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viernes, 15 de marzo de 2019

Andrés Acedo. Último poeta de la antología La escritura plural.Poetas de la semana/revista digital Ágora




         ANDRÉS ACEDO. UNA REBELIÓN CONTRA EL SER Y EL ESTAR, UN CARTEL DE CIEGO PARA DESENGAÑO DE LOS DESPIERTOS, O UN ESPAÑOL MOLESTO QUE SACA A PASEAR LA LENGUA



Andrés Acedo cierra LA ESCRITURA PLURAL, antología actual de poesía española, coordinada y seleccionada por Fulgencio Martínez, con prólogo de Luis Alberto de Cuenca.




*
de Lirica povera,
(publicado en Cosas que quedaron en la sombra, 2006

ECHAD LA POTA A LAS CALLES
(recitabile gregoriano)

  La realidad es la vida, fugaz, funambulesca;
  el cigarrón voltario, el pez que nadie pesca.
    Antonio Machado
  Sí, sí, buen Wagner. Pero echad esos demonios.
    C. Marlowe. Fausto



De un potaje mal cocido, apoplético, zarapastoso,
de un habla que no es la tuya, ni la mía,
que no zacea,
de un chancro falaz que nos tiene
a tos atrafagos, y agitaos
con un resuello torpe que zale del pecho
a todas horas,
y en escaño, escañaos; atragantaos; ahogaos
nos tiene por la nariz, y desengañaos;

de un lenguaje que nos han dormido, anestesiao,
y devuelto como cerilla usada dentro de caja,
que nos lo han desenformao,
raquítico y bondadoso, pero
si rascas, descalabrao;

sellao con sellos oficiales
(es la minuta que pasan por una piedra
en la hidalguía donde hospedamos...);

también de un escribir las cuatro letras,
que al fin y al cabo es todo
lo que uno tiene que escribir,
como si fueran fantasmas en representación
de los vivos sonidos que existen;


y dádnoslo luego, para que miremos
lo que ya no suena
o nos suena a celestial mendrugo;

de tales y cuantas cosas, hermano,
habló aquella tarde Monipodio
a su avecilla audiencia.






PETICIÓN PARA QUE SE RECUPEREN LAS FIESTAS
DE LA CERDITA ENLA REPÚBLICA DE BOLONIA
   
                a Pier Paolo Pasolini


­- ¿Y no han salido también del decir
ésos que tanto los odias y los ríes?

­- Odio y amo, pero no respeto a sus muertes
porque nos las hicieron de mi crédito
cuando vivos; sino que se agostaron en la puerca
ironía del manir del manir, todos juntos,
llevando esa ironía hasta el colmo;
unos (aun después de ser avisados
por su final) representando aún a reyes;
otros ­-más simples ­- egregios pueblerinos
en la lista de boda de reyes,
como un regalo que les hace otro:
reinado de un mocho, de un cuerpo
desnudo con bubas y marcas del aire
donde habría de aparecer
la verdadera carta real.

Ése un carnaval burlesco que todos
ya nos sabemos – pero, por decirlo,
los grifos nos escupirían fuego:
así que, me retracto, no es dicho nada,
no es un carnaval burlesco sino una
fiesta tranquila, seria y eso
sí aburrida, donde Armida sale huyendo
montada en un dragón, y deja
una explosión horrible en un ventanal,
mientras nosotros (refocilados)
la oímos fuera del recinto
aristocrático, en nuestras cocinas,
refocilándonos con una marrana.






DECIMILLA DEL MEDIODÍA




El aire
parece oscuro
al que sale
de una profunda cueva.

¡Agujitas del reló
que miro siempre esperando
en una costa de España,

dos corazones
que quieren salir
por una misma boca!





ISLA DE LA GIUDECCA

          A Margalit Matitiahu



I

Mamulla a rebato,
como si huyera de incendio
de horas, y meses, y estaciones
más desoladas, de un metro
donde oye a los ángeles músicos
­-otros que aquí en Venecia­-
tocar raídas palmas
y cantar en falsete.
Escucha el manto sobrepedir
y revolar, a los que hacen
la recova por los pueblos
comprando huevos y gallinas del voto
que se volviera Sí,
señor,
escucha de memoria
y aplaude a Llach, pero sigue
más metidas en él
voces negras, campaneras,
que en su gaznate caen como granizo
persistente de un mal año;
como granizo en la sombra de la simiente.

Toda la campa
en niebla de esas voces.
Aquí, en Venecia,
secándose él aún las botas,
mamulla huyendo de donde viene,
no puede ser.


