LA FILOSOFÍA ARAGONESA (O MURCIANA)
EN RELACIÓN CON LA
UNIVERSAL *
por Fulgencio Martínez López
LA
FILOSOFÍA COMO CRÍTICA DE LIBROS
He
leído hace pocas fechas un libro extraordinario. (Ya saben ustedes que sostengo
que la filosofía, desde Platón y Aristóteles, es sobre todo
crítica de libros. Y el maestro de ambos, Sócrates, el más radical
crítico de la lectura, y quien mejor ejerció su bisturí de análisis conceptual
sobre la retórica –oratoria escrita – de los grandes Sofistas).
El libro que hoy
comento es “Historia narrada de la Filosofía aragonesa y su relación con la
Universal”. Ese título largo, que recuerda al de alguna obra del Kant
pre-crítico, tiene un autor: Carlos Lorenzo Lizalde, que fue profesor de
filosofía en un Instituto aragonés, y profesor asociado del Departamento de
Historia de la Ciencia en la Universidad de Zaragoza. Universidad en la que se
formó Lizalde, y que con cariño recuerda también quien escribe este artículo al
haber tenido el honor de estudiar en ella con Joaquín Lomba Fuentes.
“Historia narrada de
la filosofía aragonesa…”, lo publicó Mira editores, en 2002, con la
colaboración del Departamento de Educación y Ciencia del Gobierno de Aragón.
Este dato es relevante.
Dejando al margen el
tono y la vocación narrativa e informativa del libro, dirigido a un público de
Bachillerato, y yendo al meollo, el trabajo de Lizalde (quien publicó
anteriormente un libro fundamental sobre la historia del pensamiento y la
ciencia española, El pensamiento de Cajal, 1991) es original y
enriquecedor (y añado: estimulante también para nosotros los historiadores y
críticos de la filosofía en otros lares).
RENACIMIENTO
Y SIGLOS MODERNOS
Parte el autor de una
selección de autores relacionados con Aragón (pensadores, escritores, en un
sentido más amplio que el de “filósofos” académicos o profesionales). Volviendo
a citar al maestro de Königsberg, se trata de presentar la filosofía mundana
pensada en el Valle del Ebro, en una lengua española con cultura e
idiosincrasia aragonesa (pensemos, en primera instancia, en Servet, en Miguel
de Molinos o en Gracián, tan admirado por Nietzsche y Schopenhauer).
Pero la lista no se
encierra en la lengua romance que se hablaba en aquella parte de Hispania, sino
que se remonta, como debe ser, al latín (con la inclusión de Marcial, el
gran poeta epigramático, y seguidor de esa corriente ecléctica entre estoica y
epicúrea, que también tiene su expresión en las grandes odas de Horacio,
que busca la paz del alma en el retiro de la sociedad y la armonía con la
naturaleza).
Porque (lo indicamos
ya) uno de los grandes méritos del libro de Lizalde es relacionar a los autores
con su contexto concreto y con las corrientes de filosofía que les influyen o
en las que se insertan de algún modo, aunque sea como eco de un espíritu de
época.

Para no ser prolijo,
citaré solo algunos pocos autores más, de distintas épocas. En la Edad Media
musulmana, destacan filósofos y sabios como Avempace (bien estudiado en
un ensayo de Lomba Fuentes, quien fue hasta fu fallecimiento la referencia de
los estudios sobre filosofía islámica en Zaragoza), y Arnaldo Vilanova o
el papa Pedro de Luna, entre otros. Pero son los primeros siglos
modernos los que aportan a esta historia los nombres quizá más conocidos: Miguel
Servet y Miguel de Molinos, médico-teólogo el primero y místico el segundo, y
los primeros españoles que tuvieron el honor de ser perseguidos y censurados
por la inquisición de una Europa protestante y por la católica de Roma. Miguel
Servet, quien se anticipó al racionalismo de Descartes, Spinoza y
Leibniz, fue quemado en la Ginebra de Calvino. Me gusta recordar el lema
que puso en el frontispicio de sus obras, y que, quiero imaginarlo así, repitió
mientras sufría el suplicio en la hoguera: “Libertatem meam mecum porto”.
Si pretendían quitarle esa libertad los censores, no lo consiguieron, la llevó
consigo y sólo eliminaron uno de sus soportes físicos. ¡Qué lección y qué carácter el de estos
héroes de la ciencia!
