EUGENIO DE NORA. EL TRATAMIENTO DEL TEMA DE ESPAÑA EN SU POEMA “PATRIA”
Patria
La tierra yo la tengo sobre la sangre
escrita.
Un día fue alegre y bella como un cielo encantado
para mi alma de niño. Oh tierra sin pecado,
sobre cuyo silencio sólo la paz gravita.
Pero la tierra es honda. La tierra necesita
un bautismo de muertos que la hayan adorado
o maldecido, que hayan en ella descansado
como sólo ellos pueden, haciéndola bendita.
Fui despertado a tiros de la infancia más pura
por hombres que en España se daban a la muerte.
Aquí y allí, por ella. ¡Mordí la tierra, dura,
y sentí sangre viva, cálida sangre humana!
Hijo fui de una patria. Hombre perdido: fuerte
para luchar, ahora, para morir, mañana.
Un día fue alegre y bella como un cielo encantado
para mi alma de niño. Oh tierra sin pecado,
sobre cuyo silencio sólo la paz gravita.
Pero la tierra es honda. La tierra necesita
un bautismo de muertos que la hayan adorado
o maldecido, que hayan en ella descansado
como sólo ellos pueden, haciéndola bendita.
Fui despertado a tiros de la infancia más pura
por hombres que en España se daban a la muerte.
Aquí y allí, por ella. ¡Mordí la tierra, dura,
y sentí sangre viva, cálida sangre humana!
Hijo fui de una patria. Hombre perdido: fuerte
para luchar, ahora, para morir, mañana.
EUGENIO
DE NORA (España, pasión de vida,
1954)
El tema de
España es nuclear en la poesía de Eugenio de Nora (1) y particularmente en el poema
que elegimos como referencia de su poética comprometida. “Patria” pertenece al
libro España, pasión de vida, escrito
en 1947 pero que solo circularía en 1954. Antes de este poemario, Eugenio de
Nora, que se inició en la corriente existencial-social de la revista Espadaña, había publicado de forma
anónima y clandestina Pueblo cautivo.
El tema de
la patria, de España, se aborda en el poema desde la identificación triple de
la tierra-la sangre- la palabra (la escritura y la poesía). Desde el primer
verso de este soneto alejandrino la voz poética habla con pasión, desgarro y
dolor –intensificado por la memoria, aún contrastante, de un recuerdo infantil,
alegre -“un cielo encantado” (v.2)-, puro -“tierra sin pecado” (v.3)-,
protector –“paz” (v.4).
La tragedia acecha por una razón telúrica –“La tierra necesita / un bautismo de muertos (…)” (estrofa 2ª)-. El tema de la historia de España, en concreto, de la guerra civil del 36-39; el cainismo de “los hombres que en España se daban a la muerte” (v.10), representa la antítesis de la “paz”, de la tierra “alegre y bella” presentada en la primera estrofa del poema.
La tragedia acecha por una razón telúrica –“La tierra necesita / un bautismo de muertos (…)” (estrofa 2ª)-. El tema de la historia de España, en concreto, de la guerra civil del 36-39; el cainismo de “los hombres que en España se daban a la muerte” (v.10), representa la antítesis de la “paz”, de la tierra “alegre y bella” presentada en la primera estrofa del poema.
El despertar
de la infancia, que señala al tema de la conciencia histórica y del asumir el
sentido existencial del ser hombre, se ilumina para el yo poético en conexión
necesaria con la historia y los efectos de un pasado trágico. Biografía (infancia y conciencia
adulta) se tejen en “Patria” con la historia de un país: La escritura se
entiende como testimonio, no solo existencial, sino realista e histórico.
El poema en sus
últimos versos presenta, por una parte, una afirmación de las señas de
identidad, de las raíces (historia, patria, identificadas con la tierra); y por
otra, una comunión apasionada -con algún
acento “tremendista”; como en la expresión “mordí la tierra dura” (v.11)- y en “sentí sangre viva, cálida sangre humana” (v.12).
Esa comunión con
la dialéctica vida/muerte, continuidad/destrucción, que representa la sangre,
es, finalmente, simbolizada y reivindicada por el poeta: “Hijo fui de una
patria. Hombre perdido" (…) (v.13). Sin la conciencia de la Historia y del
vínculo con el destino histórico, y trágico, de España, el yo se sentiría
huérfano, “un hombre perdido”.
Dialécticamente el
poema desarrolla aún, en el último verso, a modo de conclusión, la superación
de ese destino trágico, casi telúrico, del país. La esperanza en un “mañana” “para morir” da
coraje, vitalidad “para luchar, ahora”. Es, por tanto, un tema social, de
transformación del presente y de la España “cautiva” de la dictadura de Franco,
el mensaje final que desarrolla el epifonema del texto: el autor apela,
mediante su ejemplar moral, al lector, para que este actúe.
La poesía social,
en Eugenio de Nora, se sustenta en ecos de Ángel Ganivet (destino, tierra,
cierto pesimismo trágico del “Ideario” del autor granadino), Miguel de Unamuno
(el tema unamuniano del dolor de España), y cierta huella esperanzada de
Antonio Machado (“El dios ibero” de Campos
de Castilla) que abre cierta posibilidad de cambiar, desde el presente, un
mañana “no escrito”. Nora, en “Patria”, asume de forma voluntarista una cierta
contradicción o, al menos, paradoja, entre el “destino” (a lo Ganivet) y el “mañana
no escrito” machadiano.
Blas de Otero en Pido la paz y la palabra, Gabriel
Celaya, en Cantos iberos, José Hierro
en Quinta del 42, y otros poetas de
los 50, como Carlos Bousoño y Jaime Gil
de Biedma, desarrollaron también el tema de España. Y, entre los poetas de
final de siglo, Luis Alberto de Cuenca, Jon Juaristi y Luis García Montero.
LOS RECURSOS POÉTICOS DE LA POESÍA SOCIAL
Es muy usual aún despreciar el uso de la lengua literaria en la poesía comprometida. Ocurre que algunos recursos poéticos usados por la poesía social (es el caso de la apóstrofe y, sobre todo, de la diatriba) han sido olvidados casi por completo en otra poesía supuestamente más elaborada literariamente. Nos vamos a referir, solo, a los recursos usados en el poema que hemos escogido.
Formalmente, "Patria" es un soneto alejandrino (versos de 14 sílabas, con hemistiquios marcados
por cesura que a veces se hace recaer sobre una pausa o ruptura rítmica; como
en vs 3, 4, 8, 11,12,13,14). La ruptura
rítmica es más aguda cuando se apoya en un “punto”. El ritmo poético se
entrecorta y transfiere intensidad interior, debate emocional con el fluir
discursivo. El ritmo emotivo, por tanto –marcado en esos lugares de cesura del
alejandrino que recaen en pausa larga- convierte al poema no en un mero
testimonio, sino en una pieza connotativa, estética. Otros recursos estilísticos como la anáfora
de “tierra”, la exclamación (”oh tierra”), la enfatización y el hipérbaton o
ruptura sintáctica (“La tierra, yo”), la metáfora (“bautismo de muertos”) que
en cierto modo es sustitución (eufemística) de “matanza” y “guerra”, el
contraste paralelístico y la antítesis (v.14) o casi quiasmo, como en el último
verso, resaltan el valor poético del texto.
Fulgencio Martínez
-----------------Notas-------------
(1)
Eugenio de Nora nació en Zacos, León, en 1923. Doctor en Filología Hispánica, ha sido profesor en la Universidad de Berna. Ha publicado los libros de poesía: Cantos al destino (1945), Pueblo cautivo,
(1945-46), anónimo y clandestino, debido a su componente crítico con el régimen
franquista; Amor prometido (1946), Contemplación del tiempo (1948), Siempre
(1953) y España, pasión de vida (1954).
En 1975, después de un larguísimo silencio, Nora publicó una antología de su obra poética: Poesía (1939-1964), donde incluyó un nuevo poemario, Angulares, con poemas escritos entre los años 1955 y 1964.
En los estudios filológicos destaca su libro La novela española contemporánea (1958-62).
En 1975, después de un larguísimo silencio, Nora publicó una antología de su obra poética: Poesía (1939-1964), donde incluyó un nuevo poemario, Angulares, con poemas escritos entre los años 1955 y 1964.
En los estudios filológicos destaca su libro La novela española contemporánea (1958-62).
REVISTA ÁGORA DIGITAL JULIO 2014 / ENSAYOS LITERARIOS
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