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jueves, 23 de julio de 2015

LEÓN BUSCA GACELA, en el portal de la UNED


 EL PORTAL DE LIBROS DE LA UNIVERSIDAD ESPAÑOLA A DISTANCIA (UNED) comenta algunos libros de poesía de Fulgencio Martínez, entre ellos LEÓN BUSCA GACELA (ed. Renacimiento, Sevillla).

EXTRACTO:

"León busca gacela" es un libro de poemas escrito por un alumno de Filología Hispánica de la Uned, y publicado por la editorial sevillana Renacimiento.
Supone la ruptura con la poesía ensimismada y una apuesta por lo que autor denomina "poesía cívica", un modo poético de tratar los problemas del mundo actual y una vuelta a la implicación del poeta con la realidad social y con el compromiso ético y estético.

Mientras en los medios oficiales sigue predominando una literatura autodevoradora y excluyente del compromiso, la de los poetas "ombligados" a guardar siempre sobre su tiempo crítico, este libro apuesta con valentía por abrir una vía díficil, tentativa, pero necesaria, que nos devuelva el sentido de la literatura en su tiempo y contexto.

El autor ha publicado una segunda obra,"El cuerpo del día" (Renacimiento, 2011) que continúa, la po-ética iniciada en "León busca..."

http://portal.uned.es/pls/portal/PORTAL.wwv_media.show?p_id=24118802&p_settingssetid=1&p_settingssiteid=0&p_siteid=93&p_type=basetext&p_textid=24118803

martes, 21 de julio de 2015

Cuando la crónica se hace poema. Recensión de "El caminante de hojalata", de Josep Piella Vila, por Anna Rossell


CUADERNO DE CRÍTICA DE ANNA ROSSELL


CUANDO LA CRÓNICA SE HACE POEMA




Josep Piella Vila, El caminante de hojalata

Playa de Ákaba, 2015, 78 págs.



Un privilegio la lectura de este poemario de quien se autodenomina “escritor emergente”, pero que emerge con un sello personal de gran fuerza y calidad. Josep Piella Vila (Sant Quirze Safaja, 1970) ha ganado merecidamente con El caminante de hojalata el I Premio de poesía de la editorial Playa de Ákaba. 

La metáfora del caminante conduce a la voz poética por momentos, lugares y situaciones vitales que la confrontan con el dolor, el sufrimiento, la pérdida. A través de los sesenta y siete caminos de que se compone el poemario se nos invita a participar de un periplo que nos permite la vivencia directa de experiencias duras, pero necesarias. 

Con mirada fotográfica, aparentemente ecuánime, Piella observa el malestar del mundo. Sus temas: la soledad, la incomunicación y el anonimato en la gran ciudad: Está anocheciendo y estoy perdido/entre una multitud de calles sin nombre (Camino XI), el lado oscuro de la naturaleza humana: […] me asusta esa/corta distancia que hay entre mi ética y el infierno (VIII), o bien: El hombre siempre ha creído que el universo empieza/y acaba en su ombligo (VI), la guerra, la destrucción, el hambre: Los camiones llegan a la ciudad/para repartir comida al ejército // Llevan muchos días sin comer // Una niña con un osito de peluche ahumado/entre sus brazos espera a cierta distancia// Su familia ha desaparecido con los últimos bombardeos (LVIII), la desigualdad social y la falta de empatía: Hay una cola de vientres tristes en los containers/[…] // En la esquina una mujer con un vestido rojo […]/hace cola/para comprar una entrada para la ópera (XLIX), la ecología: Voy medio dormido por un laberinto/de canales venecianos //[…]//A lo lejos solo se oye la voz al dente/de mi gondolero y el golpeteo de su remo/mientras aparta los peces muertos a/nuestro paso (XVI), la cotidianidad del mal y de lo terrible: En el piso de arriba el cuerpo de su hija enferma cuelga/ […] // Supongo que esa es una de las horas más tranquilas/del día para morir y uno de los mejores momentos/para dejar de fumar (LIV), la crueldad hacia la condición femenina: La casualidad me lleva hasta una plaza/donde un grupo de hombres con las/manos cargadas de ira rodean a una/mujer desnuda//[…] nadie se atreve a tirar la primera piedra,/es la más difícil, luego la culpa se reparte […]// Jamás una piedra ajena me había/golpeado con tanta crueldad (XXXIX).


Cada poema se lee como una crónica periodística –textual y gráfica- de una voz itinerante, siempre en solitario, por paisajes desolados y situaciones inclementes, que al cabo también protagoniza la soledad –recuerda la mirada de Edward Hopper-: Esta noche duermo solo/[…]/Solo queda silencio//Busco los personajes de todos los cuentos/infantiles para prenderlos en la hoguera y/dar calor a tanta ausencia (Camino III), a veces la soledad llega a la desolación: Estoy a tantos kilómetros de nada/[…]// Tengo miedo a tanto espacio/inmóvil (IV).

El estilo es descriptivo, el primer verso de cada poema nos sitúa con magistral concisión in medias res y da fe de la andadura del sujeto poético: Está anocheciendo y estoy perdido (XI), Espero en las sillas de la terminal (XXXVII), Viajo toda la noche en el autobús (XLI), Llego hasta la única calle del pueblo (LIV). Su registro es realista -la excepción confirma la regla-, sobrio, lacónico, y sin embargo Piella usa y hace buen manejo de las figuras retóricas. El sujeto poético es un observador riguroso, implacable y juega con el contraste para poner de manifiesto la escandalosa desigualdad, sus conclusiones son lapidarias: Así es nuestra existencia, […] hay en la muerte un poco de vida y en la vida un/poco de muerte (XII), La soledad es esto,//tiempo sin esperanza (XIII). Piella echa mano de la estética de lo feo, tan en consonancia con su temática: Camino por los suburbios de la ciudad […]//Una mujer da a luz en una fábrica abandonada. //[…]//Desde la esquina más oscura una rata/se acerca hasta sus piernas […]//Hay momentos en los que uno cree haber llegado al final de todo (XLIII).

Parece que la voz es imparcial, que se limita a la descripción de lo que ve. Pero es lo que ve lo que delata la profunda afectividad y empatía de la voz poética, a lo que remite la segunda parte del título de hojalata: metal especialmente sensible a la agresión exterior. Nunca la ecuanimidad formal ha estado más lejos de la indiferencia.

                                                                                               Anna Rossell


REVISTA ÁGORA DIGITAL JULIO 2015 

miércoles, 1 de julio de 2015

POEMA VISUAL DE AGUSTÍN CALVO GALÁN, ACOMPAÑADO DE TRES TEXTOS DE FULGENCIO MARTÍNEZ

 
poema visual de Agustín Calvo Galán
 poemas de fulgencio martínez (cancionero y rimas burlescas, ed. renacimiento, Sevilla).




SEIS MILLONES DE ÁNGELES VARIOPINTOS
    
       




                (según las últimas estadísticas)


Orejean el más mínimo rumor
esperando que la vieja soberbia
del hombre cese.
                           Mientras tanto,
deciden bajarse en la próxima
estación, siempre en la próxima
parada del Metro,
                              adonde vagan
encarnados, omnipresentes
como ángeles con un único brazo
y objetivo: el de pedir,
a la audiencia que les escucha, una
monedita para comer.

Vomitan sus cuitas en rela
jada narración a cada viajero,
como compañeros de viaje
obligados a estar un largo tiempo
juntos, y a matar el tiempo así.

Y en otro vagón siguen
negando el sueño, la paz
de los mudos y adormilados
trabajadores del suburbio.

Suelen contar que vienen
del paro y van al paro:
aun muestran su cartilla
como una cédula de buena fe.

Ningún alma se suelta
la mano para darles
constancia de que es cierto.
Al menos, esa caridad.


LA BUSCA ES UNA SALIDA


Se nutren en las ciénagas
de la ley, pisan sobre naipes
afilados, igual que matan
sueñan con tener hijos
educados en buenos
pero no públicos colegios
y con un fin de semana en el campo.

Son carne de mafia, profesan
de esbirros o sirven de mula
para pasar dinero o droga.
Odian a sus jefes y le seguirían
hasta la muerte.

Son saldos humanos, metáforas.

Triste, muy adentro nos llega su voz:
qué hacer cuando uno no tiene trabajo.


LOS CONDENADOS POR ELEGANCIA
  
       Par delicatesse,
       j’ai perdu ma vie.
          ARTHUR RIMBAUD

(…7 de cada 10 encuestados perciben que ha empeorado
su vida. El resto no tiene vida, o no contesta)


En el último tenedor
almorzó tres veces… sin hambre,
en el mismo día, a la misma hora.
Comió como diez hombres.
Devoró el trabajo de mil obreros.
Devoró, digirió, y volvió a comer
hasta alcanzar nunca la saciedad.

Era evidente su nivel de vida
elevado. Elegante, distinguido;
refinado aunque modesto
en dar propinas – ese costoso
gesto superfluo lo tildaba
de despilfarro -, siempre iba
a la mejor barra de Madrid
para encontrarse con él mismo.

Que eran otros igual que él,
recalzados en la crisis, asquerosos
millonarios cursizampos, perras
sin dientes, ansiosos de fornicar
mas convocados a siempre comer
defecando los placeres y trabajos
de otros.
                Pobrecitos, pobres….

CANCIONERO Y RIMAS BURLESCAS (Renacimiento,Sevilla)