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viernes, 25 de octubre de 2013

La posmodernidad en la narrativa breve de Raymond Carver y Augusto Monterroso. Por Alba Saura. Ensayos literarios. Colección de textos. Revista ÁGORA




 ENSAYO
COLECCIÓN TEXTOS ÁGORA

LA POSMODERNIDAD EN LA NARRATIVA BREVE DE RAYMOND CARVER Y AUGUSTO MONTERROSO

 

Alba Saura Clares

Universidad de Murcia


RESUMEN:
La posmodernidad es un campo amplio que continúa planteando en la actualidad numerosas incógnitas y nuevas propuestas estéticas. Con el fin de adentrarnos en los recovecos posmodernos, este artículo busca analizar uno de los géneros que quizás mejor ha recibido la estética posmoderna, la narrativa breve. Para ello, realizaremos un estudio comparativo entre la obra de dos autores paradigmáticos dentro de este género, el hondureño Augusto Monterroso (1921 y 2003) y el americano Raymond Carver (1938 y 1988), con el fin de delimitar las características propias de la posmodernidad que encontramos en La oveja negra y demás fábulas (1969) y Movimiento perpetuo (1972) de Augusto Monterroso y Cathedral (1983) de Raymond Carver.
Palabras clave: Posmodernismo; Augusto Monterroso; Raymond Carver; Narrativa breve.

ABSTRACT:
Postmodernism is a widespread scope that continues today proposing many questions and new aesthetics theories. In oder to research postmodern ideas, this essay analyzes one of the genres that has best received perhaps postmodern aesthetics, the short story. For this, we will perform a comparative study between the paradigmatic work of two authors in this genre, Augusto Monterroso (Honduras, 1921 - 2003) and Raymond Carver (United States, 1938 - 1988), to define the characteristics of postmodernism found in La oveja negra y demás fábulas (1969) and Movimiento perpetuo (1972) by Augusto Monterroso and Cathedral (1983) by Raymond Carver.
Keywords: Postmodernism; Augusto Monterroso; Raymond Carver; Short Story.


 

 

 

                                                                                          1.- La narrativa breve como escenario idóneo para el desarrollo posmoderno


La posmodernidad es un campo abierto y, en ocasiones, difuso. Aunque mucho se ha escrito sobre sus preceptos y características, todavía queda por ahondar en este movimiento artístico que se encuentra en plena efervescencia y cuyos recovecos y posibilidades resultan tan numerosos. Siendo aplicable a distintas y variadas propuestas artísticas y culturales, los numerosos lenguajes que son partícipes de la posmodernidad generan, en ocasiones, características específicas de cada género. De la pintura a la literatura, de la filosofía al cine, de la arquitectura a la escultura… nos encontramos con cuantiosas posibilidades que parecen reclamar un estudio pormenorizado de sus formas.

Acoger un campo tan amplio como es la propia literatura, con sus diferentes posibilidades genéricas, y querer aplicar ante ella las propuestas posmodernas puede resultar, incluso, arriesgado, pues el teatro, la lírica o la narrativa mantienen a su vez lenguajes convergentes y enfrentados, lo que hace necesario una lectura pormenorizada en cada uno de sus diferentes ámbitos.

De esta forma, a través de este artículo hemos querido limitar el campo de estudio a las formas narrativas posmodernas y, dentro de ella, cerrar el círculo aún más y asimilar la estética posmoderna con la creciente proliferación de las formas narrativas breves, en ese campo tan amplio y que necesita todavía de estudio y análisis en profundidad como es el del cuento, el relato breve o el microrrelato, entre otros.

Estas nuevas propuestas narrativas parecen haber proliferado, al igual que la posmodernidad, en torno a las diferentes crisis que el hombre vive con la entrada del siglo xx.

Como afirma en la introducción de su afamada obra La condición postmoderna el crítico Jean-Françoise Lyotard, sobre el objetivo de su estudio:

… tiene por objetivo la condición del saber en las sociedades más desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condición «postmoderna». El término está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas del juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo xix. (Lyotard, 1987: 5)

De esta forma, las transformaciones sociales y las crisis que ha supuesto el siglo xx, en torno a los cambios o caídas de los grandes pensamientos como el capitalismo, el marxismo, o las grandes Guerras Mundiales, ha generado un estado de inestabilidad que ha encontrado nuevas vías de escape y nuevas propuesta:

En la sociedad y la cultura contemporáneas, sociedad postindustrial, cultura postmoderna, la cuestión de la legitimación del saber se plantea en otros términos. El gran relato ha perdido su credibilidad, sea cual sea el modo de unificación que se le haya asignado: relato especulativo, relato de emancipación. Se puede ver en esa decadencia de los relatos un efecto del auge de técnicas y tecnologías a partir de la Segunda Guerra Mundial, que ha puesto el acento sobre los medios de la acción más que sobre sus fines; o bien el del redespliegue del capitalismo liberal avanzando tras su repliegue bajo la protección del keynesismo durante los años 1930-1960; auge que ha eliminado la alternativa comunista y que ha revalorizado el disfrute individual de bienes y servicios. (Lyotard, 1987: 33)

Movido por ello, dentro del campo de la narrativa se ha generado una ruptura con las formas tradicionales, donde el cuento breve y el microrrelato son ejemplos claros, evidenciando esas transformaciones tanto en forma como en contenido, como veremos a lo largo de esta disertación. Como explica Hernández Mirón en su estudio sobre esta materia:

Siguiendo las coordenadas de la metanarrativa de Lyotard, la consolidación del microrrelato supondría la liquidación definitiva de los grandes relatos, la desaparición de los discursos totalizantes que pretenden ofrecer desde distintas perspectivas respuestas absolutas a cada una de las cuestiones planteadas. (Hernández Mirón, 2010: 4)

O, como también analizará en sus estudios sobre el cuento posmoderno Andrés-Suárez: «Los grandes relatos son suplantados por pequeños relatos, que se nutren tanto de referencias al patrimonio cultural literario y mítico que llegan a convertirse en reescritura de mitos o de tópicos literarios». [Andrés-Suárez (2007: 29 citado en Hernández Mirón, 2012: 4)]

Así, se nos muestra que las propuestas narrativas anteriores ya no encuentran cabida en las necesidades del nuevo pensamiento y la nueva estética de la posmodernidad. La instantaneidad y rapidez de la actualidad, la rutina, las nuevas problemáticas, la inestabilidad vital, el inconformismo, la vida anodina, la expresividad del nuevo siglo… necesitan de nuevas propuestas literarias.