II

Un murmullo desde la judería
detrás de mí, cómo no puse oídos
hasta oídos,
basta un ramo de silencio llevar
o poner en la lumbre un pedazo breve
de uno mismo;
cómo no puse oídos hasta hoy...

Detrás de mí, de un monte plano
donde me topo contra el mí
o el yo de enfrente:
abajo, en el vallejo,
toda la historia.

Ríen los ángeles
músicos, en botica estamos,
trasteando mucho todo el día,
de noche abejicas
enjambrando mis tímpanos,
oigo sus lenguas, oigo
­-como en Toledo­-
toda la historia de mi lengua.

Respiro ya bien,
seco,
apuntando cuanto oyera.





SIEMPRE FUTURA SEFARAD



A escape por trochas
y detritus de luchas
más que sordas...

Lejos pero todavía no bastante lejos
de los mercaderes: los mismos que ayer
dieron cuerda a los brazos
fenecidos en odio,
y en el día de hoy bajan copiosísimos.

Lejos pero todavía no bastante lejos...
Errantes columnas de Hércules,
siempre futura Sefarad.







de Prueba de sabor (2012)




ECOPOEMA PARA PEDIR LA ABOLICIÓN
DE LA ESCLAVITUD SILENCIOSA DE NUESTROS DÍAS


  ¡Penas! ¿Quién osa decir
  que tengo yo penas? (…)
  ¡La esclavitud de los hombres
  es la gran pena del mundo!

           José Martí





De la esclavitud silenciosa
que sufren los trabajadores
bajo la nueva tiranía
del poderoso Don Dinero,
poco se escribe.

La avaricia
del Capital ¿tiene ocupadas
a las nueve Musas?

¿No se escribe
porque no se lee
o, quizá, porque
como tema de una poesía
hoy no interesa?

¿Es anacrónico,
insólito, antiguo, el asunto;
provocativo, ingenuo, dirías?
¿O descatalogado, valiente, descarriado,
prosaico, calamitoso, ay Dios,
rojo, filomarxista?

Ten por seguro
que nos quieren
mano de obra sumisa,
mal pagada y contenta.
Que el poeta hable
de sus mundos interiores.
La poesía no ha de ser política.

Otro cantar quisiéramos
cuando vemos crecer la fila
de trabajadores en paro;
de jóvenes temporeros urbanos,
sin proyecto de vida,
en empleos cada vez más precarios,
que callan con temor ante los jefes
y se tragan el abuso por una comida.

Un cantar para no pasar delante
de la miseria que levanta muros
más altos en otro mundo olvidado,
muros de hambruna, guerra e injusticia.

No dejemos que los utilicen
para atemorizar con un mal mayor.
Es cierto que hay otros miserables
y que nosotros podemos comer.
Pero no olvidemos escupir a
la cara a los que mandan levantarlos.
No tengamos miedo de ser mejores.
Ni de escribir los deberes del día.






de Cancionero y rimas burlescas (2014)






EN EL MUSEO DEL PRADO




Ya me cansé de ser bobo,
dijo el Bobo, y se salió
del cuadro. No se echa en falta:
Dentro quedaban los otros
bobos de la real Familia.







SIGLO DE PROSA DIDÁCTICA

            A Guillermo Carnero




A los hombres del dieciocho
mi generación
no les debe nada.

Escritores en prosa
y de un solo poema:
de una página
grande.

Mi generación
no les debe nada.

Nada a Nicasio Cienfuegos,
autor de una Alabanza
a un carpintero llamado
Alfonso, muy rara.

Mi generación
no leyó las Cartas
de Cadalso, no jugó
con ellas; ni debe nada
al gran Meléndez ni a Jovellanos:
no pasó por Salamanca.

Mi generación
dio pasos sin tierra, sin leer
la elegía más hermosa
donde llanamente habla
la melancolía,

y el dolor por la patria
perdida, sin patriotismo
ni más artificio que
los topos de la retórica clásica.
Suspiros de un refugiado
español, en Francia.
Leandro Moratín. *

Hubo de tocarle un rayo
en la espalda
para recibir su herencia
con las manos vacías.

Cuando echó en falta
una prosa contenida
por la verdad de la poesía,
dar razón de las cosas que nos pasan.

Cuando necesitó
tener lista una piedra
serena
para arrojar al agua
del río turbio

de un país
del que huyó el sueño,
y al que le quedaron
solamente los monstruos.

Un orden sin sosiego,
paz que es guerra,
presente, indignación; esperanza
temor; justicia, robo;
política, avaricia privada. 

