ENTREVISTA A FRANCISCO CÁNOVAS SÁNCHEZ, AUTOR DEL LIBRO BENITO PÉREZ GALDÓS. VIDA, OBRA Y COMPROMISO
Francisco Cánovas Sánchez nació en 1949, en Orihuela, ciudad a la que dedicó su libro Historia de Orihuela (2015). Doctor en Historia, profesor en la Universidad Complutense de Madrid y en la Miguel Hernández, de Alicante, ha publicado destacados estudios históricos, sociales y culturales, como, por ejemplo, Los partidos políticos en la era isabelina (1981), El Partido Moderado (1982), Los Decretos de Nueva Planta en los países de la Corona de Aragón (1985), La Reina del triste destino (2005), “Yo, Manuel Azaña, tomo la palabra” (2007), y Benito Pérez Galdós: Vida, obra y compromiso (2019)
Quiero ante todo agradecerle, como lector, el libro Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso. (Alianza edit, Madrid, 2019). Llegué a su libro en febrero de 2020, un mes antes del comienzo de aquel “confinamiento” domiciliario para hacer una cuarentena que duró tres meses largos. Tuve tiempo de leer o de releer algunas obras de Galdós (algunas novelas y algunos Episodios) con el recuerdo de las consideraciones y enseñanzas aprendidas en su libro.
En su libro sobre Galdós hay dos aspectos que me parecieron, ya en el momento de la lectura, esenciales y muy instructivos para mí, y creo que para un lector medio que no está al tanto de la profundidad de la figura de Galdós y de la importancia de la época en que vivió. La vinculación de Galdós con su contexto histórico, y para mí tan importante o más que ello, la “recreación” de la personalidad de Galdós, su formación artística, su talento multidisciplinar, su multitud de intereses, su gran voluntad de escritor, su realidad de un ser humano de un gran nivel de cultura: esos aspectos de la persona extraordinariamente dotada para el arte y de la persona extraordinariamente formada que en nuestra Historia se suelen descuidar, especialmente en la Historia literaria (donde casi se pasa por encima o acaso se da por descontada esa genialidad instruida). El libro lo revela con naturalidad, como corresponde al personaje Galdós. Si ha sido más destacado lo primero (por su condición de historiador) lo segundo (que también es de historiador), lo de presentar a los grandes hombres o mujeres, a grandes caracteres, también debería destacarse.
Andrés Trapiello (1) alaba en su crítica la amenidad del libro (2) y el método que usted ha elegido para escribir la biografía de un hombre y un personaje tan parco en exteriorizar datos de su intimidad: el acceso a ella a través de la obra y el contexto. A lo que se podría añadir: de la cultura, incluso de las aficiones de un “poliédrico” Galdós -como escribió María Zambrano-, quien a veces parece estar solo interesado de verdad por las mujeres.
Dice usted al comienzo del capítulo X de su libro que Galdós tenía una concepción integral de la cultura y de las artes. Resulta muy revelador esa relación de Galdós con el arte: pintura, dibujo, diseño, imagen, música, zarzuela, ópera, arquitectura, poesía, teatro, y literatura en general. Pero me ha gustado, sobre todo, una frase suya: “Como Goya, Galdós era un pensador que reflexionaba a través de sus obras” (p. 247). ¿Cree que libros como el suyo son necesarios para transmitirnos una imagen más fidedigna y admirable de Galdós?
—FRANCISCO CÁNOVAS: Sin duda alguna. Para conocer bien la personalidad de un escritor o de un artista (Galdós compartía estas dos facetas), hay que insertar su trayectoria biográfica en las coordenadas sociales, políticas y culturales de su tiempo. Se aprecian así detalles imprescindibles de sus actitudes y comportamientos. Por ejemplo, el gran interés que Galdós tenía por la historia contemporánea española se debe a su preocupación por la evolución histórica de España durante el siglo XIX, por los factores que estaban bloqueando su desarrollo y su progreso. Lo mismo podría decirse respecto a sus obras literarias. Su novela Gloria desvela su preocupación por la intolerancia religiosa que tanto perturbaba la convivencia. Por otra parte, en el ciclo de las grandes novelas galdosianas que transcurre entre La desheredada y Misericordia se realiza un retrato fidedigno de la sociedad de la Restauración. Mi biografía de Galdós ayuda a contemplar todos estos aspectos.
