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sábado, 10 de noviembre de 2012

CARTA DE UN PROFESOR ENFERMO

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DIARIO POLÍTICO Y LITERARIO DE FULGENCIO MARTÍNEZ, 
DONDE SE HABLA DE LO DIVINO Y DE LO HUMANO / 20

CARTA DE UN PROFESOR ENFERMO
(A otro profesor y amigo, que le escribió
sobre los recortes y la literatura de hoy)






Hola, José Luis: primero, darte las gracias por tu lectura de mi libro Prueba... Has cogido mucho de su pulso, que a veces vacila y otras me va por delante. Siempre, cuando termino un libro, intento que, cuando luego lo vuelva a leer impreso, no tenga que arrepentirme. He comprobado, por otros libros, que siempre hay un poema que no quiero leer en la relectura en libro; porque, no sé por qué, se me cae, o quizá por algún motivo inconsciente de rechazo... Me ha pasado también en este libro Prueba... Y me alecciono: a ver si la próxima vez no me pasa esto, y no hay un próximo libro ese ´un´ poema que se caiga luego... Después, he reflexionado, y varios motivos me han hecho ver que es mejor (paradoja) que siempre en todo libro que publique haya ´un´ poema que no reconozca su autor, para que, así, el resto se mantenga. Es ésta una superstición que estoy dispuesto a seguir desde ahora...

Uno de aquellos motivos es que, precisamente, en Prueba... hay un poema (Frontera interior) que es el ´nominado´ por mí (como ahora se dice, lo de nominado a la expulsión), y ese poema tú me lo has destacado y has encontrado en él una clave del libro. Esto me enseñará más modestia. Nos somos, los autores, más que intérpretes tuertos, tenemos puntos de ciegos...

De tu reflexión sobre lo que pasa en la calle, estoy de acuerdo contigo en que dan ganas de echarse al camino. Ayer mismo, mi mujer y yo nos indignamos viendo en la televisión al señor Sotoca, consejero de Educación, baladronar de la integración de los niños con discapacidades en clases normales... sí, pero ¡si no hay profesores especializados, y este año han recortado y no hay ni petes, o como se llame, maestros de apoyo! Qué hipocresía: integrados, sí, pero no atendidos. Que las clases normales sean un totum revolutum...
Luego está lo de la corrupción, que no han dejado ni un palo en su sitio, se han llevado hasta el fondo de la capaza, de todos los partidos, ¡y no hay nadie en la cárcel! Y el cinismo „ayer tarde oí en la radio al diputado listo del PP, Vicente Martínez-Pujalte, diciendo que todos esos procesos que alarman a la opinión pública (pero, no a la ppública, al parecer) luego quedan en nada. Se refería a los casos de corrupción de Murcia, Totana, Torre Pacheco... Cinismo, y sin ninguna careta.

Como poetas que somos, pese a diez, pienso que hemos de encontrar el modo, la manera poética (para eso conocemos las formas y géneros literarios) de hablar de todo eso. ¿Cómo? He ahí la cuestión. Pero está claro que no encontrar el cómo no exime. No se puede hacer poesía social, la de antes, ni mucho menos esa poesía social de alpargata, facilica, que algunos hoy hacen, cien en manada. Yo dije que mi poesía está en tránsito hacia una poesía cívica. Estos días (en que estoy en casa, desde el lunes, con una bronquitis de caballo, y de baja) reviso mis poemas inéditos, algunos que quedaron fuera de Prueba... por motivos de extensión del libro. Tú conociste uno, que leí en El Zalacaín, que va sobre Lisboa y un tranvía.... Bueno, pues, ahí, mientras pasa ese viaje en tranvía, el yo poético (o como quieras llamarlo) reflexiona, medita sobre la Historia, dice sus opiniones. Pensé: ¿por qué en un poema no puede ir eso?; es lo normal que se hace cuando se viaja, lo que pasa por la corriente mental del yo... sus pensamientos, sensaciones, opiniones o puntos de vista. Que a los líricos puros no les gusta las opiniones en un poema, allá con lo que ellos piensen que es un poema: una abstracción, quizá.

Corto el rollo. A ver si, pasada esta semana, nos vemos. (Mañana iré a Murcia al instituto, pero solo por no estar más de tres días enfermo, que entonces hay que entregar baja y ahora eso te descuenta; luego seguiré un par de días con mi enfermedad... espero que hasta recuperarme para la semana que viene).

Fulgencio Martínez