Guillermo Carnero, poeta y crítico. |
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Artículo publicado en LA CRÓNICA DEL PAJARITO: Domingo. 10-7-2016
"La crítica es lo que da y hace el valor literario y crea las perspectivas."
Vivo una cierta contradicción, pues, aunque me parecen buenos poetas aquellos que hablan desde su torre de marfil, considero que en la poesía es imprescindible la tensión erótica, es decir, la lucha con lo real por parte del sujeto poético: con cualquier forma de entender una realidad- obstáculo que supera al poeta individual.
Ese eros-lucha se da en grado máximo en la gran mistíca, donde hay celos, quejas, hasta ese toque humano de reproches y de chantaje emocional: “¿adónde te escondiste/ amado y me dejaste/ con gemido...". Hay erotismo a raudales en ese forcejeo y rendirse reprochándose y chantajeándose, y ocultarse. Ya sabemos, desde Denis de Rougemont, lo que da el obstáculo en la novela y en el eros de Occidente; sin eso no hay pasión erótica, solo poemas de amor sentimentales, válidos, sí, pero no de aquella estirpe.
Decía que vivo en una cierta contradicción (aparente) porque me parecen buenos poetas pero no me interesan nada.
No llego al punto de decir aquello que decía Quintana: que si leemos la poesía española no nos enteramos nada de la historia de España. Precisamente, algunos poemas de Góngora (tan puntuales y periodísticos, “A la Mamora…”, por ejemplo) o de Quevedo, lo desmienten. Me interesa, sobre todo, la poesía del siglo XVIII (algunos poemas de Jovellanos y Meléndez, y el genio de Leandro F. Moratín... coincido en esto con mi maestro y amigo Guillermo Carnero, aunque él toma la parte de la forma y no -en apariencia- entra a su calado filosófico y político).
Así pues, reivindico la ilustración crítica y lo hago de forma crítica con la herencia ilustrada, pero mucho más con la burguesía literaria -ay, esa generación del 27 cuánto ha dañado la literatura española, y más porque los tipos eran grandes, grandísimos poetas. Por cierto, con Cernuda tengo muchísimo amor, sobre todo con el Cernuda del exilio, y con un libro Desolación de la quimera. Pero Las nubes es magistral. Menos, con Alberti, y sobre todo, con Machado, Antonio (su hermano era un genio particular, pero Antonio es el maestro y la genialidad tanto filosófica como poética del siglo XX español). Y admiro y me guía Miguel Hernández.
Miguel Hernández es un caso único. No burgués -como García Lorca, al que aprecio muchísimo, pero Miguel va más allá: solo el verso de Miguel más humillado que bello, pone lo bello burgués a cien metros bajo tierra. La dignidad humana, la justicia son los nuevos valores estéticos y los de siempre, desde Platón. Lo bello es y era lo bueno y justo. Ante todo esto, lo burgués queda en su sitio, nos tiene contaminados por el gusto, vale, pero nuestro pensamiento va más allá.
En novela no te puedo decir con igual o algo parecida opinión meditada. Hay una cuestión teórica a la que siempre he dado vuelta: ¿por qué Sartre, en su ¿Qué es la literatura?, excluye a la poesía de la llamada al compromiso?
Es la novela, el teatro y el ensayo los que asumen la función histórica del compromiso. Eso es un resto burgués: la poesía siempre nos queda como reino aparte estético, es más: incluso el dogma -seguido por poetas "comprometidos", aun hoy, como es, según él, García Montero, el prejuicio -digo- de separar obra y hombre. Lo ético, el compromiso está bien -dicen- para la vida personal, civil, para el hombre; la obra ha de ser aséptica, lo ideológico, lo político, lo ético la desvirtúa estéticamente; es más: según dogma del 27 y siguientes hasta hoy una obra con ideas, ideales, ética con opiniones y todo lo que quieras poner según instinto del escritor es, a priori, apoética. Es mentira: es el esteticismo burgués que deja al arte una función desvitalizada, deshumanizada y descontextualizada.
Más política e ideología que hay en Dante o en Homero...imposible. Son obras grandes porque no se les puede quitar su ideología. No como decía Eliot: que nos daría igual que fuera esa u otra ideología, pues el efecto estético las envuelve. No. Es al revés.
¿Cómo deshacernos de la crítica burguesa y de sus mundos y pensamientos únicos? Hay que leer ciencia (Einstein), hay que leer otras visiones críticas. Como me dijo Guillerno Carnero, a propósito de los románticos alemanes (Friedrich Schlegel) e ingleses: tuvieron la suerte de estar acompañados por los mejores críticos. La crítica es lo que da y hace el valor literario y crea las perspectivas. Él se quejaba de que su generación, la del 70, no tuvo crítica en España. Hoy comienzan a verse, con perspectiva, algunos logros de esa generación desde la óptica histórica europea, del mayo del 68 y los aires de cambio en todo, que trajo.
FULGENCIO MARTÍNEZ
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