Le tengo que pedir perdón porque no conozco, de su bibliografía, más que el libro que usted ha escrito sobre Galdós. Puedo decirle que al leer en su currículum bibliográfico un título como El partido moderado, me he alegrado, y me ha sonado ese nombre a algo de ciencia-ficción en España. Para poner al inicio un poco de humor en esta conversación que se nos puede ir a cosas transcendentes, ¿piensa usted que podría estar interesado en su libro El partido moderado alguna de las célebres plataformas audiovisuales (tipo Netflix) con la intención de poner de moda una nueva narración utópica de las que tanto gusta a un sector del público?
—FRANCISCO CÁNOVAS: El Partido Moderado fue la formación política más importante de la época isabelina. Dirigido por Ramón M. Narváez, Pedro J. Pidal y Joaquín F. Pacheco, su actuación política marcó el devenir de las décadas centrales del siglo XIX español, tan poco conocido por tantos. Los ingleses han hecho series históricas que han sido seguidas con interés por los espectadores. En relación con estas consideraciones, ¿por qué RTVE no hace una buena serie sobre Los Episodios Nacionales de Galdós? Estoy convencido de que tendría un gran éxito.
Dice usted (p. 165): “Galdós escribió los episodios en dos etapas, entre 1873 y 1879 creó las dos primeras series, y entre 1898 y 1912, las tres últimas. Esta circunstancia cronológica es importante, ya que entre la creación de unas series y de otras transcurrieron varias décadas, que le concedieron al escritor una perspectiva histórica que le ayudó a ponderar los hechos relatados”.
Me interesa mucho hacerle esta pregunta, porque estoy actualmente en medio de la lectura de la totalidad de los Episodios Nacionales (sé que otros lectores también están en ese empeño).
¿Qué opinión profesional, si quiere, como historiador, tiene de la pintura de Galdós de los hechos históricos en los Episodios Nacionales?
—FRANCISCO CÁNOVAS: Decía Mesonero Romanos que si alguien quería conocer los entresijos del siglo XIX español tenía que leer los Episodios Nacionales de Galdós. Indudablemente Galdós tenía una buena formación histórica, pero su perspectiva de escritor, que combinaba la historia y la ficción, le permite incorporar detalles, colores y aspectos que enriquecen el relato histórico. La gran galería de personajes que protagonizan sus novelas desvela, mejor que cualquier libro académico de Historia, las circunstancias, los anhelos y los desgarros de los españoles de aquellos tiempos. Las últimas series de los Episodios las escribió a partir de 1998, cuando se produjo la crisis colonial y se desplegó el debate regeneracionista. Abordó entonces episodios que había conocido personalmente, pero la perspectiva del tiempo transcurrido le ayudó a perfilar sus relatos.
Decía Joyce (con cierta soberbia o con cierta ingenuidad propias ambas del genio) que, si de pronto Dublín desapareciera, se lo podría reconstruir gracias a su libro Ulises. (Parece que la vida supone siempre cambio y que el arte es perspectiva, por más que intente ser una reproducción realista, ¿y la verdad también es perspectiva?…; dejémoslo ahí). ¿Podríamos decir lo mismo de Galdós respecto a su obra y a la realidad del siglo XIX español?
— FRANCISCO CÁNOVAS: Así es. Las grandes novelas y episodios de Galdós ofrecen una excelente fotografía de la realidad española del siglo XIX, de la pirámide social, la dinámica de clases y las condiciones de vida, algunos de cuyos aspectos se proyectan en la realidad actual.