Para analizar en profundidad los cambios que sufre el género narrativo y las nuevas creaciones artísticas posmodernas dentro del campo de la narrativa breve, hemos elegido dos autores paradigmáticos dentro de este ámbito que, con dos poéticas narrativas enfrentadas, dan cuenta de las nuevas visiones literarias de la posmodernidad. Este es el caso del hispanoamericano Augusto Monterroso (1921 - 2003) y del estadounidense Raymond Carver (1938 – 1988), gracias a los cuales podremos adentrarnos en distintas cosmovisiones posmodernas, con numerosos puntos comunes, que nos harán vislumbrar las características de este género en sus nuevas propuestas dentro de la posmodernidad.

Ambos autores han supuesto una gran aportación a la literatura en general y al crecimiento del género narrativo breve en particular y hoy en día se han convertido en autores canónicos, ensalzados por la crítica y los lectores. Este hecho también forma parte de la propia condición posmoderna, como afirma Linda Hutcheon al hablar de la metaficción historiográfica, concepto sobre el que trabajaremos más adelante: «[Metaficcion hitoriográfica] tanto reafirma como desautoriza esos mundos y su construcción. Eso explica que novelas postmodernistas hayan sido con frecuencia número uno. Su complicidad garantiza su accesibilidad». (Hutcheon, 1988: 200)

Monterroso, por su parte, ostenta el privilegio de ser el padre del microrrelato más breve de la historia (título que después han disputado otros autores). Su maestría literaria le ha aportado numerosos premios y reconocimientos, a la vez que ha gozado de gran popularidad por parte del público lector. Así lo analizará Francisca Noguerol:

“El dinosaurio”[1], creación de una línea tan alabada por la crítica como glosada por escritores que admiran su concisión, intensidad y capacidad de evocación. Baste decir que se ha convertido en texto canónico para los estudios de la metaficción, categoría fundamental entre las más recientes corrientes literarias. (Noguerol, 2004: 72)

En cuanto a Raymond Carver, ha conseguido un gran reconocimiento por su obra narrativa, con una producción no demasiado extensa de libros de relatos entre los que destacan Will you please be quiet, please? (¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?) de 1976; What we talk about when we talk about love (De qué hablamos cuando hablamos de amor) de 1981; Cathedral (Catedral) de 1983, el libro sobre el que versaremos nuestro estudio; y Elephant (Elefante) de 1988. El reconocimiento de crítica, así como su popularidad, aumentó cuando sus relatos fueron adaptados al cine con títulos como Shortcuts, dirigida por Robert Altman, Everything goes de Andrew Kotako o Jindabyne de Ray Lawrence.

Sus propuestas narrativas nos permitirán ahondar en el subgénero del relato breve y comprender la nueva estética posmoderna de la que se hacen eco sus cuentos, a partir de La oveja negra y demás fábulas (1969) y Movimiento perpetuo (1972) de Augusto Monterroso y Cathedral de Raymond Carver.

2.- LOS TEMAS DE LA NUEVA ESTÉTICA POSMODERNA: INTERTEXTUALIDAD, DECONSTRUCCIÓN, HIBRIDISMO Y PARODIA


Es posible que el elemento más destacado y sorprendente al leer los cuentos de estos dos autores sea la apariencia de que nada ha ocurrido, unido a la sensación que prevalece en el lector de haber sido partícipe de un extracto de vida, de una reflexión existencial poderosa, de haber espiado la intimidad de unos personajes casi desconocidos para nosotros que representan a cualquier persona en cualquier lugar.

Cuando nos enfrentamos a los cuentos de Carver y Monterroso observamos una ruptura clara con la tradición anterior, aunque en dos propuestas diversas.

Pensemos que Monterroso y Carver provienen de tradiciones literarias diferentes, aunque cercanas en algunos aspectos. De esta forma, volver la vista a sus antecedentes inmediatos es hacerlo a una gran producción que pasa por muy diversos estilos. No se puede leer a la posmodernidad sin comprender los antecedentes (que en el caso de Monterroso es conocer la literatura desde la tradición clásica grecolatina) y ser partícipes de ellos, para poder comprobar los cambios establecidos y evocar las nuevas posibilidades que estos autores nos abren.

Hernández Mirón opinará sobre la producción del microrrelato posmoderno:

Ofrecen estos microrrelatos, con una construcción narrativa mínima, temas sin un hilo conductor que los vertebre, pluralidad de voces contradictorias, imágenes fugaces y huidizas, que son contempladas desde las más variadas perspectivas, etc., y presentan unas cosmovisiones del mundo que se oponen a las precedentes. (Hernández Mirón, 2010: 4)

Esto es lo que comprobamos en los cuentos de Monterroso y Carver. Se trata de relatos brevemente esbozados, donde no se profundiza en la psicología de los personajes, sino que nos muestran un retazo de una vida cualquiera, con un final abierto que se dirige a un lector que debe ser capaz de vislumbrar las numerosas posibilidades y mundos diversos que el relato propone.

Así ocurre en las dos obras de estos cuentistas que más puntos en común presentan, Movimiento perpetuo (Monterroso, 1972) y Cathedral (Carver, 1983). Aunque un análisis de la temática que vertebran ambos libros de relatos puede resultar dificultoso, vamos a intentar plasmar algunos puntos en común que nos den muestra de la posmodernidad en el ámbito del relato breve.

En primer lugar, en estos dos libros de relatos nos encontramos, en muchas ocasiones, con lo que podríamos denominar retazos de historias. No sabremos nada de la vida de unos personajes que nos son casi desconocidos y que el relato no busca presentarnos física o psicológicamente en profundidad. Rompiendo con el relato tradicional, no existe un hecho trascendental en la vida de muchos de los personajes que justifiquen la escritura del relato; se trata casi de fotografías, de instantáneas narradas que sitúan su flash sobre un personaje, nos descubren ciertos aspectos de su vida, pero no presentan un hilo argumental, una trama destacable.