Miguel de Molinos es un
pensador extrañísimo aún hoy. Lo relaciono con el pensador y poeta Antonio
Machado, con el maestro Echkart y con el Heidegger más
profundo de sus últimos escritos. El turolense (de Muniesa), autor de la Guía
espiritual fue condenado en Roma por un pensamiento aniquilador,
nihilizante, diríamos hoy, disolvente del dogmatismo teológico y teocrático
católico.
El autor del siglo
barroco, el gran heterodoxo aragonés Gracián (jesuita, censurado por su propia
Orden, firmó con seudónimos como Lorenzo, Critilo, etc, en esto anticipo de
otro pensador único: Kierkegaard). Gracián un extraordinario escritor,
como pensador se anticipa a su manera al pensamiento criticista de Kant. El
aragonés viene más bien de Francis Bacon y de su lucha contra los
“ídolos”. Su teatro crítico universal y su denuncia de la estupidez y la moral
política y católica de su tiempo es un documento aún vivo y estimulante para
cualquier aprendiz de filósofo. Si algo es o debiera ser siempre la filosofía,
es una voz alerta y crítica contra los prejuicios y la propaganda interesada de
las ideologías, veneno inoculado bajo apariencia socialmente benefactora y que
controla cualquier atisbo de discrepancia bajo la amenaza de poner en peligro
“ídolos” (como el progreso, la ecología, la sostenibilidad, el socialismo, etc,
algunos de ellos sustitutos descarados de ídolos religiosos).
FILOSOFÍA
CONTEMPORÁNEA
Cinco nombres más
destacan en el siglo XIX y XX: Goya, Cajal, Buñuel, Sender y
Laín Entralgo. Como ves, cada uno de ellos fue un grande en su campo (en
una relación de la filosofía con el pensamiento interdisciplinar en campos como
el arte, el cine, la literatura, el ensayo y la medicina).
No pudo extenderme más
y quisiera solo recomendar la visión amplia de la filosofía que propone el
profesor Lizalde. Aquellos nombres se conectan con sus respectivas corrientes
filosóficas (Goya, con la Ilustración: ·el sueño de la razón produce
monstruos”; Cajal, con el positivismo de Comte y el evolucionismo
positiva de Spencer; Buñuel, con Nietzsche y Freud; Sender, el gran
novelista, con el existencialismo; y Laín Entralgo, filósofo-médico, quizá el
mejor ensayista del siglo XX tras Ortega y Unamuno, y el autor
del primer estudio sobre la Generación del 98, que dedicó sus últimos libros al
problema de la entidad de la mente y del cerebro, en línea con los estudios
sobre el emergentismo, la crítica al dualismo y al monismo metafísicos (dos
substancias, cuerpo y alma, o una sola); un autor cuyo trasfondo de
preocupaciones podría encuadrarse en la línea del personalismo y en la
investigación antropológica siempre con un hilo de conexión con la ciencia.
Recuerdo que, en mis
años de impartir clase en Mahón, hube de dar, en COU, dentro de la lista de
autores “clásicos” de Filosofía, a Ramón Llull. Lo hice con mucho gusto,
y me sirvió para aprender. Además, a
Llull lo asocié con la Divina Comedia, de Dante. Algo, creo, que
supe explicarles a mis alumnos menorquines (casi todos hijos de emigrantes
murcianos o andaluces) sobre Dante, a propósito de Llull. Saldría ganando la
Filosofía, la poesía y hasta la Teología. Quiero creer. (Y la fe es eso, como
dijo Unamuno).
TRASVASE
DEL EBRO A MURCIA
¿Por qué la Consejería
de Educación de Murcia no promueve un libro como este? Autores relacionados con
el solar murciano no faltarían: San Isidoro, Ibn Arabí, Saavedra
Fajardo, incluso el Licenciado Cascales, y más cerca de nuestro
tiempo, Ramón Gaya, Miguel Espinosa, Joaquín Lomba, Francisco
Jarauta, Dionisia García y José Luis Martínez Valero. Me dejo, seguramente,
otros que ustedes podrían añadir en la lista de nombres, pensadores, artistas,
ensayistas, literatos, que desde la Región de Murcia se podrían poner en
relación con la filosofía universal.
Fulgencio Martínez ha publicado, entre otros libros de poemas, Carta partida, La segunda persona, La escritura plural (33 poetas entre la dispersión y la continuidad de una cultura), una antología de poesía española actual en cinco idiomas (español, catalán, euskera, gallego y sefardí), publicada por Ars poetica, Oviedo, España. Ha estudiado también la poesía y la filosofía de Antonio Machado.
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*El texto fue publicado en la revista Individualia, n. 13, marzo 2025, dirigida por el filósofo Paco Fernández Mengual.