cuerpo
quemado, o te toca, de pronto,
una garra de fiera asustada.
El poema siempre se resiste. “JUNIO”, promete ya otro verano:
Se me han hundido mis manos en esta luz saliendo
de la lluvia imaginada.
Voy cerrando posibilidades
de un poema que nunca quiere entregarse,…
El libro se cierra por el maestro de sus ontónimos, Andrés Acedo. Al Comenzar estas notas me refería a la duplicidad, ese ser y no ser que nos constituye. Fulgencio desde siempre supo que estamos sometidos a su luz y su sombra, por eso gusto de publicarse bajo nombres diversos, ¿un juego inocente? Quizá no tanto, pues era el resultado de una experiencia. ¿Cierra este libro esas contradicciones? En absoluto, ahora el poeta sabe que la entidad que somos, acorde con sus días, está hecha de luz y oscuridad. Paralelo a esta jornada, que es la vida, cuando la luz de la tarde aparece en “AL SOL QUE DECLINA”, leemos, versos finales:
Acepto, lo entiendo justo,
acepto ponerme en sus manos.
-¿Pero acepta
la mente desaparecer?
José Luis Martínez Valero nació en Águilas, en 1941. Es catedrático emérito de Literatura. Poeta, narrador, ensayista. Ha publicado, entre otros libros: Poemas (1982), La puerta falsa (2002), La espalda del fotógrafo (2003), Tres actores y un escenario (2006), Tres monólogos (2007), Plaza de Belluga (2009), La isla (2013), El escritor y su paisaje (2009), Libro abierto (2010), Merced 22 (2013), Daniel en Auderghem (2015), Puerto de Sombra (2017), Sintaxis (2019), Otoño en Babel (2022, ed. La fea burguesía, Murcia) y Antología del 27 en Murcia (La fea burguesía, 2024). Ha sido guionista en los documentales: Miguel Espinosa y Jorge Guillén en Murcia. También es un notable aguafuertista e ilustrador.
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Información editorial sobre Carta partida. Exposición temporal 2, de Fulgencio Martínez:
El
libro ha sido publicado por Ars poetica (Oviedo, en su colección Non omnis
moriar), está disponible desde la segunda semana de enero 2025 para adquisición en librerias y online.
https://www.arspoetica.es/libro/carta-partida_158987/