Mi pregunta anterior partía de dos o tres supuestos que solo a la vanguardia del siglo XX no le parecieron monstruosos: de la posibilidad de que una obra (un libro, un cuadro) o en su versión más light el conjunto de la obra de un autor o artista, pueda dar la perspectiva total de un mundo; de que exista esa perspectiva simultánea y total y, por último, de que ese mundo no cambie o cambie solo superficialmente y sea reconocible para varias generaciones que no lo vivieron originalmente.
Mi pregunta ahora es si usted cree que Galdós puede ser un espejo de su tiempo solo con su obra de ficción, o puede serlo sí principalmente a través de sus obras de ficción (novelas, cuentos, Episodios nacionales, teatro) pero también a través de sus discursos y escritos culturales, críticos, políticos, periodísticos, de los que usted, con acierto, da al lector una selección en el apéndice de su libro (hecho que nos ha parecido muy destacable); y además con libros como el suyo.
(Me interesa la opinión de usted como historiador sobre la ficción como recreación de los hechos y mentalidades históricos, y de la necesidad de la historiografía para la actualización de una obra literaria).
—FRANCISCO CÁNOVAS: Tal como he indicado la obra literaria de Galdós nos ayuda a conocer muy bien la realidad española de los siglos XIX y XX. Si además consideramos su importante labor periodística, bastante menos conocida, y sus artículos y discursos políticos, ese conocimiento será mucho más completo y preciso.
Ese aproximación, que es la que usted implícitamente propone con su libro, ¿no sería la más correcta, ya que asumimos como lectores del XXI aquella concepción monstruosa de la vanguardia; y cuando digo correcta, digo, por un lado, coherente (con lo que hoy esperamos de todo gran libro, de todo gran autor, incluso de uno como Cervantes, pues el arte lo vemos en gran medida documento y arqueología de nuestros valores actuales) y por otro lado, sospechosa, demasiado cómplice de la perspectiva actual para ser ya admisible como perspectiva total, a diferencia de aquella ingenua y verdadera apuesta de la vanguardia histórica de principios de siglo? ¿Correcta, coherente y sospechosa de un prejuicio bien actual?
—FRANCISCO CÁNOVAS: Aquellos que piensan que la realidad actual no tiene que ver con el pasado, que vivimos en una época enteramente nueva, se equivocan completamente. La realidad actual hunde sus raíces en el pasado inmediato. Las ideas, los escritos y los valores de Galdós, de Francisco Giner de los Ríos, de Antonio Machado o de Manuel Azaña mantienen hoy plena vigencia.
Usted llama, en el epílogo de su obra, a Galdós contemporáneo nuestro. Se supone que Galdós escribía para sus contemporáneos. Me gustaría que nos recordara por qué Galdós es nuestro contemporáneo.
— FRANCISCO CÁNOVAS: Galdós es contemporáneo nuestro. Hoy, en el siglo XXI, las ideas y los valores que Galdós defendió en los libros, en la tribuna y los periódicos están plenamente vigentes. La tolerancia, la democracia, la justicia, el laicismo, la emancipación de la mujer, la crítica de la corrupción y la exigencia de políticos honestos continúan siendo esenciales para construir una sociedad más digna.
Hay palabras clave en su obra: compromiso, perspectiva, actitudes, tolerancia. Confieso que me ha sonado muy bien la primera de esas palabras cuando se ha entendido con la amplitud que usted lo hace. Se refiere usted en Galdós a un compromiso cultural “tal como lo concebía Francisco Giner de los Ríos” (p. 393. op. cit). Y a un compromiso ético y cívico, político, nacional (con el avance de la libertad, el progreso del Estado, de la Nación española) y de un compromiso con lo humano y social, con la emancipación de la clase obrera, de la mujer, con la educación de la juventud y del pueblo español. Le pido que comente ese sentido generoso del compromiso de Galdós, en su obra y en su talante, que usted fundamenta tan bien en su libro. Y, por otra parte, no pudo dejar de preguntarle por la relación de Galdós con Giner de los Ríos y, en general, con el krausismo. (Hoy, sobre este, como filosofía y como espíritu regenerador de España, siguen existiendo vivas polémicas).
