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jueves, 4 de abril de 2013

BERNAL EL EMPECINADO. Diario político y literario de Fulgencio Martínez.../43



           BERNAL EL EMPECINADO

El consejero Juan Bernal es un picha aparte. Se ha negado él solito, como aquel guerrillero Juan el Empecinado, a rendirse al invasor francés. Sólo que en este caso el francés es la Asamblea Regional de Murcia, y su propio partido. Él no quiere que le conozcamos las orlas de las puntillas de sus rentas personales. Y se apoya en el argumento de que no hay ley humana ni divina que le obligue a realizar tal striptease ante sus señorías, los diputados y diputadas de la Asamblea. Vaya, que el problema es de timidez.

Pero alguien a Bernal tendría que decirle en qué país vivimos y cuál es la situación actual de desestructuración ética y política. Que toda medida que vele por la transparencia debería ser no solo acogida por oportuna frente a esta situación, sino respaldada porque es un paso adelante de la democracia, y porque la exigen los ciudadanos, muchos de ellos nacidos después de la Constitución y que son el futuro de la democracia que tenemos en España, supuesto que en el futuro siga habiendo un país llamado España.


A Bernal habría que decirle que lea la prensa; él es de números y no de letras, pero eso creo que no es impedimento para leer de vez en cuando. Habría que decirle que todo esto de la exigencia a los políticos y servidores públicos de mostrar el patrimonio personal viene porque hay una sospecha generalizada de corrupción y trapicheo en la política; y que la medida no es un capricho, ni una invitación a un guateque con fin de fiesta golfo: Se trata de una medida excepcional a una situación excepcional, pues es clara la vox populi que desconfía de la honorabilidad de los políticos en general, y que, aunque esta sospecha universal es sin duda injusta, expresa un desencanto en la sociedad muy preocupante para la salud democrática. Miren, si no, lo que está ocurriendo en Grecia, y lo que la Historia enseña sobre cómo las sociedades desencantadas se dejan conducir por los cantos de sirena de los totalitarismos. 

Por tanto, Bernal, lea usted un poco de Historia. Otro deber (lo siento). A ver si ahora resulta que para ser consejero de Economía ha de echarse uno tantas ocupaciones. No es el caso, yo se lo digo, y le ahorro el viaje: sepa que para un político no basta ser honrado, ha de parecerlo. Sepa que la palabra candidato viene de candidus (latín), blanco, porque de este color era la túnica con la que se vestía en Roma el aspirante a ser elegido en los comicios de la plebe, y esa vestimenta blanca significaba limpieza ética, honorabilidad y TRANSPARENCIA. Era, en fin, una metáfora de que debajo de la toga cándida no ocultaba una aviesa intención, ni otros intereses que los del bien de la res publica, del Estado; no los propios. Pensaban y pensamos los romanos que quien se propone a voluntad propia (motu propio, decimos) para representar a otros conciudadanos, al pueblo; quien nos pide que deleguemos en él nuestra voluntad política ha de ser honesto, diligente, honrado, formado en muchas materias y estar también dispuesto a mostrar su patrimonio a la asamblea del pueblo sin que haga falta que ésta se lo "pida" con un pretoriano.

Abundando más, en asuntos sociológicos: sepa que hay un clamor en la sociedad por la transparencia; que, incluso, ha llegado a oírse -es un rumor, por ahora- que hasta la Casa del Rey habría de estar sometida a esa dichosa señora. A Ana Pastor, la ministra de Fomento, la hemos escuchado decir a Pepa Bueno, en radio (4 de abril, "La mañana") que "todos los servidores públicos queremos mucha TRANSPARENCIA"; que ella misma lo pide, que como funcionaria es servidor público (o servidora) desde hace cuarenta años. ¿Todos, ministra? Todos, no. Hay una aldea irreductible, se llama Murcia, donde un diputado y consejero "resiste siempre y todavía al invasor". 


Galdós noveló la figura de Juan Martín Díez en uno de sus episodios nacionales: "Juan Martín el Empecinado". Era un militar de carrera, que cuando la invasión napoleónica se echó al monte y se hizo jefe de guerrillas. Juan Bernal debería tener una novela (doy la idea a esos buenos novelistas murcianos de hoy, como Pedro López; antes de que me la pida Eduardo Mendoza), una de esas novelas de éxito, con intrigas de amor, sexo, corrupción, finanzas etc, códigos secretos, cajas de ahorros en crisis, etc, etc. Para hacer más interesante el guion, debería Bernal echarse al monte, salirse de su partido y lanzarse solo a la arena política.
publicado en el periódico LA OPINIÓN DE MURCIA, JUEVES 11-4-2013
Fulgencio Martínez
Profesor de Filosofía y escritor

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