GALDÓS,DETRÁS DE SU CENTENARIO: UN ESPEJO CON MEMORIA
DOSSIER HOMENAJE AL ESCRITOR BENITO PÉREZ GALDÓS (1920)
GALDÓS ESTIMADO POR LOS POETAS
LA LENGUA DE GALDÓS. UN ESPEJO CON MEMORIA
Por Fulgencio Martínez
Algunos escritores de la generación de los novelistas españoles de los 50 y los 60 del siglo XX, rebeldes contra el realismo, acusaban a Pérez Galdós de escritor vulgar, que hizo uso de un lenguaje narrativo adocenado y a quien se le puede aplicar los pensamientos o la visión del mundo ordinarios que traslucían de sus personajes, casi todos representativos de una clase media española falta de refinamiento europeo. Ese reniego del novelista canario heredaba, en lo puramente literario y, en concreto, en lo lingüístico-novelesco, un prejuicio contra el escritor que arranca quizá del apodo de “garbancero” que le atribuyó un personaje de Valle-Inclán.
Dejando al margen el pleito de las generaciones -la recurrente batalla de lo “nuevo” frente a lo “viejo”-, y aun la cuestión de la poética de la novela -la defensa o la crítica del realismo, de cualquier tipo que sea-; un gran poeta de la Generación del 27, Luis Cernuda, lo reivindica en su exilio mexicano, cuando habían transcurridos ya veinte años de la Guerra Civil y el poeta sevillano se sentía “atortolado”, como diría el propio Galdós, por el recuerdo de España.
…esta España viva y siempre noble
que Galdós en sus libros ha creado.
Son los poetas los que vienen hoy a hacerle el homenaje de estima a Benito Pérez Galdós. La razón de ello creo que, en primer lugar, hay que buscarla en el lenguaje.
Igual
que Luis Cernuda, Federico García Lorca o la filósofa María Zambrano, poetas actuales como Luis
Alberto de Cuenca, Andrés Trapiello, José Luis Martínez Valero y José Luis
Zerón Huguet profesan un amor al lenguaje de las criaturas galdosianas, que viene por ser este vivo,
familiar, desgarrado, palpitante, mágico, filosófico, poético, en fin: esto es, como recién
pronunciado desde las páginas de los libros para cada uno de nosotros.
“Hay en sus obras un tesoro de lenguaje familiar y expresivo”, dijo en su tiempo Menéndez Pelayo. Pero ¡qué bien escribía también el maestro en sus cartas, qué tesoros menudos se pueden encontrar en esa comunicación más informal! Conocemos algunos gracias al libro de Yolanda Arencibia Galdós. Una biografía, que para disfrute de sus lectores tiene el acierto de recoger abundantes testimonios de esa escritura epistolar: “Está saliendo de buten” (referido a una obra suya), “si has sido discreta y formalita, mucho más habrá que serlo por evitar los runrunes” (dicho a una de sus queridas, aspirante a actriz, a la que por cierto recomienda poco trato con la “comiquería”). “Comprendame usted, por los clavos de Cristo, que apura el tiempo" (a Clarín). “No me dejan vivir. Desde que estoy aquí me están dando una lata que tiembla el misterio” (a su editor y socio Cámara, con queja del Galdós diputado sobre las peticiones que ha de atender, 1888).
“Allí sólo se oyen chinchorrerías” (impertinencias; referiéndose a las Cortes).
“He de tomarme el desquite de esta canallada y meter dentro de su zapato a los críticos” (a Cámara, tras las malas críticas de su pieza teatral Gerona, 1893).
“Chica, fue un desastre. Desastre, no porque hubiera manifestaciones hostiles, pues no las hubo, sino porque la obra, sea porque no la comprendieron, sea porque en sí no es buena, ello es que no agradó, y no hubo ni un aplauso en toda la noche. Cosa más rara no he visto nunca. Bien dicen que el teatro es el misterio de los misterios. En fin, palo". (Carta a aquella misma amante, Concha Morell, tras el estreno de otra obra teatral fracasada, Los condenados, 1894).