—FRANCISCO CÁNOVAS: Giner, Galdós y Cajal postularon el compromiso de los intelectuales, los escritores y los artistas en la resolución de los problemas de España. Haciendo gala de esa convicción, Galdós no fue un espectador neutral de la sociedad de su tiempo, sino que se involucró en ella y se comprometió con la democracia, la tolerancia y la justicia. A los 64 años, cuando era el escritor español más importante, dio un paso al frente en la política activa y fue diputado republicano y presidente de la Conjunción Republicano-Socialista. En aquella etapa, recorrió los pueblos de España enarbolando la bandera del cambio democrático, el laicismo y el republicanismo. Federico García Lorca le escuchó cuando era un adolescente y le consideró la voz más profunda de España.
Ambas cuestiones, cultura y compromiso (o compromiso cultural) y krausismo (en cierto modo, y en general, liberalismo y progresismo en la España del XIX y principios del XX) van ligadas por contraste con el tema de la tradición y de la Iglesia. En mi opinión, personal, Galdós (quizá junto con Unamuno) es lo más próximo que ha habido en España a un Goethe o Nietzsche, a pensadores que han pensado en el conjunto de la cultura de un pueblo, de una nación, en cualquier sentido, incluso, como en Nietzsche, para oponerse. Quizá lo pudo ser también Giner de los Ríos, pero la tendencia a desquitar y no pensar (incluso para mal) en la otra mitad de la cultura española, la católica, la tradicional, la despótica y amante de las “caenas”… Personalmente, no estoy por cargar al krausismo, ni a las ideologías republicanas más tarde, toda la culpa, pero sí la crítica de que no fueran capaces de pensar en el todo, igual que la otra parte tradicional, monárquica, tampoco lo hizo. ¿Qué opina sobre la posición de Galdós ante este problema pendiente aún? ¿Problema de sectarismo, de las dos Españas, o más bien, déficit en la ambición de la cultura española de pensarse y autorrepresentarse en su totalidad, incluso con las perspectivas menos favorables a una cierta Modernidad que empezaría siendo progresista y acaba siendo autocorrectora y ejerciendo la autocensura de su pasado que le regresa?
—FRANCISCO CÁNOVAS: Galdós era muy consciente de la gran incidencia que tenía la Iglesia católica en la vida comunitaria. Criticó la integración de la jerarquía eclesiástica en el bloque de poder, la precaria formación de muchos sacerdotes y su proximidad a los intereses materiales. En sus novelas y obras de teatro aparecen religiosos de precaria moralidad y, también, quienes, como Nazarín, mitad Jesucristo, mitad Quijote, predicaron un cristianismo mucho más consecuente. Galdós postulaba la libertad de ideas y creencias, la tolerancia y el respeto entre unos y otros.