Juventud, pobreza;
tesoro, deuda,
juventud, la edad
inactiva del hombre; 

“Juventud, divino tesoro”**
prosa profana
porque se va; 

vejez, cargada
de trabajos,
democracia robada,
hoy indigno, ayer dormido,
mañana, pasado mañana.
____________

 * Unos de los mejores poemas de nuestra literatura moderna, en opinión también de este editor. “no más trinos de amor. Así agitaron / los tardos años de mi existencia (…)”. Usamos en esta estrofa la palabra “Suspiros” dándole parecido significado al del título de las memorias de Luis Buñuel. Sin embargo, no desautorizamos su alusión al mundo de Bécquer.

** Célebre verso del poeta nicaragüense, quien se definió como “muy siglo XVIII”. “Juventud, divino tesoro /¡ ya te vas para no volver! / Cuando quiero llorar, no lloro…/ y a veces lloro sin querer”. Es la primera estrofa del poema “Canción de otoño en primavera”, que en realidad no pertenece al libro Prosas profanas, sino a Cantos de vida y esperanza (1905), una de las últimas obras de Rubén Darío, donde el poeta desnuda el acento modernista de aquel otro libro y crea la senda del intimismo reflexivo, lírico, por donde irán Antonio Machado, Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez. Rubén es el puente por el que lo mejor de la poesía del XVIII llega a nosotros, con aquellos tres grandes continuadores. “Muy siglo XXI”, pudo también decirse el genio de Rubén Darío.





NOCHE DE HISPANIA




Identidades imposibles,
números trasracionales,
miniaturas del Universo
en un tenderete de souvenirs:
el toro y el matador,
que son el mismo antebrazo
-abrazados en un pase de pecho-,
la última potencia que tiene el agua
antes de dormirse en un cuenco o en un balde,
entre viejas hojas de periódico,
como un paraguas desencuadernado
que ya ninguno viene a abrir.
Lecciones de cosas a la deriva
en una historia triste, en una tierra
oscura, como España.
Aquí nace sin padre
cada generación.
La memoria es un río metafísico,
intra, no, don Miguel, sobrehistórico:
la moral católica y la paz
de los cementerios
impuestas en el número del chasis
de un motor parado desde hace siglos.
No hay recuerdos vivos; aquí, no.
El presente es un anillo en el tronco
de aquel árbol cuyo fruto no dejan comer.

La corrupción de todo, el pueblo inculto
que derriba al poderoso y lo envidia,
y aprende por atajos las lecciones
cauterizando sus deudas oficiales.
La corrupción de arriba a abajo,
un rey aún más inculto,
el arco de la victoria de la ignorancia
en sus calles y plazas,
en sus periódicos y en su Parlamento.

¡La corrupción sobre todo!, y la paz
comprada al cerrar los ojos en vida.


El besamanos pidiendo gracia no justicia.
Los evasores, los espontáneos, los abogaos.
Las deudas del país que vaciaron unos cuervos
las paga el obrero, y su juventud
lavando en las cocinas de Europa.
Cada día, una flor
manda a la dulce Francia o a Alemania.
Pero hay otros que triunfan aquí
vendiendo cuchillos o matamoscas,
y son un símbolo.
¡Tierra de procesiones!
¡Amor al círculo!
¡Viva el infierno!
¡Movimiento sin fin!
Como el de estúpida noria de feria.
Mejor el infierno conocido
que inventar un paraíso en la tierra
con el trabajo y la energía santa.

Los pasos de ayer forman delante
una ligadura de notas futuras
donde el presente se vuelve frontera
despoblada, salvaje y peligrosa.
Los nuevos pozos donde abrevamos
están envenenados ya, de nuestras rutinas.

Triste es el pueblo que no tiene alma.
O tiene alma de zombi.
Vieja es su melodía y su presente
anciano, corto
su día de carnaval, y tan larga
la sombra del Miércoles de ceniza.








CINE DE LA VIDA



Empatizo poco y a ser sincero
por poco tiempo. Me cansa seguir
una línea sentimental y, cuando
perdí el argumento,
reconocer los indicios de pista
en pista, escena a escena.

Desconecto
de una película interesante cada vez más pronto.
No quiero saber el final, quiero que acabe.
No espero que se confirme lo previsible,
que al fin la policía atrape al malo
y que la chica encuentre el amor de sus sueños.
Me produce el efecto de dormir, ese cine de tarde
que se parece, aun con más acción, a la vida.

Pero, para ser más sincero aún,
reconozco que en ocasiones me vuelvo hipersensible.
En las tardes con lluvia menuda y monótona
­-importa ese detalle, no que diluvie ­- y en casa –otro detalle ­-
y en el país donde vivo y donde casi nunca llueve.
(En un clima húmedo me sentiría triste y apático).

En esos días de lluvia menuda y monótona,
propicia su ilusión, su rumor tras los cristales,
siento el olor de la tierra con todo el cuerpo,
un olor que me llena el tránsito intestinal,
y evacúo grandes sentimientos ontológicos:
Me siento unido al ser de todo y de algo,
me siento parte del mundo, flora de agua, balsa humana.

Me siento reunido con el manto de mi patio y las plantas.





UNA LLUVIA APRENDIZ DE LLUVIA




Mil años que viviera
bajo esta gota de luz no me cansaría.
No sé agradecerle el más leve de sus dones:
la lluvia cenicienta a media tarde,
que de pronto brotó y sigue gimiendo
desde hace unas horas, incalmada.
No me fío y toco las cosas como un ciego.
No me la esperaba y me brotan
caminos, venas de agua en el pecho,
lleno de la infancia de una lluvia pequeña,
aún inexperta en el oficio de lluvia.
Como un aprendiz que acude al taller
por primera vez nos sentimos la lluvia y yo.
Juntos milagrosamente en la misma luz desvaída,
emocionados y algo temerosos de la novedad.







(Inédito)





A ANTONIO MACHADO

(En el 75 aniversario de su muerte)


Soledades y Campos de Castilla
guardan recuerdos alegres y tristes
de nosotros, los lectores que fuimos.
Éramos aún ayer adolescentes.

No pasa el tiempo: pasamos nosotros
y en el espejo en el que nos miramos
nos vemos como un niño que en la noche
de una fiesta se pierde entre el gentío.

La vida sabe herirnos en lo más hondo,
mas guarda siempre el hilo de esperanza
que un día dio a nuestro vivir refugio.

Aunque vamos solos después de oírlo,
no vamos solos, nos acompaña él
con las lluvias de abril y el sol de mayo...







                           
        

    BIOBIBLIOGRAFÍA DE ANDRÉS ACEDO



         Andrés Acedo es navarro de Murcia, pasó su juventud sin volver de Bolonia, adonde fue mandado a estudiar algún latín y humanas; que lo eran las italianas y bien hermosas, mica male. Es fama de que un tío suyo fue menestral y algo adelantado en retirarse a la soledad de un oficio humilde, como el que llevó Baruch Spinoza en la vieja Amsterdam. Andrés Acedo heredó el taller de su tío y lo amplió con romances, sonetos a lo Marqués de Santillana, de levadura de doce o trece sílabas a verso y con una cueva de aprendices que volaban por los tercetos apenas se manejaban con la aritmética.

         Pocas noticias ciertas sabemos de quien dijo, abreviando la frase de don José Ortega y Gasset, “Yo soy mi circunstancia”, donde el acento lo ponía aquel en el yo. “Escasamente logro abrirme, con esfuerzo, a las circunstancias generales, ¡ese maldito medio, yo! ¡Mi límite!, ¡no lo acepto!...”

         Sabemos que honraba a Antonio Machado y que anduvo, o anda aún, a vueltas con el ensayo de una poesía de la alteridad, donde el otro no sea solamente un loco igual que el otro, sino un semejante corazón real y, por el sufrimiento, demasiado sensato, para nuestro gusto. “Es al español histórico y al hombre de carne y hueso (como dijo don Miguel sin nombrarlo) a quien primero desearía escribirle”.

         Ha rebuznado unos pocos libros y cuadernos de versos: El libro del esplendor (Valencia, 1996, Ed. Bonet Sichar), La baraja de Andrés Acedo (cuadernillo, separata de la revista Octubre, Murcia, 1995), Lirica Povera (en la antología ficticia Cosas que quedaron en la sombra, publicada por Fulgencio Martínez, ed.Nausícaä, Murcia, 2006), algunas páginas que sobraron al editor en el final de varios libros (El cuerpo del día, 2010, Prueba de sabor, 2012; ambos en Renacimiento, Sevilla; El año de la lentitud (Madrid, Huerga y Fierro, 2013). En 2014 las Musas del Guadalquivir acogieron su Cancionero y rimas burlescas.


VV, AA:  Composición de lugar. Antología de poetas murcianos contemporáneos, a cargo de Luis Bagué Quílez (2015, La Fea Burguesía).

REVISTA ÁGORA MARZO 2019

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