Pensemos, al respecto, en relatos de Raymond Carver como “Careful” donde el reencuentro de Inez y Lloyd, un matrimonio separado, se desarrolla en torno al tapón del oído que el hombre tiene y que la mujer ayuda a quitar, quedando pospuesta cualquier otro tipo de conversación que el lector aguarde y veladas las intenciones de Inez de visitar a su antigua pareja.

Esto también ocurre con relatos de Monterroso de Movimiento perpetuo como “Tú dile a Sarabia que digo yo que la nombre y que la comisione aquí o en donde quiera, que después le explico”. Tras este extenso y paródico título, se esconde la fotografía a un alto cargo de una empresa. No sabremos más datos de su vida ni el porqué del problema o la ansiedad que parece presentar. Todo eso nos lo oculta el relato, dejándonos espacios en blanco que nosotros debemos rellenar, planteando quizás el vacío rutinario, la infelicidad por alcanzar una escala de poder, la falta de comunicación… u otros aspectos que, realmente, no son más que opiniones y reflexiones personales del lector, ligeramente mentadas por el autor, nada más.

Lo que quieren mostrar los relatos de estos escritores es un análisis de la cotidianeidad con todas sus dificultades y vicisitudes. Pensemos que el posmodernismo significa cambios fundamentales económicos y tecnológicos, en una sociedad que algunos filósofos y estudios han catalogado de postindustrial. La industria ha dejado de ser el motor principal de las economías más avanzadas, pero esto no ha traído mejoras para el obrero medio, sino, como muestran muchos de estos relatos, también dificultades.

Esta nueva sociedad se ha visto volcada en el mundo del relato, provocando un cambio en la concepción del mismo; se está reflejando a esa sociedad postindustrial, el vacío que expresa, sus vicios e inquietudes, en una visión llena de desidia. Se trata de críticas feroces a una sociedad que avanza, pero sin sus habitantes, que los deja que luchen por vivir o que desesperen, por ello muchos se lanzan al alcoholismo en los relatos de Carver como vía de escape para un mundo que nos les interesa.

Sin embargo, ante esta nueva sociedad, tendremos dos propuestas diferentes de enfrentamiento a ella en el mundo del relato breve, la de Carver y la de Monterroso. El estadounidense, partícipe para muchos de lo que se ha denominado como «realismo sucio», habla de la vida cotidiana en sus relatos, desde la visión oscura o abatida de sus personajes.  Se trata de relatos donde los protagonistas son la clase obrera; no ahonda en una crítica realista que haga luchar o despertarse a sus protagonistas a una nueva decisión vital, sino que los plantea en sus anodinas vidas, para fotografiar a una sociedad posmoderna para él abatida, que sigue luchando para continuar y sobrevivir, nada más.

Así, la problemática social será una constante en su obra. Pero no está tratada de manera frontal, sino que se deja ver en los recovecos de las vidas que nos presenta: despidos, falta de dinero, la inactividad humana, la incapacidad de decisión, el cansancio, la desesperación, el abatimiento…

En “Vitamins” leemos: «I had a job and Patti didn´t (…) She said she needed a job for her self-respect». (Carver, 1993: 85). O En “The Bridle”: «Sandy´s husband had been on the sofa ever since he´d been terminated three months ago». (Carver, 1993: 31).

El trabajo también será visto, desde otros aspectos, como el sacrificio, lo único que queda en la vida de esta clase media que nos presenta Carver. Lo vemos en el pastelero de “A Small, Good Thing”, con una jornada laboral de dieciséis horas para salir adelante, o en el protagonista de “The Compartment”, que gozará de seis semanas de vacaciones tras años sin descanso.  

Se hacen eco de esta situación algunos relatos de Monterroso de Movimiento perpetuo como “El paraíso”, donde aparece la figura de un funcionario que reflexiona, entristecido, sobre el aburrimiento que le produce su trabajo y cómo desearía poder tener tiempo para esas cosas de la vida que para él supondrían un paraíso, especialmente la lectura: «… te sumerges en una lectura profunda, maravillosa, interrumpido tan sólo por tus propios impulsos...». (Monterroso, 1996: 137)

Los problemas laborales presentados como el abatimiento social del trabajo que no lleva a la felicidad de los personajes se unen, generan o comparten en estos relatos con la temática de las relaciones de pareja. Se trata de relaciones turbulentas en la mayoría de ocasiones, marcadas por las dificultades. Por ello, en todo el libro de Carver nos aparecerán matrimonios o parejas que están separadas, que ya lo han estado e intentan su reconciliación u otras que presentan graves problemas o están próximas al divorcio; así ocurrirá en “Feathers”, “Chef´s House”, “Preservation”, “The Compartment”, “Vitamins”, “Careful”, “Where I´m Calling From”, “Fever” o “The Bridle”; es decir, en un total de nueve relatos en un libro compuesto por doce. O también se observa en los relatos de Monterroso como “Rosa tierno”, “Bajo otros escombros” o “La vida en común”, donde va más allá analizando el peso de la vida que generan los familiares alrededor de una persona.

Además, varios de estos relatos, como “Vitamins” y  “The Bridle”, nos presentan parejas que se encuentran en una gran crisis; el relato es partícipe de un momento en el que uno de los personajes parece vaticinar el final irresoluble, pero se tratará de un final que nunca conoceremos y que el autor no nos presentará, sólo nos dejará entrever. Así lo leeremos en “The Bridle”: «If you had to wear this thing between your teeth, I guess you´d catch on in a hurry. When you felt it pull, you´d know it was time. You´d know you were going somewhere». (Carver, 1993: 195)

También lo encontraremos en Monterroso en textos como “Homenaje a Masoch” y en su protagonista divorciado, o en la relación turbulenta que mantienen los personajes de “Movimiento perpetuo”, que han entrado en un eterno retorno de celos y reproches que los conduce de nuevo a sí mismos.

La incomunicación será otro elemento común ligado a lo que estamos analizando. En la mayoría de relatos de Carver, es una constante entre los personajes que poco a poco ven cómo sus vidas van venciendo ante el abatimiento y la incomunicación de la pareja, que se presenta como el gran mal del nuevo siglo. Es algo que observamos en relatos del escritor norteamericano como “Feathers”, “Careful”, “The Bridle” o “Cathedral”, así como en el relato de Monterroso “Rosa tierno”.

A estas problemáticas se une el alcoholismo, que parece erigirse como la única salida para los personajes de Carver, ante su desdichada vida. En casi todos los relatos predomina el alcohol y los problemas que el mismo genera. Los personajes actuarán borrachos y desinhibidos, lo que les conllevará muchos de los problemas que tienen.

Otra nota destacable en ambos escritores es la presencia de elementos contemporáneos, como las marcas precisas y reconocibles de bebidas, instrumentos o máquinas, que acercan la historia aún más al lector posmoderno, universalizando los hechos narrados.

En ambos autores nos enfrentamos ante relatos que quedan impregnados de una aparente tensión. El desconocimiento hacia los personajes y la trama aparentemente intrascendente nos hace esperar una acción por parte del protagonista en algún momento de la historia. Pero en los relatos posmodernos el narrador no opina o juzga, ni finaliza sus relatos, sólo presenta a la sociedad posmoderna, con sus defectos, su realidad, en la desesperación por el paso del tiempo y la pérdida de interés vital.

Pero si estamos observando aspectos de las temáticas posmodernas que principalmente vemos en la obra de Carver, la visión de Monterroso caminará, en muchos de sus relatos, por otros recovecos. Del «realismo sucio» nos acercamos a la parodia y al juego intertextual complejo. El autor hondureño satiriza a sus personajes, jugando con ellos, pero siempre con un aire de tierna burla desde su estilo literario. Sin embargo, cuando atisbamos elementos paródicos en Carver, siempre están llenos de una risa malévola, de un humor negro que forma parte de la dureza de la vida. Recordamos, al respecto, “Preservation”, relato en el que, cuando el marido llega a casa recién despedido, su esposa le anuncia un «Happy Valentine´s Day». 

Por otro lado, en la obra de Monterroso también encontramos aspectos que destacan como una constante posmoderna, como es la pregunta hacia el propio arte, la metaliteratura en este caso; muchos son los relatos de Monterroso que dialogan con el propio hecho de escribir, con la figura del escritor o con su capacidad de creación. Es lo que ocurre con “Fecundidad”[2], “Cómo me deshice de quinientos libros”, “La brevedad”, “Obras completas”[3], “El Mono que quería ser escritor satírico”, “El Mono piensa en ese tema”, “Paréntesis” o “El Zorro más sabio”[4].

Además, es destacable la presencia en la obra monterrosiana de la confusión de la voz del narrador personaje y las vivencias personales del propio autor, de manera que se quiere crear la ilusión de una falsa confluencia entre ambos y una cercanía mayor con el lector; se trata de un juego, el de la confusión de la realidad y la ficcionalidad del relato, que destaca dentro de la posmodernidad. Un gran ejemplo de esto es “La brevedad”, donde el narrador se pregunta sobre la inconformidad del ser humano y cómo a él, que ha nacido como escritor de relato breve, le hubiera gustado crear otros mundos: «Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminables largos textos». (Monterroso, 1996: 147)

Sin embargo, la narrativa más posmoderna de Monterroso se puede vislumbrar en el otro libro de cuentos que aquí vamos a analizar, La oveja negra y otros relatos, donde se presentan propuestas sumamente diferentes a las que anteriormente hemos observado del propio autor y de Carver. Si en los otros libros sus propuestas narrativas estaban más cercanas, en este libro anterior de Monterroso encontramos una visión diferente dentro de la estética posmodernista.

Así, en La oveja negra y otros relatos se reúnen una serie aspectos que definen a la obra de arte posmoderna y que se articulan con suma soltura en los cuentos monterrosianos. Entre ellos, destaca el uso complejo de la intertextualidad (sobre el que también dirigiremos nuestra mirada en el apartado dedicado a la figura del lector) que es el configurador de todo el libro en su conjunto, el cual está articulado como un libro de fábulas posmodernas, que releen las propuestas clásicas de vertiente esópica (“La oveja negra”), así como los mitos traídos de los textos grecolatinos (“La tela de Penélope o quién engaña a quién”) y las historias bíblicas (“La fe y las montañas”), los absorbe y reinterpreta, generando nuevas propuestas y lecturas – siempre con la parodia como telón de fondo indispensable-, que aporten una nueva visión a la tradición. Además, a través de estas renovadas fábulas, Monterroso es capaz de criticar a la sociedad contemporánea y reírse de ella. Parece haber aprendido la lección de uno de sus personajes, “El Mono que quería ser escritor satírico”, y utilizar a los animales o personajes míticos como medios para criticar todo y no ser enjuiciado por la sociedad de su tiempo, para conseguir la burla y la sátira que desea.

Por otro lado, también es destacable la propuesta que realiza Monterroso, puesto que responde a una característica posmoderna como es la interpretación de mundos ficticios donde lo imposible y lo fantástico intervienen o coexisten con el mundo cotidiano. De esta forma, los personajes de sus renovadas fábulas parecen salir de la tradición clásica y asentarse en la realidad cotidiana, de manera que puedan leer a Shakespeare, conocer las propuestas de Darwin, (“El sabio que tomó el poder”), ver la televisión («el cable»), hablar en una rueda de prensa (“La Tortuga y Aquiles”), haber vivido la II Guerra Mundial (“La honda de David”)…

También son relacionables, dentro del juego intertextual que genera Monterroso, las ideas que plantea Linda Hutcheon sobre la metaficción historiográfica, de las que aquí nos valdremos[5]. En primer lugar, la metaficción historiográfica expone las convenciones del mundo novelístico y tanto reafirma como desautoriza esos mundos y su construcción. En la obra de Monterroso, el autor está retomando fielmente las convenciones propuestas por las fábulas esópicas, como la presencia animal a partir de la prosopopeya, la aplicación de actitudes humanas, pero acompañadas de sus características animales (algo que Monterroso explotará enormemente para el juego paródico), a la vez que recompone las fábulas, juega con ese mundo y lo reutiliza a su antojo.

Además, otra de las cuestiones que plantea Hutcheon es que se trata de textos de carácter autoreflexivo (pues conocen su naturaleza fabulística y se juega a partir de los preceptos y las características de las que cada animal goza desde la antigüedad), a la vez que presenta y reivindica eventos y personajes históricos o literarios, como ya adelantábamos anteriormente, como Napoleón Bonaparte, Catulo o Gregorio Samsa, como muestra de ello. A esto se une el juego con refranes o cuestiones humanas que han acontecido coetáneamente a la escritura de Monterroso, como la pérdida continua de la Fe (“La Fe y las montañas”) o afirmaciones de un mundo actual que desautomatizan la idea de la fábula clásica como «decían que qué buena Rana, que parecía Pollo». (Monterroso, 1996: 208)  

Como explica Hutcheon:

La problemática posmodernista de la cuestión del conocimiento histórico es una reacción contra la apropiación neo-conservadora de la historia para sus propios fines (…). Cuestionar tan sólo cómo podemos conocer el pasado es socavar la fe ciega en (o un deseo por) la continuidad y la certeza. (Hutcheon, 1988: 209)

De esta forma, Monterroso está aportando nuevas propuestas, releyendo la tradición occidental y sus mitos que son, finalmente, parte de la historia arraigada a nosotros e indisoluble de la sociedad occidental. Rompiendo estos esquemas, está planteando la ruptura con los pensamientos totalitarios, cuestionando y poniendo en duda los textos, a la vez que propone y plantea la idea de que pudieron existir vías diferentes para la interpretación histórica, como existen para los mitos y elementos culturales occidentales. De forma paródica lo explicará en “Gallus aureorum ourom”, donde leemos:

«Contemplad vuestra obra. Habéis matado al Gallo de los Huevos de oro», dando así pie a una serie de tergiversaciones y calumnias, principalmente la que atribuye esta faculad al rey Midas, según unos, o, según otros, a una Gallina inventada más bien por la leyenda. (Monterroso, 1996: 227-228)

Sobre Monterroso, ha apuntado un estudioso de su obra como Tenorio:

Monterroso va más allá de estos límites y plantea una crítica que refleja la crisis de los valores literarios de la Modernidad. (…) se propone una lectura que, por una parte, subraya lo posmoderno como condición, no como periodo; y, por otra, se concentra en la relación entre metáfora e ironía como ejes de la condición posmoderna en su cuentística». (Tenorio, 2003: 97)

Hemos, por tanto, esbozado durante este apartado la complejidad temática que presentan estos dos autores con sus relatos posmodernos, que con estilos diferenciados en algunas de sus propuestas, realizan ambos una crítica a la sociedad y sus nuevos valores, una relectura de la tradición clásica a nivel histórico y estético y una presentación de la nueva sociedad y los problemas que plantea.

3.- El lector modelo: elemento esencial en la narrativa breve posmoderna


El acto comunicativo (y la literatura, por tanto) cuenta, como bien es sabido, con diversos elementos: emisor, mensaje, receptor, canal y código.

A lo largo de la historia de la literatura, ha habido una importancia mayor por algunos de estos elementos como el emisor, por ser el creador de la obra artística, o el mensaje, la obra en sí misma; sin embargo, las nuevas teorías han vuelto la mirada hacia la importancia del receptor, el lector que recibe cada texto, sin el cual el acto comunicativo literario resultaría imposible.

Tratándose de textos posmodernos, la figura del lector resulta indispensable. Los entresijos para la comprensión del propio relato, así como los complejos juegos intertextuales, reclaman un tipo de lector cercano a las nuevas técnicas posmodernas: el lector modelo, siguiendo aquí la terminología que propondría Umberto Eco[6], es una figura palpable y necesaria; los autores posmodernos como Carver y Monterroso han construido la imagen de cuál sería el lector ideal de sus textos, aquel capaz de enlazar los títulos, rehacer y componer las obras de finales abiertos e inacabados y captar las intertextualidades y las parodias generadas.

Como explicaría Hutcheon:

La parodia – a menudo llamada cita irónica, pastiche, apropiación o, simplemente intertextualidad – es considerada comúnmente un fenómeno que se halla en el centro del postmodernismo, tanto por los detractores como por los defensores de este último. En lo que respecta a los artistas, se dice que el Posmoderno implica una «exploración del revoltijo iconográfico del pasado» (Burgin, 1986a, 50) de manera que muestre la historia de las representaciones sobre las que su parodia llama nuestra atención. (Hutcheon, 1993: 187)

El título es una de las partes del relato que con la llegada de la posmodernidad ha adquirido mayor importancia. Muy al margen de ser un elemento añadido, su presencia resulta esencial para la configuración del relato, pues el título genera una metáfora, parodia, juego o la clave para vislumbrar la luz ante estos relatos que vagan en las tinieblas de un no-final.

Pensemos, para asimilar la función del título, en algunos relatos que encuentran en él la clave de su esencia. En Carver, normalmente, destacan un hecho insignificante del relato, que cobra importancia conforme avanza el mismo: “Chef´s House” funciona como metáfora, la misma de la que se hacen partícipes en el propio texto: ellos son felices dentro del entorno de la Casa de Chef donde están pasando las vacaciones y la pérdida de este espacio desmorona a Wes y vaticina un posible regreso al alcohol. “A Small, Good Thing”, traducido al español como “Parece una tontería” es uno de los relatos más impactantes; la muerte de Spooky cambia la vida de sus padres y convierte al título en un juego: lo que parece una tontería, el diálogo de los padres con el panadero y la entrega altruista de unos bollos de canela con el fin de animarlos en su dolor, se articula como un elemento que los distancia y rescata de su tragedia. “Vitamins” actúa como metonimia pues en sólo una palabra plasma toda una problemática social: mujeres que viven vendiendo vitaminas por las casa para ganar algo de dinero. “The Bridle” mantiene un diálogo entre la brida que sujeta al caballo y que lo insta a partir hacia algún lugar con la misma necesidad que está surgiendo en la protagonista de huir de una relación matrimonial desesperante e infructuosa. O “Cathedral”, el título que da nombre también a la colección y que representa la metáfora de la confluencia de dos mentalidades, el encuentro con el otro, las nuevas experiencias, los pequeños hechos que te salvan de la rutina cotidiana, ante la bella imagen de construir mentalmente una catedral. Y así podríamos continuar con el resto de relatos.

En otra vertiente, los textos de Monterroso de La oveja negra y demás fábulas articularán en la mayoría de ocasiones la clave paródica (el juego con la fábula, la ruptura con la tradición y la crítica social) y el intertexto del relato. Así ocurre, por ejemplo, en “El Mono que quiso ser escritor satírico”, que recuerda a los títulos esópicos y plantea la nueva mirada posmoderna; “La tela de Penélope o quién engaña a quién”, que reformula la relación matrimonial de estos personajes míticos y el recurrente adulterio de Penélope; “El Burro y la Flauta”, que reinterpreta la moraleja clásica; o “Gallus aureorum ouorum” que juega con la Historia y la literatura al cambiar la idea de la gallina de los huevos de oro; entre otros. 

También es destacable la figura del lector en el trabajo con las complejas intertextualidades con las que juega Monterroso. En primer lugar, parece estar exigido un conocimiento de las fábulas tradicionales, puesto que muchos de las parodias generadas en estos relatos forman parte de una desautomatización de la tradición esópica, como observamos en “El Búho que quería salvar a la humanidad”:

De modo que algunos años después se le desarrolló una gran facilidad para clasificar, y sabía a ciencia cierta cuándo el León iba a rugir y cuándo la Hiena se iba a reír, y lo que iba a hacer el Ratón de campo cuando visitara al de la ciudad, y lo que haría el Perro que traía una torta en la boca cuando viera reflejado en el agua el rostro de un Perro que traía una torta en la boca, y el Cuervo cuando le decían que qué bonito cantaba. (Monterroso, 1996: 196)

También se construye una compleja red mítica en textos que ya hemos mencionado como “La Tela de Penélope o quién engaña a quién”, donde es necesario conocer la tradición homérica para captar la desautomatización que el relato realiza con una Penélope entregada al regocijo de los amantes.

De sumo interés son textos como “La cucaracha soñadora”, un micrrorelato que está releyendo a la vez La Metamorfosis kafkiana con el cuento filosófico “El sueño de la mariposa” de Chuang Tzu, así como una reflexión sobre la confluencia de mundos paralelos en la confusión del sueño, una recurrencia posmoderna:

Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha. (Monterroso, 1996: 206)

De esta forma paródica, Monterroso está articulando la estructura de caja china, común en las propuestas posmodernas, donde los diferentes mundos confluyen uno dentro de otro y el nivel ontológico es coincidente. Así, el personaje real Franz Kafka se confunde con su creación, Gregorio Samsa, y a la vez son partícipes de un nuevo mundo de ensoñaciones creado por el autor hondureño.

Esta complejida intertextual también se genera en los relatos en los que Monterroso está releyendo a Homero o los mitos clásicos, ya que en ellos el autor está precisando con obligatoriedad de un tipo de lector que sea capaz de pensar en el juego y hacerse partícipe de él. Esto es lo que ocurrirá con el ya citado “La tela de Penélope o quién engaña a quién”, “La Tortuga y Aquiles”, “Pigmalión”, “Sansón y los filisteos” o “La sirena inconforme”.

La relectura de los mitos clásicos ha sido muy recurrente dentro del campo del relato moderno y posmoderno, buscando jugar con la ironía y presentar otra visión de los grandes relatos, en un deseo por mostrar la relatividad de la tradición y, así, del mundo. Recordamos así la reinterpretación de la figura del minotauro que realizó Jorge Luis Borges con “La casa de Asterión” o “Circe” del mexicano Julio Torri, que retoma de nuevo el viaje de Ulises, cuyos deseos por entregarse a las sirenas eran tales que estas nunca cantaron para él.

Por otro lado, el mito de Pigmalión que plantea Monterroso ha sido interpretado por otro autor de relatos posmodernos español, Quim Monzó, en un texto con el mismo nombre, “Pigmalión”, recogido en la colección El porqué de las cosas, donde conoceremos al maestro y su discípula en sus encuentros sexuales.

También resuenan, dentro de la cuentística norteamericana, los relatos que retoman mitos clásicos como “Eneas consagrado a Arquitas” o “La hormiga que quiso hacerse daño”, recordando a la tradición fabulística, ambos de Charles Bukowski. O los textos de Percival Everett como Zulus, For Her dark Sking (revisión de la Medea de Eurípides) o Frenzy (con relación al dios Dionisos) o las novelas de John Barth unidas bajo el título Chimera.

En otro aspecto, es destacable un cuento como “The Train” de Raymond Carver, perteneciente a Cathedral, donde parece retomar otra tradición americana, la de novela negra o policía, pero realizando una nueva propuesta plagada de incógnitas que no serán resueltas.

Así, estamos comprendido la complejidad del juego posmoderno, donde el lector renace como una figura esencial, cuya labor va mucho más allá de la propia lectura y al que se le exige una capacidad intelectual y cultural mayor: debe leer el texto, abrir su mente a los diversos mundos presentados, reinterpretar los juegos intertextuales y hacerse partícipe de ellos, así como entender la apertura de los finales y ser cómplice de las posibilidades de lectura que el relato ofrece.

4.- La disolución del sujeto: los personajes posmodernos


También en el ámbito de la creación y concepción del personaje la visión posmoderna se ha desarrollado por derroteros diferentes a los establecidos con anterioridad. La importancia que se le otorgó en épocas pasadas se pone ahora en duda; la comprensión completa de la ideología e idiosincrasia del personaje no es en esta nueva narrativa un elemento indispensable, sino que un retazo de su vida está puesto al servicio del narrador (a veces él mismo); no conocemos la vida del personaje, pues sólo se usará aquel pequeño elemento que interesa al escritor, con el fin de dibujarlo brevemente, para olvidar el resto de detalles de su vida, porque no son grandes héroes o importantes seres de alta nobleza; se trata de personas cotidianas, que podrían ser cualquiera y que tienen una vida corriente como las demás, que no es motivo de profundización.

En Cathedral de Carver, ninguno de los personajes está fuera de lo corriente o le ha acontecido algo que no pudiera pasarle a otra persona en cualquier otro lugar. Por eso, en ocasiones, ni siquiera se preocupa de nombrarlos, como rasgo universalizador que indica la generalización de su carácter y acciones[7].

Por su parte, Augusto Monterroso ha roto quizás aún más el cerco del personaje en su regreso al mundo fabulístico con La oveja negra y demás fábulas. Puesto que la crítica social afecta a todo el mundo y cualquiera podría ser la persona a la que hace referencia, Monterroso está metaforizando a través de los nombres de animales (en mayúscula inicial, como si fuera un nombre propio) o míticos a los diferentes grupos o personas que podemos encontrar en la sociedad.

El escritor español noventayochista Ramón María del Valle Inclán consideraba que habían tres propuestas para el enfrentamiento con el personaje: el escritor que había visto a sus personajes «de rodillas» - como es el caso de los héroes homéricos -; «en pie», frente a ellos - como en los textos realistas- ; o «en el aire», como Valle Inclán creía que hacía él mismo, al enfrentarse a los personajes desde una posición elevada, manejándolos con ironía, como si de marionetas se tratara:

Y hay otra tercera manera, que es mirar al mundo desde un plano superior (levantado en el aire), y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses se convierten en personajes de sainete[8].

Estas palabras pueden resultar muy adecuadas para comprender la narrativa posmoderna donde los autores están viendo a sus personajes desde el aire, desde un plano superior, donde se puede generar la fotografía de los mismos, la parodia, la ironía cruel o la burla, como vemos tanto en Monterroso como en Carver.

Por otro lado, debemos resaltar la aparición de personajes femeninos a los que se les ha aportado una visión distinta a la tradicional. Monterroso, por ejemplo, realiza revisiones de los mitos a través de las mujeres, que se han visto a lo largo de la historia de la literatura en una posición más marginal. Así ocurrirá con “La tela de Penélope o quién engaña a quién” o “La sirena inconforme”.

En Carver, es destacable la fuerza de muchos personajes femeninos. Aunque primordialmente conoceremos las historias desde una focalización masculina (en todos los relatos, excepto en “Chef´s house”, “Preservation” y “The Bridle”), lo cierto es que parece haber un juego nuevo donde la mujer recobra importancia. De esta forma, será ella la que abandone al marido en “Chef´s house” (aunque el relato muestre el momento en que ha decidido regresar con él), “Careful”, “Where I´m Calling From” o “Fever”, así como mostrará una presencia fuerte en la toma de decisiones personales y su lucha por salir adelante en “Preservation”, “A Small, Good Thing”, “Vitamins” o “The Bridle”.

El juego con el perspectivismo del relato y dónde esté situada la focalización suele ser la clave para su comprensión. En Movimiento perpetuo de Monterroso o Cathedral de Carver, el procedimiento del juego narrativo será el mismo: o encontramos un narrador en primera persona o bien un narrador omnisciente que mantiene una focalización completa sobre un personaje, lo que genera un relativismo por el que sólo conoceremos una parte de la historia, no al completo, lo que fomenta las posibilidades posmodernas de las diferentes perspectivas.

Para La oveja negra y otras fábulas, Monterroso elige una perspectiva omnisciente, la misma que en la tradición clásica, donde prefiere los tiempos pretéritos para expresar hechos que aparentemente sucedieron en fantasiosas generaciones pasadas, pero que acerca al público contemporáneo con un lenguaje cercano y una expresión directa al lector, siempre desde un estilo paródico.

5.- La poética del instante y la nueva estética espacial


Como afirmaría Fredric Jameson, en la cultura posmoderna se están rompiendo todos los esquemas culturales tradicionales, lo que también afecta en los cambios que se producen en la concepción de la temporalidad, la realidad y la afectividad. (Jameson, 1991)

De esta forma, en el ámbito de la temporalidad y el espacio se erigen diferencias con las propuestas tradicionales.

En primer lugar, en el ámbito temporal, debemos hablar de diversos niveles. Por un lado, Monterroso está erigiendo en La oveja negra y otros relatos dos campos temporales confluyentes, el mundo mítico y fabulístico y el contemporáneo, pero en hechos, como veíamos, narrados desde el tiempo pretérito. Sin embargo, tanto en Movimiento perpetuo como en Cathedral de Carver encontraremos un tiempo actual sobre el que se formulan numerosos juegos temporales.

Hallamos, así, una tendencia a agilizar o ralentizar la narración, en un tiempo que parece marcado por el fluir del pensamiento del personaje focalizado, por una temporalidad subjetiva que él determina[9]. No sucede como un tiempo real, pues en ocasiones se detiene en detalles ínfimos, en una poética de la instantaneidad, que se rige por el instante del pensamiento de cada personaje y en la que aparece, por tanto, un deleite por elementos intrascendentes para la acción mientras que se articulan con rapidez otras cuestiones de mayor importancia en las que el personaje no quiere detenerse o no desea parar y que generan los espacios en blanco para el lector. Como ejemplificación a este dato, pensemos en el pausado tiempo en el que se articula todo el proceso de dibujo de la catedral en “Cathedral”. El mismo tiempo lento del protagonista, por el deleite de la acción del dibujo, así como a causa de las altas horas de la noche y el consumo de marihuana, generan un tiempo paralizado, el instante preciso en el que está dibujándose la catedral, mientras que se ha pasado de manera más rápida por las conversaciones entre el ciego y su mujer, las cuales él reconocía no interesarle nada.

También se establecen juegos temporales como el adelanto de lo que ocurrirá en el futuro y la narración de la historia por medio de desniveles, con regresos al pasado y vaticinios adelantados, como ocurre en “Vitamins”, con el adelanto de la futura infidelidad con Donna, o en “Where I´m Calling From”, con las historias interrumpidas de J. P. y el narrador.

En algunos relatos, la marca temporal a través del fluir de conciencia del personaje focalizado, de lo que ve y siente, se hará evidente, generando arritmias en la narración, como ocurre en “Rosa tierno” de Movimiento perpetuo:

… camina una vez más por entre advertencias de bocinas y luces de neón y de vidrieras de tiendas de zapatos, camisas, sombreros, ropa interior, zapatos, ropa interior, (…) mientras allá lejos alguien una vez más piensa con tristeza en él o tal vez ha muerto en ese momento o está muriendo en ese momento; o mientras fuma alguien desea estar con él mientras él llora de placer sin podérselo explicar mientras él llora con placer sin poderse explicar nada ni querer explicarse nada. (Monterroso, 1996: 196)

En materia espacial, la estética posmoderna precisaba, como es obvio, de una nueva espacialidad donde desarrollarse. De esta forma, la mayoría de relatos se desarrollan en espacios cerrados que suponen una metonimia de aquello que se está narrando; en Carver, por ejemplo, se tratará de la casa media típica, descrita con numerosos detalles, que expresa el abatimiento y la rutina de los personajes; encontramos una tendencia al espacio único, puesto que el desarrollo argumental sucede, primordialmente, en la mente del personaje, en su conciencia, sus recuerdos y decisiones.

Por su parte, Monterroso elegirá una inexactitud espacial para la mayoría de los relatos de Movimiento perpetuo, en especial aquellos que se basan en reflexiones personales o metaliterarias de algunos personajes.

La oveja negra y otros cuentos se desarrollará en torno a espacios propios de la fábula, aunque habrá menciones a lugares concretos, como México, lo que desautomatiza lo planteado y genera el elemento paródico. 

6.- Conclusiones


Como hemos podido comprobar, el relato breve y el microrrelato son dos géneros narrativos que se acogen con especial soltura al campo del posmodernismo ya que permiten, a partir de la brevedad que presentan, crear diferentes mundos posibles confluyentes, jugar con la historia y dejar abiertos campos de interpretación al lector. Dentro de este ámbito, Augusto Monterroso y Raymond Carver son dos de los nombres más destacados; gracias a sus propuestas, nos han sabido mostrar los entresijos de la posmodernidad. Así, hemos encontrado nuevos temas, un acercamiento a la cotidaniedad, una búsqueda por mostrar la existencia humana, desde la sencillez de sus propuestas, por analizar los entresijos del ser humano, a la vez que un encuentro con las formas tradicionales para reinterpretarlas, usarlas y parodiarlas, de manera que se generen nuevas fórmulas para entender el pensamiento humano, la sociedad, la crítica a los excesos de esta y la propia historia de la literatura y de la humanidad.

Muchos espacios debe todavía rellenar el arte posmoderno, pero lo cierto es que con la lectura de Monterroso y Carver quedan completos muchos huecos y se abren nuevas veredas para el análisis de la narrativa breve posmoderna, las mismas que dejan ellos, en los finales abierto y la multiplicidad de posibilidades de sus relatos.

7.- Bibliografía


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[1] «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». (Monterroso, 1996: 59)

[2] El relato “Fecundidad” es también uno de los ejemplos de microrrelatos en la producción de Monterroso: «Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea». (Monterroso, 1996: 119)

[3] “Obras completas” no pertenece a Movimiento perpetuo, sino al libro de cuentos Obras completas (y otros cuentos), pero resulta interesante su reseña puesto que es un cuento sumamente destacable en la producción de este escritor. (Monterroso, 1981: 133 - 140)

[4] Los cuatro últimos títulos pertenecen al libro de Augusto Monterroso La oveja negra y otros relatos, al que nos dirigiremos a continuación. 

[5] Las que encontramos en su libro ya citado (Hutcheon, 1988).

[6]  Eco, u. (1981)

[7] Esto nos recuerda a la ya mencionada narrativa breve de Quim Monzó y a su libro El porqué de las cosas, donde en relatos como “Ciclo Menstrual” encontramos una pareja cuyos nombres son Grmpf y Pti: «En tercero de biológicas, Grmpf está enamorada de Pti y Pti de Grmpf» (Monzó, 2003: 22); o en “Vida Matrimonial”, donde leemos: «A fin de firmar unos documentos, Zgdt y Bst (casados desde hace ocho años) tienen que ir a una ciudad lejana» (Monzó, 2003: 17); también en “La honestida”: «-Señor Rdz, es hora de la cápsula» (Monzó, 2003: 9). En otras ocasiones, los personajes sólo adquirirán como nominalización una característica generalizadora, como en “La determinación”: «Por la tarde, la mujer fatal y el hombre irresistible se encuentran en un café de paredes color ocre» (Monzó, 2003: 40); también en “El juramento hipocrático”: «Al hombre sin entrañas le ha costado mucho hacer beber desmedidamente a su amigo» (Monzó, 2003: 101); o en “¿Por qué las agujas de los relojes giran en el sentido de las agujas de los relojes?”: «El hombre azul está en el café, moviendo la cucharilla dentro de una taza de poleo. Se le acerca un hombre magenta, de apariencia angustiada» (Monzó, 2003: 45).

[8] Valle Inclán (1928, diciembre 7): Declaraciones en el periódico ABC, Madrid. Para más información sobre esta entrevista Buero Vallejo, 1973: 31-54.


[9] Ese tiempo subjetivo nos recuerda al que percibimos en la narrativa de Virginia Woolf, como en su obra Orlando, donde la temporalidad queda determinada por la conciencia del personaje, no transcurre como el tiempo real.



Alba Saura Clares (1989) se licenció en Filología Hispánica (2012) y cursó los estudios de Máster en Literatura Comparada Europea (2013), ambos en la Universidad de Murcia. En 2010 realizó una estancia por seis meses en la Universidad de Córdoba (Argentina). Presentó su Tesina de Licenciatura sobre Dos poéticas dramáticas en Teatro Abierto: Griselda Gambaro y Roberto Cossa, así como realizó su Trabajo Final de Máster sobre La poética dramática de Aída Bortnik: una mirada reflexiva y chejoviana en Teatro Abierto. Fue Becaria de Colaboración en el curso 2011, publicó en la revista Cartaphilus “Furiosa Gambaro: crueldad, parodia y actuación femenina en una nueva visión del mito de Antígona”  y actualmente es beneficiaria de una Beca de Iniciación a la Investigación por la Universidad de Murcia, de duración trimestral, con vistas a iniciar los estudios de investigación predoctorales. 
  
 REVISTA ÁGORA COLECCIÓN DE TEXTOS OCTUBRE 2013

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