Si comparamos con la de Galdós la perspectiva de Joyce (crítica, mordaz, nihilista, despiadada aunque en algún momento punteada de ternura, humor, bilioso, e ironía) respecto a Irlanda y las posiciones nacionalistas o probritánicas, y respecto a las tradiciones, vemos la gran diferencia entre los dos escritores. La perspectiva de Galdós es tolerante, quizá como la persona tolerante que fue el escritor canario. Ambos, Joyce y Galdós, no dan la razón a ningún partido. Dan voz y a menudo razones a todos; no eligen un solo punto de vista. Joyce los destruye todos, Galdós los conserva, en la lengua. Galdós convierte en lenguaje a todos los puntos de vista (incluso a aquellos personajes que representan lo que personalmente más odia: el despotismo, la reacción que apuesta intencionadamente por la incultura y el atraso del pueblo). La diferencia se explica, en mi opinión, por el lenguaje, por el español. Joyce utiliza el inglés, no tiene debajo una lengua común a todos sus puntos de vista. Joyce parodia el inglés y el intento de recuperar el irlandés como señal de una nueva nación. Curiosamente, Joyce es considerado hoy día entre los británicos como uno de los dos o tres más grandes escritores ingleses. Galdós hoy casi ha de hacerse perdonar por escribir en español. En general, los ingleses valoran ese tour de force sobre su idioma que desarrolló el escritor irlandés; en cambio, no hay mucho interés en toda España por profundizar en el español de Galdós. En enseñar su rico vocabulario, sus expresiones, su toponimia, como Gerona… que se va olvidando en los colegios y en los medios españoles.
—FRANCISCO CÁNOVAS: La tolerancia es, sin duda alguna, el principal rasgo de la personalidad de Galdós. Fue amigo de Clarín, Giner de los Ríos, Oller, Pardo Bazán, Marañón, Azcárate, Menéndez Pelayo y Pereda, que tenían ideas y valores muy diferentes. A su juicio, el fanatismo perturbaba gravemente la convivencia. William Shoemaker afirmó que la esencia humana de Galdós era la integridad de su carácter.
Una característica destacable de las novelas de Galdós es la atención que presta al lenguaje empleado por los personajes, el habla correcta y medida de los políticos y cortesanos, la expresión cursi de los señoritos, el habla castiza de los chulapos, la jerga masónica del Gran Oriente, la penetración de galicismos, las expresiones tabernarias… “El verdadero maestro del hablar –afirmó Galdós- es el pueblo”. Luis Cernuda, rechazando las críticas de algunos escritores de la generación del 98, resaltó el interés de esta opción literaria.
¿A qué distancia estamos de Galdós hoy, cuando la Gerona ciudad episodio nacional de Galdós no existe, más que en los antiguos mapas de Geografía política de España?
¿Me podría comentar usted esa relación de Galdós con el idioma común, político, de España, y de buena parte del mundo, incluida, por supuesto, la América hispana?
—FRANCISCO CÁNOVAS: Galdós fue un estudioso de la lengua española y del habla popular. Además, concedió mucha importancia a la comunidad de habla hispana, a la riqueza cultural que representa. Piense, por ejemplo, su colaboración periodística en el periódico La Prensa, de Buenos Aires, uno de los más importantes de Argentina, donde escribió interesantes artículos sobre tema de actualidad y crítica de arte.
Su libro contiene una reivindicación sobre el legado literario de Galdós, que entiendo también extensible a su legado cultural, que ha de ser transmitido a las generaciones presentes y futuras por los establecimientos de enseñanza.
Dice en página 394 de su libro: “El legado literario galdosiano tiene una gran riqueza. Fomentar su lectura y su conocimiento debería ser prioritario, sobre todo en los centros educativos, para que los jóvenes tengan la oportunidad de descubrir su singular estilo narrativo, su lenguaje irónico y subversivo, su exuberante galería de personajes, así como la documentación de la vida ciudadana, las mentalidades y las circunstancias de aquellos tiempos”.
—FRANCISCO CÁNOVAS: Hay que leer a Galdós, por todas las razones expuestas. Las autoridades educativas y los profesores deberían impulsar programas de fomento de la lectura para facilitar el acceso de los jóvenes al patrimonio literario galdosiano.
La Historia me parece la ciencia más difícil de todas, se basa en la interpretación pero también en el rigor, en la perspectiva (o en la síntesis de perspectivas). El historiador es al fin un escritor. No solo en cuanto tiene su perspectiva, sino también en cuanto escribe para un público determinado. En el caso, de un historiador español se supone para un público español, o sea, de una tierra donde “Partido moderado” suena de primeras a oxímoron.