“Eso de ver entrar las partidas por medios millones de reales y salir por medios duros, tiene tres perendengues” (en este caso, es su amigo José María Pereda, quien le aconseja a Galdós sobre el más que probable fracaso económico de su proyecto de edición ilustrada de los Episodios Nacionales, 1881)
“Hace tiempo que me está bullendo en la imaginación una novela… Este asunto es bueno, en parte político, pero no tiene ningún roce con la religión” (A José María Pereda, sobre el proyecto de la nueva novela La desheredada, que da a un giro a su trayectoria novelística, 1880).
Son estos algunos ejemplos de un uso excelente del idioma español en la comunicación escrita informal; nos dicen algo también del carácter “empecinado” de Galdós, apacible e indómito a la vez.
Añadamos palabras y modismos, que no arcaísmos, a los que hemos renunciado por pereza en el dominio de un gran idioma de cultura: “espiritado” (muy delgado); “truchimán” (liante), “cominero” (que cominea, que se ocupa de cominerías, o sea, de cosas insignificantes), “avisparse los ojos” (de curiosidad sexual), “me viste” o “me pone” de tarasca (o sea, de persona fea u horrible, física o moralmente). “Mostrar (o tener) pesquis” (agudeza, perspicacia). Es la calidad poética del español de Galdós “un tesoro” que crece con el tiempo en valor y sabor poéticos.
Finalmente, ¿por qué creemos que es la obra de Galdós un espejo con memoria? Esta expresión es casi copia literal de otra usada en el libro de Y. Arencibia. Creemos que estamos ante un espejo que mira el presente, y más que vernos en él, nos mira a nosotros, nos interpela. Si es celebre la definición de Stendhal de la novela como “espejo a lo largo del camino”, y si el propio Galdós dijo que “imagen de la vida es la novela”, también sabemos que hay espejos ciegos; como esos espejos simbolistas, metafísicos, de Machado y de Borges, que extravían a quien en ellos se mira, o le invitan a devanarse en un laberinto onírico e irreal.
Pero un espejo con memoria es
un espejo que tiene algo que decir al presente (no solo es documento,
arqueología). Y la obra de Galdós es un espejo con memoria porque en ella lo que hoy más se evidencia es la lengua, nuestra lengua española que es el verdadero espejo con memoria que nos envía señales inexcusables a los que tenemos aún voluntad de ser españoles.
No ésa, mas
aquélla es hoy tu tierra,
La que Galdós a conocer te diese,
Como él tolerante de lealtad contraria,
Según la tradición generosa de Cervantes,
Heroica viviendo, heroica luchando
Por el futuro que era el suyo,
No el siniestro pasado donde a la otra han vuelto.
La real para ti no es esa España obscena y deprimente
En la que regenta hoy la canalla,
Sino esta España viva y siempre noble
Que Galdós en sus libros ha creado.
De aquélla nos consuela y cura ésta.
LUIS CERNUDA, DÍPTICO ESPAÑOL II.
(Desolación de la quimera, 1962)
Por eso yo recuerdo con ternura a aquel hombre maravilloso, a aquel gran maestro de pueblo, don Benito Pérez Galdós, a quien yo vi de niño en los mítines sacar unas cuartillas y leerlas, teniendo como tenía la voz más verdadera de España. Y eran aquellas cuartillas lo más verdadero, lo más nítido, lo exacto al lado de las engoladuras y de las otras voces llenas de bigotes y manos con sortijas que derramaban los oradores en la balumba ruidosa del mitin.
FEDERICO GARCÍA LORCA (Obras completas, Aguilar, 1960, p. 193).
Fulgencio Martínez edita y dirige la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático. Máster en Filosofía teórica y práctica y en Investigación literaria y teatral en el contexto europeo. Fue profesor de Filosofía. Su último libro de poemas publicado es Línea de cumbres (Adarve, Madrid, 2020).
ÁGORA DIGITAL MARZO 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario