La Casa de las Ventanas de color naranja
Ion Minulescu.
Traducción de Joaquín Garrigós
(Editorial Báltica, 2022).
LOS RAROS
Por José Luis Martínez Valero
Ion Minulescu (1881-1994) fue una de las figuras de la literatura rumana del siglo XX. Tras su paso por París, volvió a Rumanía y publicó libros de poesía y de prosa. Fue autor dramático y llegó a dirigir el Teatro Nacional de Bucarest. Pero su obra más difundida fueron sus relatos fantásticos y góticos, donde se muestra como un maestro del género de terror y misterio. La casa de las ventanas de color naranja reúne sus principales cuentos. Joaquín Garrigós los ha traducido hermosamente al español.
El artículo del poeta y catedrático de Literatura José Luis Martínez Valero analiza cada uno de los cuentos de Minulescu, quien “los compone como un paciente relojero, que montara las piezas y, tras girar la manecilla de la cuerda, comprueba que, durante muchos años, marcará la hora”. Además, Martínez Valero, en la introducción del artículo, facilita pistas para una lectura más profunda de esta narrativa gótica, conectando al autor rumano con el simbolismo y el decadentismo.
En el prólogo de Rubén Darío a su libro Los Raros, enero de 1905, París, declara:
Fuera de las notas sobre Monclair y Adam, todo lo contenido en este libro fue escrito hace doce años, en Buenos Aires, cuando en Francia estaba el simbolismo en pleno desarrollo. Me tocó dar a conocer en América este movimiento y por ello, y por mis versos de entonces, fui atacado y calificado con la inevitable palabra de “decadente”… Todo eso ha pasado –como mi fresca juventud.
Muchos de sus nombres son referencias en el libro de Ion Minulescu (1881-1944): La casa de las ventanas de color naranja, primera traducción al castellano por Joaquín Garrigós, publicado en Editorial Báltica, Madrid 2022. Reúne siete cuentos, dos de ellos, dada su extensión, se podrían calificar de relatos breves.
Todos tienen algo en común: sus protagonistas son tipos raros, excelentes lectores, que conocen toda la actualidad simbolista, fechados entre 1908 y 1920, los tres últimos aparecen en 1930.
¿Qué significa el simbolismo en estos cuentos? Se trata de la vuelta al origen. Hay otra realidad que convive oculta en esta sobre la que vivimos. Recuperar, frente a la ciencia y la razón, la existencia de los mitos, el culto a la belleza, el misterio. Volver a ese mundo clásico donde los bosques, las fuentes, las nubes, el mar, los ríos, las cosechas aparecían encarnados en criaturas que convivían con los humanos y con los dioses. Lo profano y lo sagrado aparecían unidos.
Había que recuperar para la vida una disponibilidad, una curiosidad que multiplicaría la sensibilidad hasta el punto de hacer visible lo invisible. Hay que dar a leer esos mensajes que durante siglos se han transmitido en secreto, palabras que casi todos pensaron que nunca habían existido.
Cuando se ha tomado conciencia de que la ciudad ocupa el mundo, hay que recuperar la naturaleza, el agua y la lluvia, el aire, la sombra y la luz, los árboles y las flores. Ellos son la verdad. Minulescu dice: Me había retrasado la lluvia y la constatación banal de que cuando llueve desaparece toda diferencia entre “lo rural” y lo “urbano”.
Los raros o simbolistas son hipersensibles. Es todo un conjunto de imágenes, de metáforas, que permanecían dormidas, y sentidos a menudo excluidos de los textos literarios. La casa del simbolismo tiene puertas amplias y grandes ventanas por las que entra la luz, cierto que quizá dé a un jardín, no a la calle, pero el cielo, las nubes, continúan su rumbo.
La literatura se convierte en una especie de enfermedad que desplaza, sustituye al mundo real. Azorín: Diario de un enfermo, 1901, en palabras del editor al lector dice:
Lector lee religiosamente estas breves páginas. En ellas palpita el espíritu de un angustiado artista. A retazos, desordenadamente, supremamente sincero, fue dejando en estos diarios y tormentosos apuntes su alma entera.
No olvidemos a Juan Ramón Jiménez, y sus estancias en distintos sanatorios.
He hecho esta introducción porque, salvadas las diferencias, la atmósfera, la actitud de los escritores, sus lecturas, la manera de enfrentarse a los textos son muy semejantes. Quizá con más humor, más ironía, sin aquel Noventaiocho que manchó de gris el paisaje.
Vayamos a La casa, y sus ventanas, el libro comienza con este primer título. Todos los cuentos entretienen tanto como sorprenden. Aquí la fiesta acaba en tragedia y los recuerdos que los vecinos tenían de aquel lugar se manchan con la sangre del interés, despertado por las moneditas de plata. Los nuevos dueños, rompen definitivamente con este lugar que podría haber sido idílico y queman la casa en una especie de acto de purificación.
El segundo, En el jardín de mi amigo, cabría decir que sólo recordamos aquello que de verdad nos ha importado. El amigo es una persona rara. Cuando digo rara, quiero decir que es una persona a la que la mayoría no pueden perdonarle el delito de no ser igual que todo el mundo. El texto parece un ensayo con forma de cuento. Se presenta al simbolismo desde una perspectiva heterodoxa por alguien que realmente resulta un prototipo simbolista, ecos de Baudelaire y su Spleen de París, el soneto Correspondencias, más Los versos dorados de Gérard Nerval.
Sigue: La confesión de un desarraigado, encuentro de dos viejos compañeros de colegio, en un ambiente cosmopolita. Uno vive la vida como una obra de arte, que ha de ser destruida, mientras que el otro no es más que un pacífico burgués. Sostener la vida como creación, le obliga a estar continuamente en el límite.
Más extenso es: Máscaras de bronce y farolillos de porcelana, conjunto de notas y diario. El protagonista irá descubriendo que su padre, recientemente fallecido, no lo fue y que su madre, muerta en el parto, no dejó indicio alguno. La casualidad irá enlazando las piezas del mosaico. El mundo está presidido por la arbitrariedad, como consecuencia todas las expectativas caben en la vida. Esta falta de lógica, la incoherencia en la que se vive y su inestabilidad podría tener un carácter premonitorio y convertirse en un aviso sobre la próxima catástrofe que será la Gran Guerra.
Sobre los tres siguientes, el autor aconseja que sean leídos por la noche: Los cuentos son como las mujeres. Uno nunca sabe por qué le gustan…La noche convierte en extraordinario lo cotidiano, el estado de duermevela tiende a la confusión de los sentidos. Vigilia y pesadilla están más próximas. La noche nos sume en una bruma que agiganta las proporciones y descubrimos callejones sin salida, caminos cortados e imposibles, que la luz de la mañana dispersa.
En La corbata blanca, uno de los amigos ha decidido no volver a vestir su frac, lo que le impide asistir a una recepción donde todos se preguntan por su ausencia. La corbata blanca es el único testimonio de un crimen. A veces los objetos tienen vida propia. No piense el lector nocturno que, quien pretende animarle a la lectura, se ha contagiado por el extraño poder de esa corbata. Las cosas son sólo algo que utilizamos, seres inanimados cuya presencia será muy difícil que nos perturbe, a no ser que rompa la armonía, o ¿no es así? Sin embargo, puede ocurrir que determinados objetos, asociados a sucesos trágicos, alteren nuestra relación y, su mera presencia, provoque un rechazo enfermizo difícil de entender, aunque sea causa suficiente para el protagonista.
El hombre del corazón de oro, presenta un encuentro que parece salido del fondo de una botella, un producto que sin duda el alcohol podría haber favorecido. Quien es informado de ese extraño suceso trata de situarlo en el mundo de la lógica, pero la autopsia rompe con toda normalidad y revela que el corazón era una bola de oro. Este ingenuo relato se convierte en un ejemplo para distinguir literatura y periodismo:
-Donde no hay imaginación, no hay arte, no hay literatura. Sólo hay periodismo corrompido. Pero si tanto te gusta,¿por qué no lo escribes tú? ¿Quieres que te venda el tema? Vale, cómprame una botella grande de Cherry Brandy.
El último, también más extenso: De charla con el Maligno. Podríamos considerarlo el más fantástico, pero también el más realista. El Maligno no tiene sombra, tiene el don de la ubicuidad, con una casa que está en un extraño paraje y al poco ya no está. Sin embargo, se trata de un personaje ingenioso, capaz de responder a todas las preguntas, al mismo tiempo que posee una información total sobre la hora en que comenzará la Gran Guerra, antes de que se haya decidido. Lo que anunciamos como premonición, ahora se confirma.
Minulescu, ha sido uno de los autores más populares en Rumanía. Su dominio de varios géneros más el periodismo, le convierten en alguien que conecta perfectamente con el lector. Sus cuentos los compone como un paciente relojero, que montara las piezas y, tras girar la manecilla de la cuerda, comprueba que, durante muchos años, marcará la hora.
José Luis Martínez Valero
Catedrático de literatura. En poesía, ha publicado entre otros libros, La puerta falsa, La espalda del fotógrafo, Plaza de Belluga y Libro abierto (2010). Y en ensayo, El escritor y su paisaje (2009), Merced, 22 (2013), La isla (2013), Daniel en Auderghem (2015).
REVISTA ÁGORA DIGITAL / FEBRERO 2022/ OTRAS LITERATURAS/ LITERATURA RUMANA
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