¿Qué puede hacer el historiador español? Me gustaría su reflexión…
—FRANCISCO CÁNOVAS: Los buenos historiadores contribuyen a que los lectores conozcan mejor la historia de España, algo imprescindible para comprender la realidad de nuestro tiempo. Galdós, el mejor escritor del siglo XIX español, era muy consciente de ello.
Insistiendo en la reflexión sobre la Historia, o mejor dicho, la historiografía, le comento esta anécdota, de cuando era profesor de Filosofía, en un instituto: les decía a mis alumnos de Ciencias que, si de verdad les gustaba la ciencia, se dedicasen a la Historia, que además eran necesarios en este país, sobre todo, científicos historiadores… Me miraban raro. La ciencia era, para ellos, la ciencia. La Historia era lo que les había dicho el profesor de Historia.
Imagínese, desde los últimos veinte años, y me quedo corto, se enseña, según qué centros, la propaganda del Frente Popular o la de Franco, respecto a la Guerra (ya no quiero pensar lo que se enseña en Cataluña o en el País Vasco); se repiten como verdades absolutas lo que eran justificaciones de parte y literatura de propaganda ideológica (lo he comprobado en sus libros de texto de Historia): como que Hitler invadió media Europa porque a Alemania se le había constreñido territorialmente (doctrina del Lebensraum recuperada por el nazismo), o que las izquierdas votaron contra el voto femenino en la Segunda República porque la mujer votaba a las derechas. La explicación y justificación de parte la admiten como perspectiva histórica en el peor sentido de la palabra, es decir, como rejustificación, desde una ideología actual, del pasado, para salvar la buena corrección política.
¿Es posible aún educar en la búsqueda de la verdad histórica, o al menos en no repetir los errores de descontextualización, en no confundir eslóganes y discursos de propaganda o justificación de los protagonistas con el discurso del intérprete y narrador historiográfico?
—FRANCISCO CÁNOVAS: Hay muchos interesados en reescribir la historia con motivos espurios. Muchas informaciones históricas que circulan por las redes sociales son falsas. Es una parte de la guerra ideológica, del sectarismo y la propaganda. Afortunadamente, si hoy deseamos conocer un tema determinado tenemos herramientas suficientes para acceder a buenos libros. Hacerlas llegar a los estudiantes debería ser una tarea prioritaria.
Gracias.
14 de junio de 2021
Entrevista a Francisco Cánovas Sánchez, autor de “Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso”.
Por Fulgencio Martínez.
Revista Ágora-Papeles de Arte Gramático (para Ágora n. 10) / Dossier Homenaje. “Galdós, detrás de su centenario: Un espejo con memoria”
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Notas
1. Andrés Trapiello: “El Galdós de Cánovas Sánchez” (El País. 2-XI-2019)
https://elpais.com/cultura/2019/10/31/babelia/1572544307_894133.html
2. José Luis Zerón abona esa opinión de Trapiello sobre la amenidad del libro, y añade: “estamos ante un libro ameno y hospitalario que puede atraer por igual al lector ocasional y no especializado y al erudito más exigente”. Ver “Radiografía de uno de los mejores escritores de la historia de España”.
https://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2021/04/radiografia-de-uno-de-los-mejores.html
Quisiera saber si Pérez Galdós llegó a escribir sobre un suceso que tuvo que ser muy trascendente en las minas de Riotinto en 1888, conocido aquí como "El año de los tiros", dónde un regimiento de soldados disparó sobre ciudadanos que protestaban por las calcinaciones al aire libre que realizaban en dichas minas, en manos inglesas en aquella época, a la que se sumaron protestas de los mineros por sus condiciones de trabajo. No se sabe aún el número de muertos y en qué lugar fueron enterrados. En aquella época tuvo que ser un suceso muy relevante. Gracias.
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